Conoce los motivos por los que estamos educando a nuestros hijos para la infelicidad

Hoy en día tenemos a nuestro alcance las mejores condiciones que se han dado en la historia para ser felices, pero parece que algo estamos haciendo mal

Fran Durán

Córdoba - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

En un mundo cada vez más avanzado tecnológicamente, donde se supone que tenemos a nuestro alcance las mejores condiciones que se han dado en la historia para ser felices, no parece que lo estemos consiguiendo. Y no solo por la pandemia, a veces parece que vivimos cada vez más insatisfechos con nuestras vidas. ¿Por qué sucede esto? Quizás todo sea un problema del modelo educativo, y ante ello nos preguntamos ¿estamos educando para la infelicidad?

En estos tiempos que corren lo tenemos todo, pero sin embargo la gran mayoría de personas no son felices. Los que nacieron principalmente antes de la década de los ochenta, han vivido dentro de una unidad familiar donde en el padre trabajaba y los ingresos no eran tan elevados. Las madres dedicadas a las tareas domésticas aportaban mucho a la familia, pero sin aporte económico.

Vivir una niñez en aquella época era bonita, aunque no se podía tener todo, pero se sabía esperar. El profesor pedagógico José Carlos Aranda, tiene claro que "estamos educando a nuestros hijos en la satisfacción inmediata de los caprichos y eso lo único que logrará es que no valoren las cosas, y se conviertan en infelices".

Conoce los motivos por los que estamos educando a nuestros hijos para la infelicidad

La felicidad no se consigue con aquello que se desea tener, porque una vez se tiene en horas o días perderemos el interés por ello, y la mirada la pondremos en otro deseo. Lo único que conseguimos una felicidad efímera y de un momento, luego vuelta a la realidad.

Saber transmitir a nuestros hijos que las cosas importantes son otras que poseer es difícil, y más en estos tiempos de tanto consumismo. La actual pandemia ha conseguido que muchas familias pasen más tiempo juntos y aprendan a valorar todos esos momentos que es lo único que nos queda a lo largo de nuestro viaje, y que todo aquello que poseemos, no deja de ser objeto de nuestros deseos.

Los mayores de cuarenta años incluso a la hora de ver los dibujos animados tenían que esperar al momento de su emisión, y nada de poder verlos una vez emitido, excepto aquellos que ya contaban con un video que les permitía grabar sus programas favoritos. Ahora hemos pasado al otro extremo. Dibujos animados las 24 horas del día, internet, consolas, y lo que quiero lo quiero para ya, nada de esperar.

Antes los más afortunados solo tenían regalos en Reyes, cumpleaños y su onomática, y tal vez si tuviéramos buenas notas a final del curso, podíamos conseguir algún regalillo. Pero lo más importante, lo de mayor valor llegaba en la noche de Reyes.

Aquello que tanto bien nos hizo, debemos aplicarlo ahora. "Un niño no puede ser recompensado contínuamente con regalos por todo, e incluso haciendo realidad sus deseos de incluso tener la última revista infantil que ha llegado al kiosco", afirma Aranda.

A TENER EN CUENTA

Miremos al futuro, y hagámoslo educando en los principios y sobre todo en la coherencia de los actos, algo que nuestros padres y abuelos, tal vez con menos preparación académica que nosotros, sabían hacer a la perfección.