El riesgo de pobreza es 20 veces mayor en las familias monoparentales

Noelia vive con tres hijos y asegura que si comen cada día "es gracias a mis padres

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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En España hay casi dos millones de hogares monoparentales. Ocho de cada 10 están encabezados por mujeres. En estas familias, el riesgo de sufrir pobreza y de exclusión infantil es 20 veces superior al de la media en España. Con un único sueldo en el hogar, cuando lo hay, tienen mayores dificultades para conciliar la vida familiar con la profesional.

Noelia está en esta situación. Es madre de familia de tres hijos de 14, 9 y 4 años respectivamente. Ellos son conscientes de la situación y viven el día a día con incertidumbre. Su madre cuenta con dos bazas para poder llegar, aunque no siempre, a fin de mes: un subsidio público y el apoyo de su familia.

“Estoy cobrando una renta básica y estoy sola con mis hijos, entonces tiro adelante como puedo. No como marisco porque no me lo puedo permitir, pero gracias a Dios y a la ayuda de mis padres tenemos un plato de comida a diario para comer y para cenar”, señala.

“Si no fuera por el apoyo de mis padres a día de hoy, creo que a mis hijos no les faltaría de nada, pero no sería lo mismo”, añade Noelia. Y es que su lucha diaria es estar pendiente de cubrir todas las necesidades básicas de su familia y que no les falte nunca de nada al tiempo que hace frente, también con ayuda, al pago del alquiler, la luz y el agua.

Así lleva desde que tuvo a su primer hijo con 18 años. Ahora tiene 33 años, viven en Badajoz y ha ido compaginando su responsabilidad como madre con diferentes trabajos principalmente en empresas de limpieza, cocina o jardinería.

Menos gasto social y condiciones laborales más precarias

España es el tercer país de la Unión Europea con peores tasas de pobreza y de exclusión infantil, solo por detrás de Rumanía y Bulgaria. Además, la pobreza infantil afecta a 2 de cada 10 niños en nuestro país, lo que representa casi el doble que en el resto de países europeos. Y vivir en una familia monoparental genera aún mayor vulnerabilidad. En estos hogares, casi la mitad de los niños están en riesgo de pobreza y exclusión. Un dato que duplica la media que registran los países de nuestro entorno.

Es algo que Carmen Flores, presidenta de la Federación de Asociaciones de Madres Solteras (FAMS), achaca la falta de inversión para que estos hogares vulnerables puedan salir adelante.

“Debería haber un aumento del gasto social como primera medida urgente dentro de un marco protector coherente que aborde la diversidad de los hogares centrado en las familias que más complicado lo tienen”, resalta Flores.

Las asociaciones y fundaciones que ayudan a los más necesitados son otro de los apoyos con los que cuentan estas personas en situación vulnerable. Una de ellas es la Fundación Achalay. Virginia López es su Coordinadora de Acción Social y hace especial hincapié de las condiciones laborales y en la dificultad adicional para conciliar en las familias monoparentales.

“Muchos de estos padres o madres llevan a cabo trabajos que no les permiten teletrabajar y hacerse cargo de la crianza de sus hijos e hijas y además mantener el empleo les ha resultado muy difícil algo que ha quedado patente en la pandemia”, asevera.

Además, se pueden dar todo tipo de perfiles: “Pueden ser familias desestructuradas o no, pueden ser familias españolas y familias inmigrantes. Hay una enorme diversidad de familias que se encuentran en esta situación y sí que creo que hay que lanzar un mensaje en el que la pobreza no se estigmatice”, explica la experta.

Y según subraya no solo los que carecen de empleo corren peligro: “En este momento estamos viendo que gente que tiene su trabajo también está en situación de pobreza porque los empleos son muy precarios, porque no pueden acompañar el proceso educativo de sus hijos e hijas porque a la falta de conocimientos se le suma la falta de alfabetización digital...”, explica.

Consecuencias pandémicas

La crisis sanitaria del coronavirus también ha contribuido a agravar la situación. Durante el año 2020, 3 de cada 10 hogares madrileños vieron caer significativamente sus niveles de ingresos. Solo el confinamiento de la primera ola provocó más de 110.000 llamadas a los servicios de emergencia por casi 75.000 personas, según un estudio elaborado por el Área de Familias, Igualdad y Bienestar Social del Ayuntamiento de Madrid.

Durante la atención telefónica, las palabras más repetidas fueron “hijos/as”, “menor/es” y “alimentación”. En cifras, casi 3 de cada 10 son nuevos usuarios registrados en los servicios sociales municipales por el grave impacto de la pandemia. Y es que, si ya se ven retrasados los pagos relacionados con la vivienda o con no poderse permitir lujos para comer, en las familias monoparentales se duplican o incluso triplican los porcentajes. Esta concentración de llamadas responde al patrón de vulnerabilidad social descrito por el Grupo de Inteligencia Artificial de la Universidad Carlos III de Madrid.

A nivel nacional, las familias se han visto obligadas a desplegar diferentes estrategias durante la crisis sanitaria. La reducción de gastos en ropa, calzado y alimentación alcanza a un 30% de las familias españolas según el último informe FOESSA de Cáritas. También entre 2018 y 2021 ha bajado el porcentaje de ayudas a otras personas, por lo que el debilitamiento de los vínculos externos al hogar sigue siendo más acusado en los hogares en riesgo de exclusión severa y en los hogares monoparentales compuestos por madres con hijos.

Por contra, el nivel de activación que tienen las familias en riesgo de vulnerabilidad es muy alto. En un 80% de estos hogares consiguen trabajar, estudian o se forman para mejorar su empleabilidad, o participan en programas de servicios sociales para avanzar en su salida de la pobreza o la exclusión.

La lucha por un derecho

Las familias monoparentales llevan décadas reclamando que se les reconozca en la legislación. El concepto no está definido en ninguna ley, por lo que el acceso a las ayudas o a la protección, a la que tienen derecho otras familias, es en su caso más limitado. Las Organizaciones No Gubernamentales que las acompañan pide que se acelere el cambio para abordar lo que consideran una urgencia social.

Como medida de conciliación el Ministerio de Derechos Sociales sí ha propuesto ampliar un año el permiso de maternidad a las familias monoparentales y que puedan ceder la mitad del tiempo a un conviviente o un familiar. Lo incluyó en un borrador de la Ley de Familias que aún sigue pendiente de aprobación y, por lo tanto, sigue en el aire.