1ª FERIA DEL CORPUS
El Fandi cede a Enrique Ponce las llaves de su plaza de Granada para decir adiós
Los dos toreros salen a hombros en la tarde que abrió la feria del Corpus Christi. Sebastián Castella cortó una oreja.
Madrid - Publicado el - Actualizado
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La vida y la trayectoria de Enrique Ponce siempre estará vinculada a Granada. El servicio militar en esta ciudad le robó años de preparación y de pitones para convertirse en lo que más tarde sería y aquí hemos visto muchas tardes, una figura de época. Por sus faenas y por sus números que son inigualables.
Su vida personal también le haría descubrir en esta ciudad universitaria un lote que también cambiaría su vida pero eso es otra historia…
Su primer toro de este Jueves de Corpus fue un ejemplar un punto por debajo del nivel de la plaza. Acusó la querencia desde el inicio y salía muy desentendido. En la muleta siguió por los mismos derroteros. Mostró una embestida desentendida, violenta y brusca. Por su falta de fuerza, arrollaba. No le enganchó ni una vez pero no hubo ni pizca de emoción. Una estocada caída le dio una generosa oreja.
Con su segundo animal Ponce estuvo muy bien con el capote. Le enjaretó un buen ramillete de verónicas. Tras un puyazo trasero llegó un gran tercio de banderillas. El toro tenía movilidad. No se comía a nadie y permitió una faena "made in Ponce". Todas sus faenas vividas en esta plaza podrían resumirse en esta. Los mejores momentos llegaron al natural. Con la poncina y un cierre de rodillas, la plaza ardía. Lo mató con una estocada caída. La plaza le pidió las dos orejas que fueron concedidas. La vuelta al ruedo fue muy emotiva y el respetable le pidió que diera una segunda. Así lo hizo.
Después del huracán Ponce parecía como si Fandi le hubiese dado por un día la llave del toreo granadino al de Chiva. El segundo de la tarde parecía tener buena condición pero demostró ser un inválido. Quería irse a cada instante de la muleta. La expectación era la misma que la de Taylor Swift en el Bernabéu pero aquí quien cantó fue la gallina. Marcó la querencia a cada instante. La faena acabó en el sol. La espada viajó caída y perpendicular. Tras un pinchazo le dieron una oreja y le pidieron la segunda que no fue concedida.
El siguiente toro del granadino es de los más pesados que se recuerdan en esta plaza. 618 kilos en la romana. De pitones andaba muy muy justo. Sirvió para que el Fandi demostrara que ha recuperado sus condiciones físicas tras sus problemas lumbares. El tercio de banderillas fue celebrado pero no preciso. Después se obró el milagro. Los kilos se movieron. El toro repetía y el Fandi no se amedrentó. Lo lució como pudo entre la voluntad y la vulgaridad. Estocada caída tras aviso y dos orejas.
Sebastian Castella se topó con el lote más deslucido de la tarde. Su primer oponente fue un inválido con el que faltó el respeto a la presidencia por no devolverlo. Excesivas quejas las del francés. Pasó inédito con el animal al igual que ocurriría con el que cerró la plaza.