FINAL 'CÉNATE LAS VENTAS'
Mario Navas se proclama, con protestas, ganador del certamen de novilladas de Madrid
El novillero vallisoletano se alza con el triunfo en una final en al que también destacó el salmantino Valentín Hoyos.
Madrid - Publicado el - Actualizado
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El diestro vallisoletano Mario Navas fue designado hoy triunfador del certamen de novilladas nocturnas de Las Ventas, según la puntuación de un jurado que fue muy protestada por parte del público cuando se anunció por megafonía al finalizar el festejo.
La de Navas, por sus reiterados fallos con la espada, no fue la actuación mejor rematada de la noche, sin que ni siquiera tuviera una mínima petición de oreja, como sucedió con su compañero Valentín Hoyos, pero para dicho jurado debió contar especialmente el buen tono general que el novillero castellano tuvo con sus dos novillos, que llevaron la divisa de dos toreros: El Juli, que lidia con el nombre de El Freixo, y Alejandro Talavante, este en sociedad con el futbolista Nacho, presente hoy en un burladero del callejón.
Porque Navas, que tiene ya anunciada su alternativa para septiembre en Valladolid, mostró en realidad un sobradísimo y bien asimilado oficio, que le llevó a graduar sus dos faenas con un certero sentido de la medida, y a sacar momentos de mucha calidad a ambos novillos, gracias siempre a su claridad de ideas, a su firmeza de plantas y al excelente trazo de sus muñecas.
A su primero de Talavante, brusco, protestón y sin celo, lo esperó y se lo pasó con suavidad por ambos pitones, sacando mucho con poco, y al sexto, más templado y noble pero de escaso gas, le toreó con clasicismo de capote y le cuajó momentos brillantes, salteados en una obra también ajustada a las condiciones del animal, pero en la que volvió a marrar con los aceros.
En cambio, a Valentín Hoyos le cupo en suerte, para empezar, el novillo más completo y de más clase de la sesión, un bonito colorado de la ganadería de Talavante que tuvo fijeza y profundidad en los engaños hasta el fin. A la faena del salmantino le faltó un punto de reposo en la primera mitad, cuando el utrero repetía constantemente sin que, aprovechando las inercias, él no terminara de atemperarlo.
Otra cosa fue cuando, ya asentado el animal, también se asentó Hoyos y le cuajó unos cuantos naturales guiados por el fleco de la tela, muy templados, contando con la misma profundidad del enemigo, justo antes de unos buenos ayudados por bajo y una estocada defectuosa que demeritó el conjunto de cara a la presidencia para concederle la oreja que le pidieron.
Sin llegar a ese nivel, también le ofreció muchas opciones el cuarto, este de El Freixo, que fue mejorando su condición, en principio rebrincada, a medida que Hoyos lo fue encelando, para, también mediado el trasteo, ligarle otra soberbia tanda de naturales, muy embraguetado y ajustado en los embroques, hasta que perdió eco con el animal a menos y con los pinchazos del empeñoso salmantino.
Ninguno de los del lote de Fabio Jiménez, ni el de Juli ni el de Talavante tuvo voluntad alguna de seguir los engaños, pero el novillero riojano puso mucho de su parte para que lo hicieran, al menos, medianamente. Y lo que aportó fue sobre todo sinceridad y firmeza, para consentir las embestidas reacias e intentar marcarles así un templado trazo.
Lo logró en un buen inicio de faena, sobre ambas manos, al sequerón segundo de la noche, sin exigirle de más a lo largo de una faena que tuvo también un buen final, salvo con los aceros, mientras que luego aguantaría también con mucha verdad la menguante raza del quinto, que acabó totalmente aplomado.