¿Por qué la policía de Londres nunca detuvo a Jack el Destripador?
El infame asesino de Whitechapel quedará siempre como misterio para la investigación forense y su identidad será siempre un mito
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Mary Ann Nichols, Annie Chapman, Elizabeth Stride, Catherine Eddowes y Mary Jane Kelly, son los cinco nombres de las cinco víctimas del infame Jack el Destripador, también conocido como el asesino de Whitechapel. Que nunca se haya conocido su identidad se coloca como uno de los mayores misterios de la criminalística forense de la historia. Algunas teorías apuntan a un cliente habitual, otro a un policía o, la más famosa, señala hacia un médico cirujano, basándose en la precisión de las incisiones. Pero rara vez se responde a la pregunta: ¿por qué nunca detuvieron al asesino en serie más famoso del mundo?
DISTRIBUCIÓN IRREGULAR DE LONDRES
Alan Moore jugaba con la localización de las iglesias de Londres y el lugar de los crímenes, pero en realidad la geografía londinense tuvo un papel crucial, pero en otro sentido. La capital del Reino Unido en 1888 era muy diferente de cómo es ahora: calles amplias se combinaban con callejones extremadamente estrechos y poco iluminados.
Las víctimas eran mayoritariamente prostitutas, por lo que eran captadas en puntos particularmente oscuros y con una única pequeña farola que sirviera de iluminación. En cualquier caso, era un escenario proclive para que alguien cometiera un asesinato y no fuera visto por ningún testigo, o pasara desapercibido cubierto de sangre.
FALTA DE RECURSOS TÉCNICOS
En 1888 faltaban todavía unas décadas para la aparición de los nuevos sistemas de detección en criminalística a través de análisis de sangre, de ADN o de huellas dactilares, todo ello iniciado unos años ya dentro del siglo XX. Por ello, la policía solo contaba con los testimonios visuales para identificar al asesino de Whitechapel y, al no haber recompensa, apenas aparecieron testigos en un barrio londinense que ya de por sí era extremadamente pobre.
ORGANIZACIÓN DE SCOTLAND YARD
Las cartas recibidas en la comisaría de policía sin duda ayudaron a crear un clima de presión sobre los agentes asignados al caso. Las primeras cartas se mezclaban entre otras de fanáticos y admiradores del asesino en serie. Una gran mezcla de supuestas confesiones cuya legitimidad se emborronaba por la anterior, hasta que la conocida como la carta “Desde el infierno” (frase que dio título a la novela gráfica de Moore) terminó por lanzar acusaciones hasta a la propia Scotland Yard.
Tras el asesinato de Catherine Eddowes, a la que el asesinato sustrajo un riñón, llegó la conocida como la carta “Desde el infierno”. El asesino escribía: “Os envío la mitad del riñón que tomé de una mujer la preservé para vosotros. La otra pieza la freí y la comí, fue muy agradable. Quizá os envíe el ensangrentado cuchillo que lo sacó si sólo aguardáis un poco más. Atrapadme cuando podáis”.
El que mencionara el riñón era clave, porque nadie de fuera del equipo de investigación sabía del detalle de que a Eddowes le faltaba el riñón cuando encontraron el cadáver. Además, la policía metropolitana de Londres se dividió en dos equipos para llevar a cabo la investigación de los asesinatos y la comunicación entre ellos era prácticamente nula.