¿Por qué sentimos un dolor más intenso por la noche que durante el día? Estos son los motivos

El momento del día en el que se puede sentir más dolor está alrededor de las 03:00 de la madrugada y el menos doloroso a las 15:00 de la tarde

¿Por qué sentimos un dolor más intenso por la noche que durante el día? Te lo contamos

Raquel Pérez Polo

Madrid - Publicado el - Actualizado

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"El tiempo no duerme los grandes dolores, pero sí los adormece", decía George Sand. Cinco siglos antes, el autor de "La divina comedia", Dante Alighieri, profundizaba mucho más, "quien sabe de dolor, todo lo sabe".

Esto no quiere decir que quien sufra un dolor, y menos si es crónico, es afortunado. Más bien todo lo contrario. El dolor es el síntoma más prevalente en todas las enfermedades y, entre sus muchas consecuencias, provoca alteraciones en nuestro día a día y también en nuestras noches, al impedirnos dormir, al afectar al sueño.

El neurólogo, fundador de la Asociación Mundial de Medicina del Sueño y una eminencia en neurofisiología clínica, el doctor Sudhansu Chokroverty explica en numerosos libros y estudios que sueño y dolor forman un binomio que puede ser muy diferente en cada persona, lo que implica el estudio individualizado de los pacientes. Porque las enfermedades ocasionan alteraciones del sueño por diferentes causas: "por los trastornos metabólicos de la propia enfermedad y su repercusión sobre las neuronas hipnogénicas del diencéfalo -la parte del encéfalo situada entre el telencéfalo (cerebro anterior) y el mesencéfalo (cerebro medio)- y troncoencéfalo.

Los efectos adversos de los fármacos usados en el tratamiento de la enfermedad sobre la organización y la arquitectura del sueño; las alteraciones provocadas en el ritmo circadiano, nuestros ritmos biológicos; los efectos de la enfermedad y fármacos usados sobre los mecanismos respiratorios centrales y periféricos provocando alteraciones respiratorias durante el sueño; el reflejo gastroesofágico provocado por los fármacos usados en el tratamiento y su repercusión sobre el sueño; los efectos sobre el sueño provocados por la inmovilización o reposo en cama prolongado debido a la enfermedad; las alteraciones sobre el sueño provocadas por las disfunciones del sistema nervioso autónomo bien por la enfermedad o como efecto secundario de la medicación, y las alteraciones sobre el sueño provocadas por la depresión y/o ansiedad acompañantes a la enfermedad", detalla el profesor que resume todos estos mecanismos en el siguiente enunciado: "El dolor provoca alteraciones del sueño y estas aumentan el dolor y agravan el curso de la enfermedad estableciéndose un círculo vicioso".

Dormir mal incrementa la sensación de dolor

La psicóloga Claudia Juarez Bautista subraya que "dormir bien es un requisito indispensable para una buena salud. El sueño se ha convertido en una cura casi milagrosa para todo", pero a la vez destaca que "dormir mal o dormir poco, la deprivación de sueño es un precursor de muchas patologías y alteraciones", e incluso advierte de que "nuestro sueño también puede incrementar nuestra percepción del dolor".

El sueño puede incrementar nuestra percepción del dolor

No solo el dolor afecta a nuestra calidad del sueño, sino que también nuestra calidad de sueño influye en nuestra percepción del dolor. La Asociación Internacional para el Estudio del Dolor define el dolor como "una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada a un daño de los tejidos del organismo actual o potencial o que se describe con las manifestaciones propias de dicho daño". Cada persona calificamos el dolor por nuestra experiencia personal; es una sensación, evoca una emoción y esta es desagradable. El dolor tiene múltiples causas, diversas características anatómicas y fisiopatológicas, y variadas interrelaciones con aspectos psicológicos y culturales.

El dolor puede ser agudo o crónico, neoplásico y no neoplásico, somático, visceral, neuropático o con alto componente psicosomático. La Asociación Internacional para el Estudio del Dolor clasifica el dolor siguiendo estas características: 1) región afectada; 2) sistema involucrado; 3) características temporales del dolor; 4) intensidad declarada por el paciente, y 5) etiología, por el conjunto de causas de una enfermedad.

Los pacientes con dolor crónico tienen mayor riesgo de padecer insomnio y las personas con dolor agudo, su sueño es de baja calidad. "El binomio sueño-dolor es bidireccional: una noche con sueño de poca calidad aumenta la intensidad del dolor del día siguiente y viceversa, un día con dolor intenso a menudo va seguido de una noche de sueño de baja calidad. Sabemos que el tiempo total en cama es igual para los pacientes sanos que para aquellos con dolor crónico; sin embargo, en estos últimos el sueño está más fragmentado" destaca en un artículo de la revista Elsevier: "Sueño y dolor", el doctor Paniagua Soto, de la Unidad de Sueño del Hospital Universitario de Granada.

La sensibilidad al dolor es más aguda por la noche

Los profesionales especializados de las Unidades del dolor - los algóslogos (del griego λγος, algos, dolor)-, que cada vez son más frecuentes en los hospitales de todo el mundo, saben que por las noches esa experiencia sensorial y emocional desagradable se hace más intensa.

¿Por qué? Pues según un equipo de investigadores franceses del Centro de Investigación de Neurociencia de Lyon, se debe a los cambios en la sensibilidad al dolor debido a nuestro reloj circadiano que modula esos cambios, formando un pico y un valle característicos de intensidad en diferentes momentos del día.

El dolor es una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada a un daño en el organismo

"Usando condiciones de rutina constante de laboratorio altamente controladas, mostramos que la sensibilidad al dolor es rítmica durante las 24 horas y está fuertemente controlada por el sistema de sincronización circadiano endógeno. Encontramos que el componente circadiano de la sensibilidad al dolor se puede modelar con un máximo en medio de la noche y un mínimo en la tarde", afirman los investigadores, que subrayan que "la sensibilidad al dolor está controlada por dos procesos superpuestos: un fuerte componente circadiano y un modesto componente homeostático relacionado con el sueño".

Los pacientes que participaron en el estudio fueron sometidos a una rutina con unas condiciones constantes de iluminación, temperatura, acceso a la comida con el objetivo de que no pudieran saber qué hora era en cada momento. Se eliminaron cualquier elemento o comportamiento rítmico que pudiera dar pistas sobre el horario. Debían acostarse en una posición semi-recostada en una habitación con poca luz durante las 24 horas y recibían pequeños refrigerios cada hora.

Con todas esas condiciones ambientales, el experimento ha revelado la influencia de los ritmos internos sobre el dolor al descubrir que un mismo estímulo caliente breve se percibía como más doloroso alrededor de las 03:00 de la madrugada y menos doloroso a las 15:00 de la tarde.

El momento del día en el que se puede sentir más dolor está alrededor de las 03:00 de la madrugada

Con todos los datos recogidos en este experimento, "utilizando modelos matemáticos, describimos que el sistema circadiano representa aproximadamente el 80 % de la magnitud total de la sensibilidad al dolor durante las 24 horas y que los procesos relacionados con el sueño representan solo aproximadamente el 20 %", afirman los cuatro autores del estudio.

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