Meritxell Batet: diálogo, seriedad y discreción al frente del Congreso

Sánchez cree que  es un ejemplo de respeto al Estado y a las instituciones y de voluntad inquebrantable de diálogo

Meritxell Batet, diálogo, seriedad y discreción al frente del Congreso

Agencia EFE

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La primera catalana que preside el Congreso, la barcelona Meritxell Batet, no sólo simboliza el diálogo y la apuesta histórica del socialismo catalán por tender puentes con el soberanismo, sino que también representa una manera discreta, seria y eficaz de hacer política.

El presidente Pedro Sánchez ha dicho hoy que no la eligió por su lugar de nacimiento, sino porque es un ejemplo de respeto al Estado y a las instituciones y de voluntad inquebrantable de diálogo y de tender puentes, y que es una catalana al servicio de España y una española al servicio de Cataluña. Su talante riguroso y moderado la deberían ayudar a templar los ánimos del independentismo catalán y también de la derecha y la ultraderecha, incorporada esta legislatura a la Cámara.

Ella misma ha avanzado, tras su elección, que se propone ejercer el cargo con estricto respeto a las normas y con la mayor voluntad de diálogo y concordia, en representación de todos.

Federalista convencida, a sus 46 años, Batet ha sido ministra de Política Territorial y Función Pública durante los últimos diez meses, cargo desde el cual ha contribuido a rebajar la tensión en Cataluña y a normalizar la relación institucional con la Generalitat. En 2016 fue una de las seis personas a las que Sánchez eligió para negociar con Ciudadanos el acuerdo de gobierno que suscribió con Albert Rivera.

Un trabajo del que se siente orgullosa cuando lo recuerda, como recuerda también la "puñalada" de Alberto Garzón, que según los socialistas fue lo que impidió aquella investidura de Sánchez. Profesora de Derecho Constitucional en la Pompeu Fabra, Batet dio el salto a la política como independiente en el undécimo lugar de la lista del PSC de Barcelona en las generales de 2004. Ese año consiguió un escaño que mantuvo en otras cuatro legislaturas, en 2008, ya afiliada al PSC, 2011, 2015 y 2016.

En las generales de diciembre de 2015 fue la número dos de Sánchez por Madrid, aunque no repitió al año siguiente, ya que la renuncia de Carme Chacón a encabezar la candidatura por Barcelona le permitió sustituirla. En ese puesto ha conseguido, en las generales del pasado 28 de abril, aumentar de siete a doce el número de escaños del PSC.

Como todos los de su partido, fue una de las quince diputadas socialistas que hace tres años desobedecieron la disciplina del grupo parlamentario y votaron en contra de la investidura de Rajoy. Aunque en las primarias en las que Sánchez recuperó las riendas del PSOE en 2017 no apoyó activamente a ningún candidato, por entonces se la situó más en la órbita de Patxi López y su nombre fue considerado un ejemplo de integración.

Madre de dos gemelas de 5 años, Adriana y Valeria, fruto del matrimonio que contrajo en 2005 con el entonces diputado del PP José María Lassalle, que fue secretario de Estado de Cultura y del que se separó en mayo de 2016, la nueva presidenta del Congreso procede de una familia con pocos recursos que sufrió un desahucio siendo ella adolescente. A temporadas, su sueldo era el único que entraba en casa y tuvo que pagarse la universidad sirviendo copas por las noches en las salas barcelonesas de Nick Havanna y Bikini. Antes de embarcarse en el estudio de las leyes, sopesó dedicarse a la danza, que había practicado desde pequeña en diferentes modalidades, pero una rotura de tobillo la alejó de los escenarios, a los que volvió tiempo después para dar mítines.