Mozambique: mascarillas caseras o prestadas para esquivar la pandemia

El misionero Carlos Moratilla explica a COPE que en este país africano “no se puede confinar a la gente porque muchos viven al día”

Manuel Ángel Gómez

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“Toda la gente tiene que ir con la mascarilla por la calle, muchos se las hacen, cada uno tiene su modelo, la mayoría de tela”, dice Carlos Moratilla, un misionero español que está a cargo de un orfanato en la ciudad de Beira, en Mozambique. En este país africano tienen detectados 204 casos de COVID-19 y el lunes registraron el primer fallecimiento causado por esta enfermedad. El religioso explica que “desde el primer caso detectado el 22 de marzo, al día siguiente se cerraron las escuelas, se prohibieron las reuniones de más de 50 personas, y el 1 de abril se declaró el estado de emergencia”. Los mozambiqueños pueden salir de casa, pero no reunirse. Cuenta el caso de “unos chavales que fueron a darse una vuelta, llegó la policía y se los llevó a la cárcel; no ponen multas porque quizá no puedan ni pagarlas”. “Han reducido durante un tiempo a la mitad el aforo de los autobuses, y si antes entraban 20 en una furgoneta, lo redujeron a cinco o seis, pero los de los transportes se han cansado porque no les era rentable y han vuelto a la situación habitual”, señala Moratilla. Los comercios están abiertos desde las 6 de la mañana hasta las 5 de la tarde. “En los bancos está marcado con cuerdas en el suelo la separación por seguridad y en el campo con palos” para que se guarde la distancia social. Y las misas se ofician a puerta cerrada y los fieles las siguen por la radio “porque no hay televisión diocesana”.

Sin geles desinfectantes

Los mozambiqueños tienen la obligación de lavarse las manos antes de entrar en cualquier recinto, pero no disponen de gel desinfectante ni de soluciones hidroalcohólicas. Hay cubos con agua y jabón. Las mascarillas -si no tienen- se las prestan entre ellos.

Los casos de nuevo coronavirus en Mozambique han sido localizados en su mayoría en el norte -fronterizo con Tanzania- y en Maputo -la capital- que está cerca de Sudáfrica, el país donde más se ha propagado el COVID-19 en este continente, con 23.615 contagios y 481 fallecimientos. Este misionero de la orden de los padres somascos asegura que si la pandemia llegara a Mozambique con la misma fuerza que a España “sería una hecatombe porque no hay recursos sanitarios, no se puede confinar a la gente, vive en la calle, y la casa está concebida para ir a dormir y poco más”. “Encerrar a la gente es una medida que aquí no se puede hacer, mucha gente vive al día”, afirma Carlos Moratilla.