LÍNEA EDITORIAL

Consumada la ley de la eutanasia

Sánchez ha promovido esta ley a toda velocidad, sin diálogo con la sociedad ni con los expertos, y desoyendo las recomendaciones del Comité de Bioética y de los Colegios de Médicos

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La mejor tradición política, especialmente en occidente, establece que una finalidad esencial del Estado de Derecho es proteger la vida humana, con especial cuidado de aquella que pueda ser más vulnerable. Este principio se quiebra dramáticamente en España con la aprobación definitiva en el Congreso de la ley de la eutanasia.

El gobierno de Sánchez ha promovido esta ley a toda velocidad, en plena pandemia, sin diálogo con la sociedad ni con los expertos, y desoyendo las recomendaciones del Comité de Bioética y de los Colegios de Médicos. Y por supuesto, sin avanzar ni un paso en la consecución de cuidados paliativos para todos. Sus promotores la justifican como un progreso, e incluso como la conquista de un nuevo derecho, haciendo oídos sordos a las numerosas denuncias que llegan de los países donde leyes semejantes están en vigor desde hace años, donde la arbitrariedad en dispensar la muerte se ha convertido en práctica habitual. También resulta preocupante la regulación de la objeción de conciencia, dado el riesgo de que los médicos objetores se vean señalados e incluso sutilmente perseguidos, como ya se ha dado en países como Bélgica, Holanda y Canadá.

El mensaje d ellos obispos españoles para la próxima Jornada por la Vida cobra un singular valor profético, al invitar a todos a ser “Custodios de la Vida”. Es el momento de testimoniar con obras y palabras que toda vida humana es un bien precioso que merece ser vivido, más allá de la salud o del vigor físico. Una gran tarea educativa, cultural y también política, que nos compromete a todos desde ahora mismo.