FELIPE GONZÁLEZ

El remedio de Bush para el catarro de González

Que la correspondencia epistolar está en desuso es una realidad evidente desde que internet y las redes sociales se han encargado de tomar el relevo a esa práctica no tan lejana en el tiempo.,Una práctica que servía para establecer relaciones no sólo entre los ciudadanos de a pie sino entre sus dirigentes políticos y los de otros países.,Prueba de ello son las cartas que el expresidente del Gobierno Felipe González intercambió con homólogos y jefes de Es

Agencia EFE

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José Miguel Blanco

Que la correspondencia epistolar está en desuso es una realidad evidente desde que internet y las redes sociales se han encargado de tomar el relevo a esa práctica no tan lejana en el tiempo.

Una práctica que servía para establecer relaciones no sólo entre los ciudadanos de a pie sino entre sus dirigentes políticos y los de otros países.

Prueba de ello son las cartas que el expresidente del Gobierno Felipe González intercambió con homólogos y jefes de Estado extranjeros a lo largo de su etapa en la Moncloa y que a partir de este martes están a disposición de quien lo desee gracias a una iniciativa de la fundación que lleva su nombre.

Se trata de la correspondencia con medio centenar de líderes entre los que se encuentran Willy Brandt, George Bush (padre), Bill Clinton, Fidel Castro, Margaret Thatcher, François Mitterrand, Juan Pablo II, Indira Ghandi, Muamar al Gadafi, Nelson Mandela o Lech Walesa.

La presentación de esta iniciativa en un acto en Madrid en el que el propio González ha estado presente, ha contado con la intervención, entre otros, de quien fuera su jefe de Gabinete como presidente y también ocupó el mismo cargo con José Luis Rodríguez Zapatero, José Enrique Serrano.

Él personifica la trascendente labor de los "fontaneros" de la Moncloa, aquellos que en la sombra llevan el día a día de la gestión del presidente y conocen detalles de los asuntos más sensibles.

Serrano ha destacado la importancia de que se puedan conocer las cartas intercambiadas por González y que, entre otros aspectos, cree que pueden poner de manifiesto la cercanía, tensión, calor o frialdad en esas relaciones.

Pero opina que aún más contribuiría a ello que se conocieran las denominadas "minutas" en las que queda constancia por escrito de las conversaciones que mantiene el presidente con algunos de sus interlocutores.

Una de ellas, que ha dicho haber encontrado al término de su primera etapa en Moncloa en 1996, ha puesto como ejemplo de esas relaciones, de lo que ocurre en realidad y de lo que trasciende después.

En plena primera Guerra del Golfo, González recibe una llamada de George Bush y cuando el jefe del Gobierno responde al presidente estadounidense, éste le pregunta si le pasa algo porque le nota la voz rara.

"Un catarro terrible", le responde, a lo que Bush le comenta que su esposa, Bárbara, tiene un remedio familiar que databa de su tatarabuelo y que a él le cura de forma inmediata. "Mañana te mando por valija la fórmula. Bueno, te mando un barrilete y la fórmula", añade el presidente de Estados Unidos y al que González se lo agradece.

Bush no quiere molestarle más debido a su estado, sólo le avanza que quería hablar de Irak y le dice que le volverá a llamar en un par de días.

Junto a esa minuta en la que se reflejaba la conversación se añadía una información de un periódico del día siguiente fechada en Estados Unidos y en la que contaba que el presidente de este país había mantenido una larga conversación con González en la que hablaron de la situación de las operaciones militares en Irak.

"Esta es la historia", ha comentado entre bromas Serrano, quien ha puesto como otro ejemplo de cercanía que el expresidente encabezara una carta a Ronald Regan con un "Querido Ronny".

Quien ocupa en la actualidad el cargo de Serrano en el Gobierno de Pedro Sánchez, Iván Redondo, ha calificado a su antecesor como "el Luis Aragonés de la fontanería en España".

Y se ha dirigido a González para revelarle que le espera un paquete en Moncloa: un reloj despertador que hace poco remitió una persona para entregar a Isidoro, el apodo del expresidente durante su etapa en la clandestinidad.