El aviso de la ciudad de Manaos al mundo: de la inmunidad de rebaño al epicentro de la variante brasileña
A pesar de que se dijo que un 76% de su población había tenido el coronavirus, la localidad amazónica vuelve a estar desbordada por la pandemia
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Si algo nos ha enseñado la pandemia del coronavirus es que todo es efímero: supuestas victorias frente a la enfermedad que se tradujeron después en la segunda ola y en la tercera, lugares con poca afectación de manera inicial donde el virus también fue muy nocivo después, las cosas más normales de la vida en sí (que ahora se ven restringidas)... Es la máxima que ha vuelto a quedar demostrada en el caso de Manaos. La localidad brasileña ejemplifica ahora por qué el mayor peligro frente a la covid-19 es confiarse.
La situación es crítica en la capital del estado de Amazonas (sí, donde se encuentra la famosa selva), con más de dos millones de habitantes y a 3.000 kilómetros de Río de Janeiro. El gran número de pacientes contagiados ha provocado que haya donaciones de oxígeno en marcha por la carencia de este, muchísimas muertes por asfixia y cementerios desbordados. Incluso hay infectados que se ven abocados a morir en sus domicilios, sin posibilidad de recibir atención hospitalaria.
La catástrofe es mayúscula. Más si cabe si se tiene en cuenta que Brasil es el tercer país del mundo con más casos de coronavirus (más de nueve millones de forma oficial) y el segundo con más muertes (más de 220.000). A pesar de todo, ha habido cierta sorpresa con el nuevo descontrol de la pandemia en Manaos. Viene dada porque no hace tanto se aireó la posibilidad de que se hubiese alcanzado la inmunidad de rebaño en la ciudad.
Así lo afirmaron varios estudios. Por ejemplo, un trabajo preliminar impulsado por la Universidad de Sao Paulo, en el que se decía que un 66% de la población de Manaos estaba infectada (por el 22% de la propia Sao Paulo). De ahí que se pudiese interpretar que los casos y muertes habían descendido allí por esta alta exposición al SARS-CoV-2 (se habla de que con casi un 70% ya se puede frenar una epidemia). Una conclusión que ha acabado demostrándose errónea.
El estudio que ponía en relieve esa posible inmunidad se sustentaba en muchos donantes de sangre jóvenes y en unos resultados a los que se aplicaba una corrección matemática. Además, dejaba claro que los anticuerpos decaían de forma vertiginosa a los meses de producirse la infección. Aun así, la revista Science parecía seguir dando pie a creer en la inmunidad de rebaño de Manaos: publicó revisados y ampliados los datos del estudio de la Universidad de Sao Paulo, afirmando que, en octubre, el 76% de los habitantes de la ciudad ya había tenido el coronavirus.
Pero nada más lejos de la realidad, por lo que muchos buscan un porqué para el desastre actual. En la revista The Lancet concluyen (aunque todas las posibles explicaciones están abiertas) que ese 76% de inmunización era una cifra al alza (aunque sorprende cómo se ha descontrolado la situación en Manaos) y que la inmunidad ha podido empezar a disminuir de forma reciente. También se alude a la nueva variante brasileña del virus, la P.1., a la mutación inglesa y a otra llamada P.2.: todas ellas podrían acabar con la inmunidad previa y tener una transmisibilidad más alta.
Se estima que casi la mitad de los casos nuevos en Manaos corresponden a la variante P.1., con sus mutaciones Nelly (común a las variantes británica y sudafricana) y Erik (común a la cepa sudafricana y que elude los anticuerpos). Por eso, la gran esperanza es que las vacunas sí posibiliten una inmunidad de rebaño fidedigna, que no caiga en saco roto como la motivada por la infección natural.
No es la primera vez en la que Manaos rompe un pronóstico en teoría contrastado sobre el coronavirus. En primavera de 2020, la primera ola ya dejó un panorama muy parecido al actual en la localidad amazónica cuando todos pensaban que el calor (entre 22 y 33 grados de temperatura allí todo el año) podía hacer caer la transmisión del virus. Hacia agosto, se pasó de 120 muertes al día a casi cero. Entonces, se confió en que no habría segunda ola y en que podía haber llegado la inmunidad de grupo.
Como ha quedado claro, no se consiguió. Así, la importancia de las vacunas (y su adaptación a las nuevas variantes si es necesario) va a ser clave para que el problema de Manaos con el coronavirus no se extienda lejos de tierras brasileñas. La preocupación es más que admisible: si fallecen personas de 40, 50 y 60 años y sólo el 6% de los manauenses son mayores de 60, ¿qué podría pasar con la variante brasileña en Europa (ya está en Reino Unido, Italia, Alemania e Irlanda, según la OMS), con una población mucho más envejecida?