La crisis de la adolescencia o la segunda oportunidad

Durante la adolescencia el neocortex, la zona frontal, aumenta su tamaño y esto le otorga nuevas capacidades.

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Estamos acostumbrados a escuchar lo difícil que es tratar con adolescentes. Familias y docentes lo repiten con frecuencia. Sin embargo, en Inteligencia natural. Adolescencia (Berenice, 2016), nuestro profesor, José Carlos Aranda, afirma que, en realidad, es la segunda oportunidad. Nunca fue una etapa fácil la adolescencia, es un periodo de grandes transformaciones en que el sujeto descubre un nuevo mundo, nuevas sensaciones, emociones, pero que no acaba de reconocerse a sí mismo porque la imagen que ve reflejada en el espejo deja de ser un niño para convertirse en algo nuevo. Cambia la visión de la familia, de sus amigos y comienza a cuestionarlo todo. A las transformaciones físicas evidente, se unen también los cambios en el cerebro, cambios de los que se habla poco pero que comienzan con la entrada en la circulación sanguínea de las hormonas sexuales. El neocortex, la zona frontal, aumenta su tamaño y esto le otorga nuevas capacidades; entre ellas, la capacidad de elaborar hipótesis y calibrar proyecciones en el futuro. Sin embargo, lo inmediato sigue primando, sus impulsos son demasiado intensos y hay que aprender a navegar en ese nuevo universo. Comienza la etapa de aprendizaje emocional y no siempre es fácil. Se trata de la segunda oportunidad porque no todas las familias lo hacemos bien –familias permisivas, autoritarias, negligentes, sobreprotectoras…-.

El rechazo a la familia forma parte del proceso natural. Necesita cuestionar y cuestionarse, separarse de los valores familiares, tomar perspectiva. Solo así logrará desarrollar una personalidad propia y dejar de ser una mera prolongación de sus padres. El adolescente está llamado a conciliar los valores recibidos con la época que le ha tocado vivir, la sociedad está en continua transformación y esta adaptación es imprescindible para la supervivencia. Aparecen la inseguridad, los cambios de humor, el aislamiento, la actitud desafiante, el rechazo… Pero también es una etapa de oportunidades por su enorme idealismo, empatía y grandes sueños. La clave estará en cómo sepamos acompañarlos en esta etapa de transición. El diálogo abierto, la paciencia, la comprensión y la firmeza serán claves.