Las pseudoterapias, un problema de salud pública

Al menos 500.000 personas se fían de estas técnicas sin base científica

Carmen Labayen

Publicado el - Actualizado

7 min lectura

Al menos medio millón de personas se fían de pseudociencias y pseudoterapias en nuestro país. Son la punta del iceberg de un problema de salud Pública, según denuncia la Organización Médico Colegial (OMC), que alerta del riesgo de estas técnicas que para muchos pacientes implica retrasar o abandonar tratamientos con carácter curativo científicamente demostrado.

Basadas en la energía, el propio cuerpo o la mente o la naturaleza, van desde la homeopatía y la acupuntura -que son las más utilizadas y que en otros países están reguladas- a otras más minoritarias como el zero balancing, la ventosa-terapia, la magneto-terapia o la terapia floral. Los médicos alertan de recurrir a ellas, especialmente en pacientes de cáncer o con problemas de salud mental, enfermedades neurológicas o crónicas.

Todo lo que es natural no tiene por qué ser inocuo y recurrir a estas terapias es especialmente arriesgado en pacientes psiquiátricos u oncológicos porque hemos visto muchos casos que abandonan el tratamiento o llegan tarde a él o tienen pérdida de oportunidad o comprometen los ingresos de la familia”, explica a COPE Rosa Arroyo, vicepresidenta de la OMC y coordinadora del Observatorio contra las Pseudociencias, Pseudoterapias, Intrusismo y Sectas Sanitarias (OPPISS).

Perfil muy variado y principalmente para paliar el dolor

Paliar el dolor físico y en ocasiones también el dolor mental y emocional es lo que lleva a la mayoría de las personas a recurrir a las pseudoterapias. Según un estudio publicado en 2021 por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) el perfil es muy variado, tanto mayores como jóvenes, hombres y mujeres de cualquier origen social y nivel cultural que con las pseudoterapias buscan alejarse de la medicalización, boicotear los intereses comerciales de los laboratorios farmacéuticos o recibir más atención ante sus problemas de salud.

Eliana tiene 30 años y para ella la medicina tradicional es el último recurso: “solo voy al médico cuando no tengo más remedio y evito tomar cualquier fármaco porque me sientan mal y prefiero la medicina china. Cuando me duele la espalda recurro a la ventosaterapia o cupping, me alivia e incluso he aprendido a manejarla y a usarla con personas de mi entorno como mi novio. Lo que veo es que sirve para deshacer los nudos que se forman en la espalada y a relajar las zonas tensionadas”.

Por la electro acupuntura se ha decantado en alguna ocasión su novio Rubén de 32 años: “no te cura, pero te sientes un poco mejor, te ponen electrodos en las piernas y aunque salgo reventado a mí me funciona. Para la rodilla cuando me duele sí que tomo algún espidifén”.

Andrés de 53 años está convencido de que la medicina alternativa “funciona y es menos química que la medicina farmacéutica. Yo sufro del estómago, pero no tomo medicamentos para el reflujo, me hago unos batidos con vegetales que creo que me ayudan más”.


Verificar quién nos atiende y qué grado de responsabilidad asume

Abrazoterapia, Diafreoterapia, geoterapia, metaloterapia, reflexología, musicoterapia, risoterapia, luminoterapia, vacuoterapia...,la lista de posibilidades es larga y están todas recogidas en el Ministerio de Sanidad que junto a la Organización Médico Colegial anima a quienes se planteen recurrir a ellas verificar antes en fuentes fiables en qué consisten cada una, su base científica y su grado de eficacia y también de seguridad. Una de las webs en las que es posible saber sobre estas terapias y sobre la evidencia recopilada en torno a cada una de ellas es #coNprueba.

Suelen ser milagrosas, se salen del marco de la medicina basada en evidencia, no accesibles en la sanidad pública y de pago. Hay mucha gente que recurre a ellas y es difícil cuantificarlas porque muchos luego no lo reconocen porque se arrepienten o porque han perdido su dinero. Y todo porque siempre es más difícil entender un buen argumento científico que adscribirse a una creencia o a lo que tú quieres intentar o a lo que te gustaría que pasara”, señala Arroyo.

La viralización de las redes sociales y la pandemia han disparado el recurso a este tipo de técnicas y remedios sin base científica y no todos los pacientes quedan encantados. Solo en el Consejo General de Psicología reciben una media que oscila entre las 200 y las 300 denuncias anuales.

