El 'procés' no habla catalán

COPE observa a los 12 políticos catalanes desde el mismo Salón de Plenos del TS en el que se celebra el juicio

El Tribunal Supremo inicia hoy el juicio al "procés"

Maribel Sánchez Margallo

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La arenga de los abogados de la defensa en esta primera sesión no ha conseguido que que se hable en catalán. Ni siquiera después de que lo pidiera Jordi Pina, la defensa de Rull y Turull.

Además, y en contra de lo que anunciaron, los 12 acusados han pasado la jornada sentados en el banquillo. Antes de comenzar la sesión se nos dijo a los periodistas que estarían detrás de sus abogados para no dar mala imagen de los políticos catalanes.

Los dos aspectos, la lengua empleada y el lugar que han ocupado los acusados, se considera entre los asistentes "un gesto de autoridad por parte del tribunal".

Para compensar, la sesión ha estado plagada de pequeños guiños hacia los acusados. El más significativo ha sido el que les permitieran acercarse a saludar e incluso abrazar al presidente de la Generalitat, Quim Torra, que asistía como autoridad política desde la primera fila del los bancos dedicados al publico. Se ha producido durante los dos recesos y al final de la sesión. En esos momentos, los familiares también se han acercado a besar y abrazar a los presos.

Estos gestos de proximidad no son habituales en estos tipos de juicios, como tampoco lo es que permitan a los acusados comer de menú. Es lo que ha ocurrido al mediodía, cuando lo más frecuente es que coman un bocadillo.

Durante toda la sesión, los acusados han sabido guardar las formas salpicadas por pequeños comentarios entre ellos, gestos de complicidad compartiendo notas que van tomando en cuadernos o sonriendo ante ciertos comentarios de sus abogados.

Destaca la actitud de Jordi Cuixart. Es el mas inquieto, sin lugar a dudas. Según pasaban las horas, Cuixart iba girando la cabeza mas a menudo para conocer la opinión del publico sobre lo que se iba diciendo. También le he visto morderse las uñas y cruzar y descruzar las piernas continuamente.

Es muy significativa también la delicadeza y educación con la que el presidente de este tribunal y de la Sala de lo Penal del TS, el juez Manuel Marchena, llamaba la atención a los letrados que se excedían en los 45 minutos permitidos para sus alegaciones. Marchena llego a decir que no quería cortarles sino "permitir que sus compañeros también hablaran.

Todo esto en un edificio, el del Tribunal Supremo, lleno de historia y obras de arte del barroco. Y en un majestuoso Salón de Plenos coronado en su frontal con un escudo del escultor Mariano Benlliure y rodeado de mármoles, tapices y lamparas de araña de estilo Luis XV.