Domingo 27 de junio

10 años de la JMJ de Madrid, una bocanada de aire fresco

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Madrid ha celebrado esta semana el décimo aniversario de la Jornada Mundial de la Juventud de 2011. Dos millones de chicas y chicos de todo el mundo se zambulleron en lo que Benedicto XVI describió acertadamente como una “medicina contra el cansancio de creer”. La clave del éxito es una fórmula que conjuga la alegría y la celebración con el recogimiento personal y una intensa experiencia sacramental, ya sea en en la confesión o en la adoración eucarística. Iniciadas por san Juan Pablo II, las JMJ tuvieron en el entonces cardenal de Madrid, Antonio María Rouco, a uno de sus más convencidos promotores.

Si la JMJ de Santiago, en 1989, supuso una especie de ensayo general, la de Madrid simbolizó, como pocas, la plena consolidación de estas jornadas como instrumento pastoral privilegiado para la evangelización de la juventud y la sociedad del siglo XXI. El nuncio del Papa, Bernardito Auza, destacó esta semana cómo estos encuentros ayudan a los jóvenes a “compartir la fe” para después “volver a sus casas como misioneros”. Misioneros, apostilló el cardenal Osoro, llamados a dar testimonio especialmente entre otros jóvenes alejados de la Iglesia. Muchos de ellos tienen, seguramente, una imagen estereotipada y negativa, a veces por prejuicios culturales; otras, porque los propios creyentes no siempre viven a la altura del Evangelio. Frente a todo ello, como destacaba Benedicto XVI en su balance de Madrid 2011, la JMJ supone una bocanada de aire fresco que ofrece “una nueva experiencia de la universalidad de la Iglesia” y reaviva en quienes se acercan a ella la belleza y la alegría de la fe.