Todo puede tener un efecto secundario porque si no tiene ningún potencial efecto secundario es que tampoco tiene ningún efecto terapéutico. Que haya técnicas seguras no equivale tampoco a que sean eficaces. Debemos ir a las fuentes originales de la información y no fiarnos de ningún copia y pega, ver de dónde sale la propuesta que nos están haciendo y quién se responsabiliza de lo que nos pueda suceder”, subraya la vicepresidenta de la Organización Médico Colegial.

Y para ello recomienda, en un primer lugar, comprobar que la persona que nos está atendiendo es un profesional colegiado y habilitado, sin fiarnos de los carteles que cuelgan en la pared que pueden ser falsificados. También debemos preguntar sobre la evidencia científica sobre la técnica que nos están proponiendo. Y después verificarlo todo con los colegios oficiales y también en las páginas oficiales. En riesgo está no solo nuestra economía sino, ante todo, nuestra salud.

A juicio de Arroyo, hay claras lagunas en nuestra legislación que se deberían de subsanar, ya que según explica, solo el intrusismo es perseguible y denunciable ante los colegios de médicos o directamente en los tribunales. El problema es que muchos de quienes nos venden estas terapias y sus llamadas medicinas alternativas “muchas veces ni siquiera tienen un seguro de responsabilidad civil por si ocurre algo”.

Los médicos tenemos responsabilidad, nos jugamos que nos sancionen y también que nos expulsen de la colegiación. Otra persona que no es sanitaria y que está vendiendo cualquier cosa lo sigue haciendo sin ningún problema. Habría que modificar la Ley de Publicidad de Productos Sanitarios también porque cuando las ventas de estas terapias y productos se hacen online no hay forma de denunciarlo y mucho menos cuando la sede está fuera del territorio”.

Otra diferencia entre los médicos y otras personas que no lo son es lo que sucede en caso de negligencia. En el sistema sanitario hay protocolos y toda una documentación sobre cada caso, algo que nos siempre ocurre con las pseudoterapias.

A una persona con cáncer le dicen que le están matando con la quimio y que opte por una terapia alternativa que es mucho mejor y sin esos efectos secundarios y si el paciente fallece ya nadie puede denunciar, los familiares no pueden hacerlo porque solo lo puede hacer el paciente y ya es tarde” lamenta Arroyo.

Falta regulación que también reclaman desde el sector de las terapias naturales

En España, como en el resto de países, hay una tendencia creciente a la utilización de terapias naturales. Sin embargo, no hay normativa específica a nivel estatal que regule de forma global las terapias naturales, aunque sí existe regulación más específica en el terreno de los medicamentos homeopáticos y los medicamentos a base de plantas.

Desde la Asociación Nacional de Profesionales y Autónomos de las Terapias Naturales (COFENAT) que reúne a 13.000 profesionales recuerdan que las terapias naturales más demandadas como la osteopatía, la acupuntura y la homeopatía sí están reguladas en varios países de nuestro entorno, entre ellos Portugal. Consideran que su regulación en España es la única forma de dejar fuera del sector a los curanderos y de mejorar con ello la seguridad de los ciudadanos.

Desde la Organización Médico Colegial señalan que una terapia que es eficaz en un área, puede ser considerada pseudoterapia en otra. Por ejemplo la terapia hiperbárica, con ámbito de aplicación legítimo en descompresiones, es una pseudoterapia en el tratamiento del autismo y reconocen que una pseudoterapia puede ser un campo legítimo de estudio sin resultados concluyentes todavía.

Apuntan a que gran parte de las pseudoterapias se basan en la inmersión de los pacientes en un entorno relajante donde disfruta de una atención dedicada. El efecto placebo generado al sentirse cuidado disfraza la falta de efectividad de dichas técnicas. Denuncian que al apropiarse de la palabra terapia buscan equipararse a prácticas legítimas como la radioterapia o la fisioterapia.

Todos estos matices han sido analizados por el

que ha elaborado una clasificación consultable en

en el ámbito de las terapias naturales

Varias de las propuestas se utilizan, según denuncian desde la OMC, como gancho o tapadera por movimientos de tipo sectario que buscan desligar a las personas en situación vulnerable de su familia y de cualquier tratamiento médico.