En la era de la IA los buenos docentes, más necesarios que nunca

8 de cada 10 alumnos la usan, entre los profesores, 7 de cada 10 

La comunidad educativa cree que con la IA ya no hay marcha atrás
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¿Cómo impacta la IA en el aprendizaje de los alumnos? ¿Y en la forma de enseñar de los profesores?

Carmen Labayen

Publicado el

6 min lectura

8 de cada 10 alumnos en España recurren semanalmente a la Inteligencia Artificial, unas herramientas que también emplean 7 de cada 10 profesores. Esto impacta tanto en el aprendizaje como en la evaluación de lo aprendido. Sacarle partido a la tecnología -no exenta de riesgos- es posible, según los docentes consultados por COPE, siempre que sepamos fomentar la curiosidad y la búsqueda de la verdad, la esencia de todo buen profesor.

Hay ya total certeza en la comunidad educativa de que con la IA ya no hay marcha atrás. Con estas herramientas plenamente implantadas, los estudiantes siguen valorando la interacción con sus profesores. De hecho y según un estudio publicado por GAD3 y Empantallados en marzo, solo 1 de cada 10 alumnos piensa que sus profesores pueden ser sustituidos por una IA. Tanto docentes como alumnos señalan eso sí mayoritariamente, lo hacen 6 de cada 10, que su formación es insuficiente para hacer un buen uso de la IA.

 ¿En qué consiste un buen uso educativo de la IA?  

Un buen uso de la IA es aquel que contribuye a la formación de los alumnos, les ayuda a profundizar y a afianzar conocimientos, a ir más allá y no es el que siempre hacemos como explican en COPE los profesores de la Universidad Complutense de Madrid y expertos en educación David Reyero y Alberto Sánchez Rojo, autores de “La Educación en la Era Digital. Desafíos teóricos y antropológicos” de Ediciones Encuentro.

Reyero utiliza un símil muy ilustrativo para diferenciar el buen del mal uso de la IA en la educación, el negativo equivale provoca en nuestro cerebro efectos parecidos a los que genera en nuestro cuerpo alimentarnos de comida rápida o ultraprocesada.

“Tú puedes efectivamente no leer los textos o incluso no leer nada pero eso a la larga va a tener un efecto en tu estructura mental, en tu capacidad de pensar y de analizar, de descubrir de donde vienen tus sentimientos de conocerte a tí mismo. Es como alimentarte de comida basura, en nutrición lo tenemos clarísimo y aquí pasa lo mismo (…) La clave es el trabajo que haces. Si lo que buscas es no trabajar para ahorrar tiempo para dedicarlo al sofá entonces no es un buen cambio. Si recurres a la IA para trabajar más y más profundamente entonces que es que estás utilizando bien estas herramientas”, asegura Reyero.

 Fomentar la curiosidad y las ganas de saber en los estudiantes  

Considera este investigador y Doctor en Pedagogía que la misión de los profesores en esta era de la IA sigue siendo igual de importante que siempre, incluso más: “claro que la tecnología nos ayuda a encontrar información y a acceder a miles de bibliotecas y de datos y a posibilidades para redactar bien pero la clave no está en que me des un producto sino en cómo yo, como profesor, consigo que tú (alumno) te preguntes de manera adecuada sobre las cosas”.

Los profesores tienen, según recuerda Reyero, una gran responsabilidad en fomentar la curiosidad y las ganas de saber de sus alumnos: “debemos volver a despertar en los alumnos el interés por saber y esto tiene mucho que ver con el docente y con cómo plantea los desafíos o lo que quiere que hagan los estudiantes en cada una de sus clases o en su relación educativa”.

Considera que lo que distingue a un buen de un mal profesor es “saber introducir en el otro el germen o el interés por las cosas más allá de explicar de forma más secuenciada, más clara o más fácil. El profesor que inspira es aquel que se apasiona por su materia y es capaz de transmitir esa pasión. Gracias a ellos descubrimos que hay objetos de conocimiento que pueden ser interesantes”.

 Nuevas formas de evaluar  

Desde que los alumnos recurren masivamente a la IA, el profesor Alberto Sánchez Rojo ha cambiado los exámenes que les hace con dos modalidades: “planteamos actividades en las que tengan que dialogar con esas herramientas tecnológicas siguiendo unos criterios concretos también para que aprendan a utilizarlas y, en otras ocasiones, se prohíbe su uso y lo que hacemos son ejercicios hechos en clase y a mano, algo que por cierto agradecen los alumnos y que también afianza el conocimiento”.

A juicio de este docente se detecta bien al alumno bueno del malo, al igual que antes de la existencia de la IA, porque el alumno bueno ha estudiado el tema, ha investigado antes de hacer el trabajo y hace buenas preguntas, en cambio el que no se esfuerza queda retratado por los interrogantes que plantea.

“Cuanto más lees sobre un tema, cuanto más sabes, cuanto más complejas son tus preguntas más complejas son también las respuestas de la IA. Yo sé que la van a usar y lo que trato es de enseñarles a usarla de la forma más provechosa y útil posible. A los alumnos le planteamos que nos presenten el diálogo que han hecho con la IA y valoraremos tanto las preguntas como las respuestas obtenidas”, señala Reyero.

 Alumnos menos concentrados a su llegada a la Universidad  

Admiten que no todos los efectos del uso de tecnología están siendo positivos para los alumnos a los que notan más dispersos que hace unos años a su llegada a la Universidad.

“Año a año veo que es cada vez más difícil mandar textos que tengan una cierta complejidad o una cierta extensión porque la gente no está acostumbrada, ha perdido por ejemplo la facultad de leer durante mucho tiempo y con mucho tiempo me refiero a media hora”, señala Reyero.

Una percepción que comparte Sánchez-Rojo: “los alumnos que nos llegan ahora han recibido una educación muy centrada en lo tecnológico y están acostumbrados al cambio de estímulo constante e ir de un sitio a otro y la lectura de un libro es todo lo contrario”.

En esta época dominada por la inmediatez y las promesas de automatización, otros expertos en educación y tecnología recuerdan que la tecnología no es neutra e invitan a toda la comunidad educativa a pensar de forma rigurosa y ética sobre cómo, cuándo y por qué incorporar la IA en la escuela revisando y cuestionando cada paso que se da en su implantación.

En su obra “IA y Educación. Una relación con costuras” publicado por Biblioteca Digital Journey de Trama Editorial , la directora de Transformación y Comunidación Digital del Instituto Cervantes Tíscar Lara y el especialista en innovación tecnología y políticas públicas Carlos Magro consideran que la escuela debe de ser un espacio de resistencia activa en el que se mida cada paso que se da para digitalizar y se cultive el pensamiento crítico, la creatividad, el valor del error y las trayectorias individuales frente a la lógica de la eficiencia y la estandarización.

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