La lluvia artificial ya es una realidad: "Puede tener efectos secundarios en zonas más pobres"
La práctica de crear precipitaciones, convertida en viral en los últimos días, genera dudas que el referente en información climatológica, Jorge Olcina, solventa en COPE
Madrid - Publicado el - Actualizado
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El día 25 de julio de 1982 se declaró la alerta roja por sequía en España.
No. No estamos en el verano del 82. Pero la realidad dicta que la actual situación, en lo referente al agua, sigue un camino que no dista en exceso de lo que ocurrió aquel año. Venimos de un invierno que ha sido bastante seco y una primavera que continuó esa tendencia. La falta de lluvias esta siendo un grave protagonista del 2022. Con el temor a que aquella situación se repita, los españoles miran al cielo esperando unas ansiadas gotas que no terminan de caer. A todo esto, cabe sumar que este verano está siendo muy seco, como consecuencia de las altas temperaturas y las numerosas olas de calor.
El índice SPI se encarga de cuantificar el déficit de precipitación para diferentes escalas temporales y así, poder evaluar el déficit de precipitación sobre la disponibilidad de los distintos tipos de recursos hídricos. Actualmente, en España, dicho indicador se encuentra por debajo de menos uno, lo que indica que los niveles de sequía son notables.
Llegados a este punto, cabe destacar que esta situación no afecta solo a nuestro país, sino que también impacta en un 46% del territorio europeo. Otro de los puntos donde se produce este tipo de situaciones son los países de Oriente Medio, donde este estado es una constante. Claro ejemplo de todo esto es Emiratos Árabes, donde las temperaturas de 50º C no son ninguna utopía.
Con una situación térmica casi descontrolada, urge encontrar soluciones al problema. Emiratos Árabes, en el desierto de la Península Arábica, de agua no va sobrada precisamente. Lo que sí que tienen es dinero, y con ello, el potencial tecnológico para conseguir agua o al menos intentarlo. Pero, ¿cómo es posible solventar la falta de precipitaciones? La respuesta parte de la creación de tormentas artificiales, un sistema basado en hacer que las nubes descarguen su agua, pese a que las condiciones no sean las propicias para darse dichas precipitaciones. Es aquí donde entra en juego el factor humano.
Dependiendo del lugar, el proyecto y la forma de creación varía. Existen varios sistemas. Yendo al más viral de los últimas fechas, cabe destacar el sistema de drones utilizado en Emiratos Árabes, basado en la descarga de electricidad sobre las nubes. Según los medios locales, solo en 2021 se generaron un total de 219 tormentas artificiales. La cantidad es mayor si tenemos en cuanta que en otros puntos, como China o Estados Unidos, también se ha puesto en práctica. Con muchos resultados óptimos en puntos geográficos con climas tan extremos, las preguntas llegan a la cabeza de los españoles viendo la actual situación: ¿En que consiste realmente esta práctica? ¿es segura?¿puede hacer que no tengamos más sequías?
Para hablar más en profundidad sobre la creación de tormentas artificiales contamos con la presencia de Jorge Olcina, referente en información climatológica y geográfica, quien atiende a COPE para resolver todas las incertidumbres generadas por esta curiosa práctica.
¿En qué consiste la lluvia artificial?
"Las tormentas es uno de los fenómenos atmosféricos de más difíciles explicación. Esto es así porque se tiene que dar una serie de procesos físico-químicos dentro de la atmósfera, como para que se pueda desarrollar una tormenta con mucha cantidad de energía, con mucho contenido de vapor de agua y lleguen a desarrollar tanto lluvia en forma líquida, como incluso en forma sólida, en forma de granizo, junto con el aparato eléctrico que acompaña a estos fenómenos. Son condiciones muy específicas de inestabilidad que tienen que depender en primer lugar de la aparición de una de un cuerpo de aire de características frías, en las capas medias y altas de la atmósfera, que coincide al mismo tiempo con una acumulación de calor, en las capas bajas en superficie, y ese contraste térmico entre altitud y superficie es el que favorece el desarrollo la formación de una nube de tormenta", responde Olcina al ser preguntado por el origen de esta situación y de la creación de las tormentas y precipitaciones.
