El callejero de Arcos de la Frontera, marco de una manifestación eminentemente popular

La Semana Santa, según el rito popular por el que se celebra con recorridos de procesiones, tiene una clave sustancial en la identidad que apareja la piedad colectiva de un lugar con el callejero que acoge semejantes expresiones. Y la de Arcos de la Frontera es prodigioso ejemplo. Sus viales, tan empinados y estrechos muchas veces que parecieran imposibles para los pasos con las imágenes, son un ingrediente más. Entre grandes atractivos estéticos presentan los arcenses a Cristo y María. Sus itinerarios se convierten en aliados interesantes.

La larga tradición de esta Semana Santa, declarada de Interés Turístico Nacional, se remonta al siglo XVI, con cofradías muy ligadas a obras de piedad y caridad que contribuyeron en momentos muy difíciles. Así nacieron las hermandades de la Vera Cruz y Jesús Nazareno. Con hospital y capilla ya en 1597 la primera y dedicada a la beneficiencia en los 80 del XVI la segunda, ambas están en el germen de lo que hoy conocemos. El Crucificado, el Jueves Santo, y el Señor con la cruz a cuestas, de madrugada, son santo y seña de días tan grandes.

Nos acercamos a una Semana Santa que, a la vuelta de las cofradías a las calles tras la pandemia, estrena un elemento del que aún no disponía: la Carrera Oficial. Será la Plaza del Cabildo la que acogerá el mobiliario urbano efímero que es necesario para el cómodo disfrute de quienes se han interesado por ello. La estación de penitencia de las cofradías de Arcos de la Frontera en la Basílica Menor de Santa María se verá en 2022 acompañada por esta posibilidad para arcenses y visitantes.

BREVE, FERVIENTE Y DEVOTA: LA SAETA DE ARCOS

Preservan la tradición de la saeta, en Arcos de la Frontera las más antiguas de toda Andalucía. Breve, ferviente y devota, lineal, repetitiva y con final de estrofas de entonación elevada, brotan de la garganta de voces privilegiadas pero son a la postre oración de todo el pueblo. Hay cortejos de las cofradías arcenses que cuentan con peculiares escuadras de romanos, los 'armaos', que, con los colores de la hermandad, portan lanzas, escudos o instrumentos. Nacieron en el siglo XVIII y son la pervivencia de un elemento que aporta sabor añejo a esta Semana Santa.

Por lo demás, los días grandes de esta Semana Mayor aguardan por fin contar en las calles con todos sus ingredientes en el marco de la mayor normalidad al alcance. Preside el deseo profundo de encuentro con las devociones llegada una nueva primavera. La Borriquita abrirá el Domingo de Ramos un relato plástico de la Pasión que, ya ese primer día, contará también con Jesús Prendido en sus calles. Lunes Santo de Tres Caídas, Martes Santo con Jesús Atado a la Columna y Miércoles de Perdón harán cruzar el ecuador.

Y las jornadas mayores, las que componen el Triduo Pascual manteniendo de algún modo tradiciones como las mantillas y las visitas a los sagrarios, llegarán con el peso de la historia y la devoción. Todo Arcos se revestirá de gusto penitencial el Jueves y Viernes Santo. Esa ininterrumpida sucesión de horas desde que la celebración del primero de estos días cierra el ciclo cuaresmal hasta que asoma el silencio del Sábado Santo es colocada en Arcos de la Frontera en manos de las más imponentes presencias procesionales.

VERACRUZ Y NAZARENO

La salida desde San Juan de Dios de esa Vera Cruz cuya hermandad merece títulos de Real, Hidalga, Antigua, Hospitalaria, Devota e Ilustre marca la impronta del Jueves Santo. Cristo, con espaldas cubiertas por vela bordada, y por detrás San Juan y la Virgen de las Angustias. Ése mismo día, la del Cristo de los Remedios prolongará la jornada hasta bien adentrada la madrugada del Viernes Santo. Apenas deja una hora antes que ya se abran las puertas de San Agustín para que salgan el Nazareno, San Juan Evangelista y Mayor Dolor y Traspaso.

Bendice el Señor a Arcos de la Frontera. Y lo hace incluso prolongando su presencia en las calles hasta más allá de la hora del almuerzo, cuando el Viernes Santo ponga en las calles a las hermandades del Dulce Nombre y el Cristo de la Buena Muerte. Noche imponente para todos. Así es como alcanza la Pascua la población de la Peña, la de la orografía marcada por el sesgo del Guadalete y sus empinadas y estrechas calles del casco histórico, la de las saetas más antiguas de Andalucía y los ‘armaos’, la que rezuma signos añejos y piedad acendrada.

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