¿Favorece el aprendizaje el uso del móvil con fines educativos?

El curso escolar está a punto de finalizar y es el momento de hacer balance sobre hasta qué punto el uso del teléfono móvil favorece el aprendizaje.

Sefi García

Publicado el - Actualizado

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El debate se ha reavivado en este curso que está a punto de finalizar. Cinco Comunidades Autónomas prohíben su uso en la escuela mientras que en el resto de España son los centros educativos los que deciden cómo y cuándo se pueden utilizar.

Son una buena herramienta pedagógica, aseguran profesores y pedagogos, pero es imprescindible su control dentro y fuera del entorno educativo.

Lo tienen en la mano y encendido todo el día. Nuestros niños y nuestros adolescentes usan el teléfono móvil para todo y en ocasiones, a todas horas.

A los 11 años tiene el primer smarphone, según el último dato ofrecido por UNICEF. En muchos casos es el único dispositivo que tienen. En ese contexto, dentro del programa para que los alumnos de nuestro país obtengan capacidades digitales, los centros educativos han tomado la decisión de incorporarlos al aula. ¿Con más voluntad que acierto? Depende a quien preguntes. Desde luego, profesores y pedagogos entienden que es una herramienta muy útil si se utiliza correctamente.

Los datos y las bondades

Los últimos datos ofrecidos por el ministerio de Educación correspondientes al curso 22/23 señalaban que el 54,7% de las aulas de Enseñanza Secundaria Obligatotia (ESO) lo utilizan como herramienta pedagógica, un porcentaje que llega al 63,5 en el Bachillerato.

En la FP básica su uso supera el 68% y va más allá del 69% en la de grado medio y en la superior.

Pero ¿cuáles son sus ventajas? Francisco Venzalá, el presidente del sindicato de profesores ANPE ha contado a cope.es que “promueve la autonomía y el autocontrol de nuestros jóvenes en cuanto a la propia conectividad, e incentiva el pensamiento crítico, la creatividad, la imaginación cuando se les proponen determinado tipo de actividades, de búsquedas de tareas, y está demostrado que aumenta la motivación, y la participación independientemente de las distintas realidades y capacidades que nos encontramos en nuestras aulas. Nosotros entendemos que no tiene que desaparecer como herramientas pedagógicas”.

Son partidarios por tanto de que siga formando parte de los currículos, porque se trata de “una buena herramienta pedagógica y no se le pueden poner puertas al campo.

El uso racional, medido, del teléfono móvil es una realidad. Lo que no es menos cierto es que cuando se realiza un uso desmedido, y eso ocurre, es a lo que tememos que poner coto entre todos”.

Mecanismos de control, límites e implicación de las familias

Asegura Venzalá que “tenemos que velar en la parte técnica porque esos entornos digitales sean seguros, y esto trasciende el ámbito familiar y el educativo, estamos hablando de las empresas, los portales, de las plataformas a las que nuestros niños acceden y por otro lado está ese uso racional, en el centros que se ciña solo al aspecto pedagógico, y un uso racional cuando abandonan el centro educativo. De nada sirve tenerlo regulado en el centro educativo si una vez que salga por la puerta no existe el más mínimo control. Sería un paso atrás y no estaría en la línea que entendemos que se debe de ir”.

Todas las encuestas, los estudios apuntan a que “hay una realidad que se debe corregir, y nosotros entendemos que se está corrigiendo”.

Imprescindible: el cumplimiento social de la norma educativa

El presidente del Colegio Oficial de Pedagogos, Enrique Cartillejo, coincide en lo básico con los profesores. “En una clase puede ser muy útil-asegura- porque el docente en ese momento ha tenido a bien tener una formulación pedagógica adecuada para ese uso, pero después el control, se vuelve casi imposible-asegura-y ahí viene el drama con los smarphone en los centros educativos.

Además tenemos profesores ampliamente formados y otros no, y ya no cuento las horas de patio o los lavabos. Si no estamos en disposición de garantizar un control del uso adecuado del smarphone, no debe estar en los colegios”.

En ocasiones los profesores tienen que avanzar usando las herramientas de las que disponen porque “las realidades no son siempre tan directa s-reconoce el pedagogo- Nos podemos encontrar con centros educativos donde los padres se han negado a comprar una tablet o un ordenador por el precio, y luego los niños llevan móviles que superan ampliamente lo que cuestan los otros dispositivos, entontes el centro educativo se acoge a lo que tiene.".

Luego está la responsabilidad de los padres. "Si un centro educativo toma la decisión de prohibir los móviles porque tienen ordenadores ¿qué hacen los niños en la puerta del colegio con los móviles encendidos? Por mucha innovación educativa que queramos poner, al final, aquellos países que marcan la diferencia educativamente hablando es porque el cumplimento social también marca la diferencia. El cumplimento social de la norma es análogo a su éxito educativo”.

No se trata de prohibir o permitir simplemente. Castillejo explica que “en España somos dicotómicos, pero lo que está claro es que no hay un debate técnico, pedagógico sobre la tecnología que ya está ahí ¿Cómo conseguimos que los alumnos adquieran competencias? ¿cómo los protegemos? ¿Cómo ayudamos a los profesores? Ese es el debate y es aquí donde España siempre pierde el partido y donde vamos seis o siete pasos por detrás de la realidad.

La reticencia de las familias

Los padres y madres tienen serias dudas sobre las bondades del uso del móvil para fines pedagógicos. Catherine Lecuyer, vinculada al movimiento Adolescencia sin móviles y la primera persona que alzó la voz contra el uso de la tecnología en menores, nos ha contado que no se ha hecho un estudio serio sobre lo que aporta el uso de tecnología digital en las aulas para mejorar la educación y las oportunidades laborales ni sobre los efectos negativos que puedan tener en el aprendizaje. “Una década después de la introducción de su uso, al contrario, tenemos evidencias que indican que esos dispositivos pueden crear hipotecas para el aprendizaje, como por ejemplo la inatención, la impulsividad, la falta de concentración, la distracción, que son consecuencia de la multitarea tecnológica”.

Para Lecuyer saber reconocer la información verídica o falsa, entender un dato en un contexto “y todo eso no tiene que ver con las competencias digitales, es resultado de la adquisición de la cultura y el conocimiento, que es el resultado de la instrucción directa y de la transmisión del conocimiento que ocurre cuando una persona está hablando con otra. La educación es un asunto humano, no tecnológico”.

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