El contexto en el que se mueven las tormenta artificiales parte de una base similar a la de la formación natural de precipitaciones explicada anteriormente. La diferencia parte de la falta de ingredientes para poder conformar el plato. Es decir, es necesaria una base a la que la intervención humana le de el empuje para que se suceda: "Lo que ocurre es que cuando el ser humano intenta formar una una nube, lo que tiene que sembrar, en primer lugar, es esa nube con los llamados núcleos de condensación. De forma natural, una nube de tormenta puede tener como núcleos de compensación pues el propio polvo que haya en el aire o la sal marina. Eso contribuye a que el vapor de agua se condense y forme la gota de agua un un primer estadio. Cuando hablamos de nubes formadas o que intenta generar el ser humano, hablamos de una inyección artificial de núcleos de condensación, normalmente se utilizan cristales de yoduro de plata que actúan como ese núcleo de condensación, al que se adhiere la parte húmeda de la nube para formar la gota de agua en primer lugar y, después, si se dan las condiciones de bajas temperaturas, puede desembocar en la formación de granizo. Por tanto, la nube generada de forma artificial, supone la inyección por parte del ser humano de esos núcleos minúsculos de condensación, a partir de que el cual, el vapor de agua se puede condensar en agua líquida", expresa el experto.
Las virales noticias de estos últimos días hablaban solamente de lluvias. Llegados a este punto, atendiendo a las distintas formas de precipitaciones, parece obvio plantearse si crear granizo o nieve son opciones reales o utópicas: "Si las condiciones de esa masa fría que puede haber en la atmósfera, realmente son de baja temperatura muy baja, por debajo de cero grados o menos, sí que la condensación puede derivar en cristales de hielo, en la formación de núcleos sólidos, que bien pueden ser bolas de granizo o bien precipitación en forma de nieve. Lo habitual cuando se habla de precipitación artificial o génesis de lluvia artificial, normalmente se habla de de lluvia líquida, que es un poco lo que están desarrollando en países del Golfo del Golfo Pérsico o también potencias como chinas están desarrollando experimentos atmosféricos relacionados con la formación de precipitación en zonas áridas. Ese es un poco lo que el objetivo fundamental, que en esas zonas donde apenas llueve pudieran desarrollarse precipitaciones de forma". "Ahora bien, hay que decir que todos este tipo de fenómenos tienen un coste económico muy elevado para los resultados que se obtienen. Por eso, ahí yo en ese sentido apelaría a la prudencia. También decir que todo este tipo de de experimentos que deberían de alguna manera estar controlados por la Organización Meteorológica Mundial porque no conviene alterar la atmósfera, el propio funcionamiento natural de los climas terrestres de forma artificial. El ser humano de hecho ya está alterando el funcionamiento del clima con sus emisiones de gases de efecto invernadero, como estamos viendo. Si ya empezamos a alterar algún elemento concreto como es el de la precipitación, estaríamos hablando de un clima terrestre muy distinto al de sus condiciones naturales", agrega Olcina.
Los "haters" se hacen oír
La viralidad de la lluvia artificial no solo parte del ingenio del sistema, sino de las consecuencias y el peso moral que esta práctica supone e implica. "No se puede jugar a ser Dios" era la frase más repetida en Twitter. Sin duda, como todos los aspectos de la vida, este proceso también tiene sus detractores. En base a ello, para ver quién tiene más razón, es necesario preguntarse por las consecuencias que esto puede generar en base a proyectos ya ejecutados: "Se vienen desarrollando experimentos de modificación artificial de nubes desde los años 40, desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Lo único que se ha conseguido, mínimamente, es o bien alterar la trayectoria de las tormentas modificar ligeramente la trayectoria de las tormentas o, muy puntualmente, generar precipitaciones. Pero ya digo, en unas cantidades tan exiguas que no justifican la inversión económica que hay que montar, con todo el aparataje de productos químicos, que hay que mover con la aviación. Estamos hablando de aviones que se utilizan de tipo militar para poder inyectar el yoduro de plata a las nubes por tanto la inversión es costosísima. Y los resultados, de momento, son son muy escasos", manifiesta el especialista en meteorología.
