La Moncloa entra en pánico y pega un volantazo para salvar el 4-M

El fiasco de buscar el centro pasa factura al PSOE que pierde oxígeno

La Moncloa entra en pánico y pega un volantazo para salvar el 4-M

Ricardo Rodríguez

Publicado el - Actualizado

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El regreso a la realidad tras jugar con las expectativas del CIS de José Félix Tezanos ha obligado a La Moncloa a pegar un volantazo a una campaña electoral en Madrid dirigida por Iván Redondo, jefe del Gabinete del Presidente, para desliar el fracaso de la búsqueda del centro que ha dejado a Ángel Gabilondo al límite de sus posibilidades. Los antiguos electores de Ciudadanos no han respondido a las maniobras como el equipo de estrategas esperaba.

La transferencia desde el caladero naranja ha sido casi nulo, tal y como avisaron en la cúpula socialista. Desde el arranque de la precampaña, dirigentes mostraron su escepticismo en que parte de ese voto pudiera recalar en sus siglas.

Sin embargo, los gurús de La Moncloa creyeron a ciegas que iban a pescar en un botín de medio millón de electores que en su inmensa mayoría engordará el PP de Isabel Díaz Ayuso. Así, han quedado en una posición cuanto menos complicada los estrategas del complejo presidencial a ojos de muchos en el partido. No solo eso.

La sangría del PSOE por su izquierda a favor de Más Madrid disparó las alarmas en Ferraz. Mónica García aparece como receptora de la principal fuga de voto socialista. Diversos trackings han llegado a arrojar un resultado para Gabilondo por debajo de los 30 escaños. Hasta el punto de forzarle a su enésimo renuncio en el debate de los candidatos.

Su “Pablo [Iglesias], tenemos 12 días para ganar las elecciones” respondió al intento de apuntalarse como líder del bloque de izquierdas, además de alentar la participación del electorado progresista, menos movilizado que el de la derecha.

Con esa apelación al líder de Podemos, el cabeza de lista socialista enterraba definitivamente su supuesta promesa de no pactar con él. A partir de ahí, Ángel Gabilondo ya ha pasado del “no” al “querido Pablo [Iglesias]”. Un giro drástico para intentar salvarse del desmoronamiento. Tras los goles en propia puerta, a la espera del 4-M, los socialistas se han dejado robar banderas disparando lo que ya se viene a llamar el “efecto Mónica García”.