4ª FERIA DE HOGUERAS

Por las nubes la expectación, por los suelos la decepción

El llenazo de no hay billetes no camufla la decepción y el vacío artístico del mano a mano. Oreja para Manzanares.

Derechazo de José María Manzanares al toro al que ha cortado la única oreja de la tarde

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Qué cosas tiene el toreo. El año pasado Manzanares se anunció con seis toros en solitario y una intervención quirúrgica a falta de siete días impidió la celebración del aniversario de su alternativa. Este invierno, era más que una posibilidad, y hubiera sido un acontecimiento, que Roca Rey matara seis en Hogueras. Pero al final se desbarató la idea. O la desbarataron intereses espurios. Al final, mano a mano. Roca ha vuelto a demostrar su poder en la taquilla: lleno de “no hay billetes”. Pero fue al traste; por las nubes la expectación, por los suelos la decepción.

Es una belleza ver una plaza llena a reventar. Ni un alfiler. Las colas, el calor, el gentío. La derecha y la izquierda entremezclada. Gente con sombrero y gentes con gorrilla. Meriendas con trufas y champagne, habanos caros; y bocatas de chorizo y bota de vino… Las dos Españas en una. Fundidas sin crispación, sin polarización dentro de la plaza. Como dice el maestro Esplá, cuando nos rompen la entrada en el acceso, el aficionado se despoja de sus lastres por el anhelo de la belleza o la emoción. Y del arte, claro está.

Rompió plaza “Merengue”, de Daniel Ruiz, estrecho de sienes, astifino, jandilla puro. Coreado el recibo a la verónica, chicuelina, revolera… Con celo el “daniel” y con su casta. Escarbó: da igual. Cuando la tomaba lo hacía con celo, mejor por el derecho. Ahí se vio la mejor versión manzanarista. Hubo una serie muy personal, todo molinetes, enroscados y templados y un cambio de mano marca de la casa. De la casa también fue la estocada. Al segundo intento. Bueno el toro sin ser la bondad tonta. No cuajó la petición.

Manzanares se echó de rodillas para saludar a su segundo. Pareció despertar el público. Un espejismo que el toro, que tuvo evidentes problemas de motricidad, truncó pronto. Ni las líneas, ahora sí oportunas, y las medias alturas hicieron mucho efecto. Para efecto, la estocada desprendida. Sorprendente oreja.

El burraco quinto, de Victoriano, fue toro guapo y bien hecho. Brindó Manzanares a su gente y el público enardeció. El toro tuvo matices de mansedumbre pero fue notable. Codicia, nobleza, fijeza, buen son. Muy despegado el alicantino en el toreo en redondo. Ligero. Con la izquierda hubo muletazos sueltos. Chispazos pero no luminosidad. La sensación es que fue toro para cuajar de verdad y más en casa a favor de obra. Se atascó con la espada.

El “jandilla” que hizo segundo fue muy protestado por una aparente lesión en la mano . Roca Rey, vestido de teja y oro, quien sabe si porque pone las plazas hasta los tejadillos, le dio la vuelta al enfado del respetable. El presidente, las cosas como son, aguantó bien el tirón y la lidia le dio la razón. Al toro lo aplaudieron en el arrastre. Roca trenzó una faena de amplio repertorio. Sobresalieron los de pecho, muy largos y de trazo exigente. Soberbia la estocada. Extrañamente, tampoco cuajó la petición.

El cuarto, tras la merienda, asomó entre la indiferencia. La faena también estuvo presidida por ese marchamo. Roca lo recibió sin apenas eco. Un buen quite por caleserinas, gaoneras y revolera sacudió al personal. Brindó Roca Ana Dols, hermana de Manzanares. Bonito gesto. Se fue el peruano al centro del platillo a hilvanar pases cambiados al de Daniel Ruiz, apagado y desrazado. La faena no prendió y el público estuvo poco receptivo -hallazgo extraño sociológicamente en Alicante- salvo en los alardes finales. La estocada vino en el tercer intento.

El sexto lo brindó Roca al público. Cuando cayó la montera boca abajo se produjo el ole con mayores decibelios de la tarde. Eso lo resume casi todo. Se quedó corto el toro, no se entregó, medio viaje siempre. El peruano trató de cambiar el sino pero no fue el volcán de Valencia o Sevilla…