Uno de cada tres mayores sufre soledad no deseada
En verano con las vacaciones la sensación es más acusada y se combate con un adecuado acompañamiento
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Casi un tercio de los mayores de 65 años se encuentran en situación de soledad en España. Casi tres millones de personas la sufren durante el año y, de forma más marcada, en verano cuando en su entorno la mayoría están de vacaciones, un delicado momento del año en el que las ONG's refuerzan sus programas de acompañamiento. Para fomentar su bienestar organizan de visitas de día a mini viajes o apoyo a domicilio como el que recibe Matilde en su casa del madrileño barrio de Carabanchel.
En este domicilio reina la tranquilidad y para evitar el calor las persianas están medio bajadas durante el día. En la pared de su domicilio, situado en una de las calles principales del barrio, están los cuadros que pintaron su marido y su hija y un reloj de péndulo que suena cada hora. Hace 21 años que Matilde Martín, que ahora tiene 86, se quedó viuda: “cuando más sola me siento es por la noche porque la verdad es que no duermo bien y encima me da por pensar y me desvelo más”.
La soledad no deseada es el doble de frecuente entre las personas que, como ella Matilde viven solas, según refleja el barómetro anual del Observatorio SoledadES. Carecer de compañía y de redes familiares o sociales es el primer factor de riesgo. A tejer estas relaciones en cada barrio se dedican diferentes organizaciones como la Fundación Grandes Amigos que acompaña a más de 2.000 personas en seis comunidades autónomas con 2.700 voluntarios centrados en la construcción de vínculos socioafectivos en los distintos programas de apoyo presencial y telefónico.
Como muchas personas mayores, Matilde tiene familia, 4 hijos de los que habla con entusiasmo como de sus nietos y viznietos. Se llaman regularmente por teléfono, pero la mayoría no viven en la ciudad, lo que dificulta verse aunque ya planea el próximo plato que les va a servir cuando se vean pasado el verano: calamares en su tinta, un plato que les gusta y que espera todos puedan degustar.
En el día a día a Matilde la vidilla se la da su amiga Charo Elías de 84 años y madre de 6 hijos, viuda como ella. Tras décadas de vidas paralelas, son amigas y tienen animadas conversaciones en el salón de Matilde, donde rememoran algunas historias vividas en común o las series o películas que más les gustan o que, por el contrario, no soportan. Hablan mucho de sus hijos, del pasado y discuten sobre si se sienten ahora más vulnerables o tienen más miedo.
En los cómodos sofás verdes de este salón se ha ganado un sitio de oro, Josefina Zapardiel. Roza los 70 años y lleva 7 como voluntaria en Grandes Amigos. Lleva 4 años acompañando a Matilde y se han hecho amigas. Al grupo se ha unido ahora también Charo y se encuentran todos los miércoles por la tarde.
“La quiero más que una amiga, te lo digo ahora que está aquí delante. Josefina tápate los oídos (se ríen)...Yo de verdad que la quiero mucho porque me ha aportado un montón y además en muchos momentos muy malos. Su don es que sabe escuchar. Nos caímos bien desde el primer momento. Y la he aficionado a leer también, así que nos cambiamos libros y hablamos de libros y de novelas y lo pasamos muy bien”, asegura Matilde, que atesora más de 3.000 ejemplares en su salita de estar.
Allí sentada en el sofá de orejas, con una máquina que le masajea los pies, un ventilador-cuando el calor arrecia- y una obra de Lorenzo Silva, su última elección disfruta mucho en su casa. Al ser totalmente independiente, también le gusta salir por el barrio con sus amigas, ya sea, a una conferencia de la policía, a dar una vuelta y, sobre todo, sentarse las 3 en una terraza para, según nos cuenta Josefina, tomar “una cervecita bien fresca ahora en verano o un café con leche en invierno”.
Josefina sí vislumbra pasar de acompañadora a acompañada en el futuro “cuando lo necesite y como ya sé de que va creo que me gustaría mucho”. Charo no entiende la gratuidad de su entrega, “no comprendo que sin ser religiosa y sin una compensación económica deje a su familia y sus actividades para estar con nosotras, es una persona extraordinaria”, subraya.
Pero esta voluntaria tiene claro que también ella gana dando su tiempo a los demás: “te sienta bien, yo cuando me voy para casa me voy contenta de haber estado con Matilde y con Charo”.
Juntas conjuran uno de los males de nuestra sociedad, una soledad más acuciante en los jóvenes y en los mayores de 75 años que en el resto. Según un macro estudio de la Fundación La Caixa, el 64 por ciento de quienes acuden a sus centros sociales y de ocio experimentan en alguna medida sentimientos de soledad no deseada. En el 14,8 por ciento de los casos de tipo grave o muy grave. Según esta investigación, la sensación de vacío y de abandono es mayor en las mujeres que en los hombres y en personas de menor nivel educativo que en las de mayor formación.
“El sentimiento de soledad influyen diferentes factores, cuenta mucho el tener o no familia disponible y también las redes de apoyo en el vecindario o el barrio que, con el tiempo, se van reduciendo. El 87 por ciento de las personas a las que acompañamos son mujeres de una media de 84 años y acompañadas por voluntarias de más de 50 años a las que formamos, una labor para la que no cuenta la edad y en la que cuidamos mucho que haya un encaje entre lo que esperan los mayores y los voluntarios para crear relaciones lo más duraderas posible” explica a COPE Nerea Arregui portavoz de Grandes Amigos.
Se dedican -como también otras organizaciones como Cáritas, Amigos de los Mayores o Nadie solo - a garantizar la socialización de estos mayores con excursiones, salidas, tertulias, talleres y acompañamiento a domicilio que refuerzan en verano con programas de mini vacaciones y escapadas y siempre con el mejor trato hacia los mayores buscando fomentar su autonomía y su entretenimiento sin paternalismos.
Para Ana Benavides, directora de la Fundación Lealtad, que se dedica a acreditar la transparencia y las buenas prácticas en la gestión de las organizaciones del Tercer Sector, “las relaciones entre mayores y voluntarios van mucho más allá de la buena acción. Se crean unos vínculos de amistad que hacen que cuando por ejemplo en ocasiones el voluntario no puede acudir el mayor no desea que venga otro sino que espera a que vuelva la próxima semana y entretanto se llaman por teléfono”.
El principal impacto de esta importante labor social, subraya, es que “cuando empiezan el acompañamiento mejora el estado de ánimo y de salud de los mayores gracias a las conversaciones y a las salidas con los voluntarios que dan vida”.