Un año de la caída de Kabul: “Los talibanes nos pegaban con látigos delante de nuestras familias"

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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El régimen talibán cumple un año desde su vuelta al poder en Afganistán. El nivel de violencia ha ido en aumento desde el pasado 15 de agosto de 2021. A medida que estos iban cercando Kabul, habitantes de todo el país tomaron la decisión de huir, o por lo menos de intentarlo. En un principio los talibanes se situaron a las afueras de la capital con la promesa de que no entrarían, pero acabaron pasando antes de tiempo. Todo ello creó una sensación de inseguridad y peligro creciente en la población afgana y en la mundial.

Mientras cientos de miles de personas se agolpaban a las puertas del aeropuerto internacional de Kabul buscando un avión que les pudiese sacar de ese infierno, otros miles, trataban de cruzar las fronteras o bien andando o mediante coche hacia Pakistán, Iran, Turkmenistán y Tayikistán. El problema en el aeropuerto y en las fronteras era el mismo: conseguir un visado era muy difícil, y además, el viaje en sí mismo era muy caro, por lo que muchas familias que no podían costearlo, se dieron un golpe contra la frontera.

En el aeropuerto además se sumaba la dificultad de la falta de seguridad. Una vez que los talibanes pasaron y se asentaron en la capital, dieron un tiempo de plazo para que aquellos que quisiesen salir lo hiciesen antes del 31 de agosto, momento en el que cerrarían cualquier manera de abandonar el país. A esto se sumó el episodio del atentado reivindicado por el ISIS en los aledaños del aeropuerto, que acabó con 183 muertos y más de 120 heridos. A los días, agosto terminó, y nadie más pudo salir del país.

Millones de refugiados

Se estima que más de 120.000 personas consiguieron salir del aeropuerto en esos días, pero más de 250.000 quedaron atrapadas en él, y se vieron obligadas a volver a sus casas bajo el yugo talibán. Además, ACNUR estima que más de 2 millones de refugiados afganos huyeron a los países limítrofes. Miles de afganos huyeron de sus casas por miedo a las posibles represalias del nuevo régimen, entre 20.000 y 30.000 civiles huyeron cada semana del país.

Las mujeres han sido las más perseguidas y amenazadas por los talibanes, ya que han tomado medidas para suprimir los derechos que ostentaban estas durante la anterior etapa. Ya no pueden ir solas ni en el taxi, ni autobús ni en la calle, deben ir acompañadas de un hombre. A las chicas mayores de seis años las sacan de los colegios, y muchas son forzadas a casarse con talibanes para sobrevivir. Aquellas personas que fuesen colaboradoras de la anterior administración o de cualquier ejército extranjero también están en la mirilla de este movimiento yihadista.

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Sayed

Sayed era un auxiliar en la embajada de España en Kabul. Hace casi un año se vió obligado a huir del país con su familia por la llegada de los talibanes al gobierno de la capital, y finalmente el día 22 de agosto pudo salir. Consiguió llegar a España mediante un avión del ejército, y ahora esta a salvo con su familia en Zaragoza.

Pero recuerda las últimas semanas como un infierno.“Dos veces han venido a buscarme a mi casa”, entonces fueron sus familiares y sus vecinos los que salieron para enfrentarse a los talibanes y decirles que él ya no vivía allí, que se habían equivocado.

A pesar de que pudo venirse con su mujer, sus hijos y sus padres, todavía le queda familia en Afganistán como una de sus hermanas y a gran parte de la familia de su mujer. “Lo están pasando muy mal, están viviendo con mucho miedo, están todos muy asustados”. Añade que de vez en cuando les envía dinero para que puedan comprar por lo menos algo de pan para comer.

En los días de la evacuación por el aeropuerto internacional de Kabul, Sayed cuenta cómo “los talibanes nos pegaban con látigos, nos insultaban delante de nuestras familias diciendo que eramos más ateos que los extranjeros”. Además, comenta que los talibanes ponían impedimentos en las puertas de acceso para dificultar el paso de los civiles al aeropuerto.

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16-08-2021 Milicianos talibán en Kabul

Ya en Zaragoza, Sayed con empleo, sus hijos escolarizados y padres en edad de jubilación, están esperando a que su mujer y una de las hermanas que pudo trarse con él, consigan trabajo. Esta familia afgana forma parte de los más de 3.900 colaboradores afganos que se han conseguido traer a España en este último año.

Peter Kessler

Peter Kessler es el portavoz de ACNUR en Afganistán, y con experiencia previa en otros países conflictivos como Eritrea, Pakistán, Jordania, Moldavia, República Democrática del Congo y en la guerra de los Balcanes.

Alrededor de 24 millones de personas necesitan ayuda humanitaria” comenta. Ese dato supone la mitad de la población total de Afganistán, y además añade que hay más de 3,5 millones de afganos desplazados por los conflictos de estas últimas décadas. A esos números hay que incluir los más de 1,5 millones que han sido desplazados por la profunda sequía en la que se encuentra el país, y los otros miles que han abandonado Afganistán por la acuciante crisis económica. “La situación para la gente es muy desesperada, muchas familias carecen de los medios para poner comida en la mesa”.

En este último año reconoce que las mujeres han sido muy golpeadas por los talibanes. “Fuerzan a las mujeres a quedarse en casa, la situación de las mujeres y las niñas es realmente dramática”. Comenta que a pesar de que los talibanes no dejan a las mujeres acceder a las universidades, estas siguen abiertas, y añade que esta situación supone un duro revés a la economía del país.