ESTUDIO CLIMA

Un estudio afirma que la tolerancia al calor ha evolucionado más que al frío

Un consorcio internacional, liderado por científicos de las universidades Rey Juan Carlos (URJC) y Alcalá de Henares (UAH), ha desvelado que la tolerancia al calor ha evolucionado más despacio que la tolerancia al frío en determinadas especies.,En el trabajo, publicado en la revista Nature Communications, los autores han analizado datos de climas actuales y pasados junto con las relaciones de parentesco evolutivo para explicar los límites críticos térmicos de su

Agencia EFE

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Un consorcio internacional, liderado por científicos de las universidades Rey Juan Carlos (URJC) y Alcalá de Henares (UAH), ha desvelado que la tolerancia al calor ha evolucionado más despacio que la tolerancia al frío en determinadas especies.

En el trabajo, publicado en la revista Nature Communications, los autores han analizado datos de climas actuales y pasados junto con las relaciones de parentesco evolutivo para explicar los límites críticos térmicos de supervivencia de las especies, según explica la URJC en una nota de prensa.

Los hallazgos del consorcio, dirigido por los profesores Miguel A. Olalla-Tárraga (URJC) e Ignacio Morales-Castilla (UAH), muestran que tanto las temperaturas experimentadas en la región donde se encuentran las distintas especies, así como las tasas de cambio evolutivo explican buena parte de la variación.

"Ya se había propuesto que muchas especies parecían tener mayores dificultades en adaptarse al calor que en adaptarse al frío. Nuestro trabajo muestra que la capacidad de adaptarse al frío ha evolucionado hasta el doble de rápido que la capacidad de adaptarse al calor", ha señalado el profesor Olalla-Tárraga.

Para Morales-Castilla resulta además llamativo que "este patrón se ha configurado en muy poco tiempo evolutivo y es especialmente destacado en endotermos (mamíferos y aves), mientras que ectotermos y plantas muestran de un modo general más dificultades para ampliar su tolerancia al frío".

El equipo de investigación estaba interesado en comprender por qué algunos animales y plantas puedan resistir el rigor del frío polar mientras que otros están perfectamente adaptados a soportar calores sofocantes, o si la capacidad para aguantar el calor o el frío influirá sobre el futuro de las especies con cambio climático.

Por ejemplo, en los desiertos australianos, las hormigas rojas de la miel (Melophorus bagoti) son capaces de mantenerse activas durante los días más cálidos del verano tolerando temperaturas por encima de los 50 grados centígrados.

Lo mismo les sucede a los lagartos corredores del género Aspidoscelis que habitan en zonas secas y expuestas al sol en desiertos del suroeste de Estados Unidos.

Por el contrario, invertebrados como el colémbolo Cryptopygus antarcticus sobreviven al frío extremo y alcanzan puntos de sobreenfriamiento cercanos a los 30 grados bajo cero para soportar las duras condiciones que impone el invierno antártico.

En este sentido, la tolerancia fisiológica de los seres vivos al calor y al frío determina en qué lugares del planeta pueden vivir o qué estaciones les son más propicias para desempeñar sus actividades.

Para completar esta investigación, los profesores Olalla-Tárraga y Morales-Castilla recibieron financiación del Centro Alemán de Biodiversidad Integrativa (iDiv) y coordinaron a un grupo de reconocidos ecólogos, fisiólogos y biólogos evolutivos.

"Es lógico que las especies que viven en regiones muy cálidas tiendan a tolerar mejor el calor, pero, con el aumento de temperaturas que impone el cambio climático, ¿serán las distintas especies capaces de seguir adaptándose al calor indefinidamente?", cuestionan los investigadores.

Según los resultados de este trabajo no parece que así sea, ya que la investigación "ha detectado la existencia de barreras fisiológicas que dificultarán la supervivencia de muchas especies que verán superados sus límites térmicos críticos".

La investigación muestra cómo a lo largo del árbol de la vida las especies tienen muchas más dificultades para superar la barrera superior (de tolerancia al calor) que la inferior (de tolerancia al frío) y ampliar su rango de tolerancias térmicas.

"Esto es crítico para entender los efectos del cambio climático en faunas y floras", insisten los investigadores, que añaden que las implicaciones de estos hallazgos "son de gran relevancia para comprender las consecuencias del cambio climático".