Ántrax, viruela o peste: las armas biológicas más destructivas en caso de guerra

El virólogo José Antonio López Guerrero explica a COPE.es la "catástrofe" que supondría el uso de algunos de estos agentes biológicos con fines bélicos

María Bandera

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Ataque nuclear, bombas de vacío, ciberguerra o armas biológicas. La invasión rusa de Ucrania ha puesto sobre la mesa muchos conceptos que hasta hace pocos días sonaban remotos y a ciencia ficción, pero que son bien reales y que suponen una seria amenaza.

En las últimas horas ha cobrado especial relevancia el de las armas biológicas después de que el gobierno ruso deslizara ante el Consejo de Seguridad de la ONU, la supuesta producción de este tipo de armamento en Ucrania, una acusación de la que Rusia responsabilizaría a los Estados Unidos.

El embajador Vasili Nebenzia, convertido en la cara diplomática de Rusia hablaba de que "muy cerca de la frontera con Rusia", tenían lugar "experimentos biológicos muy peligrosos" para lo que se valdrían de tres vectores principales para diseminar los patógenos: aves migratorias, murciélagos y animales invertebrados como piojos y pulgas.

No obstante, sonaban en la sala los ecos de Colin Powell, cuando en 2003 presentó ante el Consejo las presuntas pruebas definitivas de que el Irak de Sadam Huseín fabricaba armas químicas de destrucción masiva, acusación que resultó infundada pero habría servido para justificar la invasión del país árabe por tropas estadounidenses.

Pero el uso de armas biológicas en bioterrorismo no es nada nuevo. “Se llevan usando desde la historia de la humanidad en asedios de ciudades, cuando a través de las murallas de las fortalezas se echaban cadáveres con la peste o viruela”, relata a COPE.es el virólogo José Antonio López Guerrero, profesor Titular de Microbiología en el departamento de Biología Molecular de la Universidad Autónoma y director del grupo de Neurovirología.

Más reciente, recuerda el también director del Departamento de Cultura Científica del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CBMSO) , a finales de 2001 en los Estados Unidos, se enviaron por correo a personas del gobierno y medios de comunicación esporas de B. anthracis, causante de una enfermedad poco frecuente pero grave conocida como ántrax. En total 5 personas fallecieron y 22 resultaron infectadas.

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BARATAS Y MUY DESTRUCTIVAS

Estas armas, que también se las conoce como bioarmas o armas bacteriológicas, tienen un fin claro; liberar intencionadamente virus, bacterias, hongos, parásitos u otros patógenos, con el propósito de causar enfermedades.

Solo se necesita una pequeña cantidad de ántrax para infectar a muchas personas"

Las distintas potencias beligerantes "han experimentado de forma distinta con ellos para el desarrollo de armamento debido, entre otros factores, a su bajo coste económico y su elevada capacidad destructiva frente a seres humanos, animales y plantas en objetivos civiles y militares", según advierten en un artículo Domingo Marquina Díaz, Javier Vicente Sánchez y Antonio Santos de la Sen, investigadores del Departamento de Genética, Fisiología y Microbiología de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Complutense de Madrid.

Es por ello que "tanto la ONU como distintas convenciones internacionales, conscientes de la capacidad y la facilidad de destrucción hayan establecido convenios de regulación para evitar su uso y proliferación".

CÓMO SE DISPERSAN

Por lo general, las armas biológicas constan de dos partes; por un lado el propio agente infeccioso y por otro el mecanismo de diseminación, la forma en la que el patógeno llegaría al objetivo.

Una forma de transmisión es por el aire. El problema en este caso, es que "puede volverse en contra del propio atacante", advierte el virólogo López Guerrero.

Los agentes biológicos también se pueden diseminar a través de alimentos o agua, de animales o de persona a persona.

BIOTERRORISMO

En 1998, en EEUU se creó un Grupo sobre Biodefensa Civil que determinó que los agentes que constituían una mayor amenaza deberían ser los que, en circunstancias epidémicas, podrían poner en un brete el funcionamiento social. Consideraron seis los de mayor amenaza; los causantes de enfermedades como la viruela, el ántrax, la peste, la intoxicación por toxina botulínica, la tularemia o las fiebres hemorrágicas víricas, según recoge la Seimc, la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas. Más tarde el CDC (Centro de Control y Prevención de enfermedades) los ratificó y clasificó como Categoría A.

VIRUELA

El profesor López Guerrero advierte en COPE de la "catástrofe" que supondría el uso de la viruela como arma biológica. "Es un virus que se dispersa muy bien y muy rápido".

La viruela explica "se erradicó a finales de los años 70 y por tanto dejamos de vacunarnos, es por ello que las personas con menos de 40 años serían más vulnerables a este virus tan virulento del que se estima que han muerto entre 500 y mil millones de personas en todo el mundo".

La buena noticia es que, salvo que se modificara, "existe una vacuna que además ha demostrado ser muy eficaz".

EL FANTASMA DEL ÁNTRAX

De entre todas el Bacillus anthracis, la bacteria que causa el ántrax (o carbunco), "es uno de los agentes que se utilizaría con más probabilidad en un ataque biológico", advierte el Centro de Control y Prevención de enfermedades.

El ántrax señalan, sería una buena arma "porque puede liberarse silenciosamente y sin que nadie lo note".

Puede colocarse en objetos, como las cartas, en alimentos, agua o liberarse en el aire. "Solo se necesita una pequeña cantidad de ántrax para infectar a muchas personas", advierte el CDC que señala además que su inhalación "es la forma más grave de contraer esta enfermedad y puede matar rápidamente si no se la trata de inmediato".

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