"Sí que es verdad que supone una alteración momentánea puntual regional, en todo caso de las condiciones atmosféricas. También con efectos secundarios que todavía no se conocen bien. Si tú alteras una tormenta la desplazas. Claro, estás llevándote las condiciones de lluvia a otra región distinta. Y estás dejando sin agua o con menos agua a la zona original donde hubiera caído esa tormenta. Por tanto, yo en esto siempre apelaría la prudencia. Creo que los experimentos de este tipo tienen que estar muy controlados, muy reglamentados. Aquí la Organización Meteorológica Mundial debería llevar unas pautas para evitar acciones de este tipo, que se puedan desarrollar libremente, no en países que tienen posibilidades económicas para llevarlos a cabo. Pero ya te digo, pueden tener efectos secundarios porque en otras zonas, a veces, con menos posibilidad económica o más pobres se pueden quedar sin agua por el desplazamiento de las tormentas que se ha motivado sobre esos resultados que nos dan del todo justificados", añade Jorge enunciando así la necesidad de un mayor control por parte de las pertinentes instituciones dados los efectos secundarios de generar lluvia artificial. Todo esto, ratifica a los ya citados detractores del sistema.
Relacionado con esto último, cabe resaltar que también existen consecuencias durante el propio acto. Atendiendo a los medios locales de Emiratos Árabes, es posible visualizar que estos apuntaban que el proyecto ha tenido algunos fracasos ya que lo que generó fueron lluvias torrenciales. Es decir, una vez creada, en algunos casos se produce cierto descontrol: "Es que el funcionamiento de la dinámica interna de una tormenta es muy complicada. Incluso en gran parte, desconocida. No conocemos realmente cómo se producen los cambios de fase dentro de fase del agua dentro de la propia nube o las propias corrientes de viento que se generan dentro de una nube de tormenta. Por tanto, si es muy complicado poder controlar todo el proceso y adaptarlo a nuestras necesidades por así decirlo", aclara Olcina.
Pese a los centenares de intentos llevados a cabo, los fallos e imprevistos se siguen sucediendo. Esto deja una clara conclusión según el referente en información climatológica y geográfica: "Están en desarrollo porque el controlar la formación de una tormenta es muy complicado. Y todavía hay aspectos digamos de la del propio funcionamiento natural que no se conocen al 100% y, por eso, están en fase de experimentación".
La utilidad real de todo esto
"La realidad es que en las zonas áridas semiáridas que están situadas en países ricos, siempre ha habido este tipo de otros intentos de experimentos para provocar lluvia. Estábamos hablando que, desde mediados de los años 40 del siglo pasado ya se vienen haciendo experiencias de este tipo. Y claro, los métodos van mejorándose y va viendo cada vez mayor inversión, porque lo que se pretende es que que se recoja agua en cantidades suficientes como para garantizar una abastecimiento en esas zonas áridas o semiáridas. Pero claro, los efectos secundarios, pues no se conocen bien, por eso de nuevo ese llamamiento a la necesidad de que este tipo de experiencias tendrían que tener un ámbito muy local muy controlado, que se lleven a cabo durante años de experiencia, que se verifiquen los resultados y solo en el caso de que fueran experiencias con un 100% de satisfacción y que no tuvieran efectos secundarios", explica Olcina al ser preguntado por la cuestión de si realmente se están acelerando, incluso forzando, este tipo de proyectos para intentar paliar los graves problemas de escasez de agua de algunos puntos.
Llegados a este punto, atendiendo a la situación actual de sequía en España, parece razonable pensar en la posibilidad de importar este sistema para así intentar solventar nuestro problema. La respuesta del experto es tan clara como contundente: "No, realmente a corto medio plazo no". "Cabe decir que la planificación del agua en España debe circular por otros parámetros. En España, en teoría hay agua suficiente como para poder abastecer todos los recursos. Podemos reutilizar también las aguas que hemos usado en la ciudad para regar el campo. En las zonas de costa, tenemos recursos como la desalación que pueden complementar perfectamente esa carencia de precipitaciones. Tenemos algunos recursos acuíferos importantes que no están sobre explotados y que se pueden explotar. Por tanto, este tipo de experiencias de modificación artificial no deben ser una opción. Primero que no tendríamos resultados en el corto plazo, que es lo que se necesita en una situación de emergencia de sequía. Y luego, que no sabemos los efectos secundarios de provocar una siembra de nubes en una región, sin saber que pasaría en la otra. Por tanto, podría generar más problemas cuando la solución, a fecha de hoy, tampoco es tan clara como están demostrando esas experiencias internacionales", agrega Jorge Olcina explicando así la situación española además de descartar el sistema de lluvia artificial como una solución real a nuestro problema.