La vivienda y el criterio del bien común

La vivienda es uno de los principales problemas sociales en España y uno de los más relevantes factores de desigualdad. Muestra de ello es el alto porcentaje de sus ingresos que los españoles dedican a la vivienda, lo que afecta a otros gastos como la alimentación, la salud, la formación o el ocio. Este reto está relacionado con la pobreza energética que padece el 13% de los hogares en España. El gasto público en vivienda es uno de los menores de Europa, no alcanza el 0, 1 % del PIB. La Constitución española reconoce en su artículo 47 el derecho a una vivienda digna. Más allá de legislaciones oportunistas cargadas de ideología, las administraciones públicas deben asumir su responsabilidad, convertir la política de vivienda en una prioridad y dejar de trasladar el peso del problema al sector privado. El reto de la vivienda demanda un pacto de Estado porque es el lugar donde se construye la familia y el reflejo de la identidad de las personas.

El arzobispo de Valladolid, Luis Argüello, ha planteado en una carta pastoral una serie de preguntas referidas a la vivienda. En ella invita a los cristianos que dispongan de una segunda vivienda a ponerla en alquiler, aceptando una retribución menor de la que establece el mercado, para permitir a muchos acceder a un bien tan necesario para una vida buena. Monseñor Argüello no discute las leyes del mercado ni olvida el papel de los poderes públicos, sino que invoca la libertad de las personas, iluminada por el Evangelio, para intervenir en la sociedad con un criterio distinto, el criterio del bien común y de la vida buena.