CULTURA

Paredes que hablan: el arte urbano que da personalidad a las ciudades

Una investigadora de la Universidad de Jaén analiza el papel del arte urbano como generador de identidad en la población de las ciudades y como musealizar 

Antonio Agudo

Jaén - Publicado el - Actualizado

5 min lectura

Los murales en fachadas y muros de las ciudades se están generalizando. El arte urbano es cada vez más habitual y este tipo de expresión artística prolifera en calles y plazas de Andalucía. Una realidad que ha motivado el  trabajo de una investigadora de la Universidad de Jaén, que pone el foco en la musealización de este tipo de manifestación artística, y que forma parte de un monográfico del Grupo Español de Conservación del International Institute of Conservation (GEICC) expuesto recientemente en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía

La investigadora del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Jaén, Laura Luque analiza el papel del arte urbano como generador de identidad en la población como otros elementos patrimoniales de las ciudades. Se trata de una de sus líneas de investigación que ha desarrollado en un monográfico publicado en la revista GE-Conservación y que se enmarca en el impulso protagonizado por los museos de arte urbano en los últimos años. “La finalidad de mi investigación consiste en ver cómo el arte urbano puede generar identidad y si esos museos que están emergiendo en la actualidad son elementos capaces de generar identidad en los ciudadanos”, explica la investigadora de la UJA.

Mural de Fernández Ríos

Otro de los murales "con ciencia" en Bailén elaborado por Fernández Ríos

Más allá del graffiti o la mera pintada

Su estudio parte de que con frecuencia el arte urbano ha generado rechazo en buena parte de la población. “Por ejemplo el graffiti se ha considerado habitualmente vandalismo, porque realmente son obras realizadas de forma espontánea e ilegal”, señala. “Sin embargo, en los últimos años se ha revalorizado tanto a nivel social como institucional, lo que ha contribuido al surgimiento del muralismo y del arte público, que se diferencia porque es por encargo”, apunta Laura Luque. De esta forma, expone que hay opiniones dentro del sector para los que este tipo de iniciativas ha ‘domesticado’ el arte urbano, que tiene un carácter crítico. Aun así, indica que no todos tienen esa opinión, ya que muchos artistas realizan obras por encargo y obras espontáneas. “Esa dualidad ha supuesto que la población no distinga tanto si la obra es legal o ilegal, sino si les gusta o no”.

En su investigación especifica las diferentes motivaciones que marcan el proceso de identificación para el público. Por un lado, “simplemente porque la obra guste”, como habitualmente ocurre con las obras más figurativas, al contrario que con las firmas que se siguen considerando vandalismo. Por otro, “porque la obra lleve mucho tiempo realizada y haya adquirido una significación importante hasta convertirse en un símbolo, como la firma de Muelle en Madrid, que se identifica con la movida madrileña de la década de los ochenta”. Y por último, “porque la obra haya sido creada para esa población e incluso con su participación”. Esto sucede sobre todo con obras públicas en iniciativas de carácter local, como es Fanzara en Castellón o Art Sur en La Victoria (Córdoba), entre otras. “Este tipo de obras hace que las personas las sientan como suyas, las respetan, las admiran y piden más. Algunas de estas obras consiguen mejorar la vida de los barrios, como la obra de Basurama + Boa Mistura en el Barrio de San Cristóbal, haciendo ‘acupuntura social’, es decir, mejorando con el arte la propia autoestima del barrio”.

A lo largo del monográfico, la investigadora describe ejemplos concretos de obras. “En ocasiones son incluso los propios vecinos quienes lo ponen en marcha como ocurre en el Barrio del Oeste de Salamanca, con la cesión de sus paredes o puertas y su contacto con los artistas. Otras veces, se demuestra que cuando más funcionan es cuando se integra a la gente, como en Art Sur, donde los artistas se hospedan en casas de la gente del pueblo y conviven con ellos. Pero también hay casos en los no tiene por qué, como sucedió con las caras de la muralla de Córdoba. Durante dos días eran ‘vandálicas’, pero mucha gente hizo cola para fotografiarse con ellas y pidieron que se mantuvieran, simplemente, gustaron”, expresa Laura Luque.

Como conclusión, la investigadora de la UJA resalta que el arte urbano es un generador de identidad. “Es susceptible de ser estudiado como otras manifestaciones artísticas, en su contexto. Sin embargo, su exposición es distinta, pues si pierde su función podríamos provocar su muerte. No depende que sea espontáneo o por encargo, sino del gusto y sobre todo de la participación de la ciudadanía”. En ese sentido, destaca que actualmente los museos de arte urbano no están en la mayoría de los casos dirigidos a los ciudadanos ni a crear identidad, sino que crean imagen, una imagen de las ciudades más contemporánea, por lo que se dirigen más al exterior y al turismo. Desde su punto de vista “la línea a seguir no pasa por crear museos que buscan la espectacularidad del propio inmueble, orientado a los visitantes y mostrando obras arrancadas o que no forma parte del arte urbano como tal, sino que la clave puede estar en orientarse más a mostrar los procesos, la historia, los artistas locales e invitar a visitar los propios muros”.

Esta investigación se engloba en los estudios del Grupo de Arte Urbano del Grupo Español de Conservación del International Institute of Conservation (GEICC) realiza desde el 2015. “Estos proyectos nos han situado en el panorama internacional al tratar temas novedosos y de actualidad”, señala Laura Luque. “El grupo está conformado en su mayoría por conservadores-restauradores, aunque también estamos historiadores del arte de diversos países y de numerosas comunidades autónomas. Por ello, nuestras investigaciones tienen mucho que ver con la forma de entender el arte urbano en cuanto a conceptos, y de ahí su traslado a cómo conservarlo”, argumenta.