FUTBOL

“Pocos creen ahora en este Tenerife de Garrido y Paulino”

En cuestión de año y medio toda la credibilidad ganada con un preparado e ilusionante discurso inicial se ha derrumbado

Juanjo Ramos

Tenerife - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Le ha tocado a Rivero la difícil tarea de defender un proyecto que hace aguas. En cuestión de año y medio toda la credibilidad ganada con un preparado e ilusionante discurso inicial se ha derrumbado, convertiéndose en una rueda de prensa con preguntas contundentes, duras, que se dirigen al corazón de un problema de gestión e imagen más que evidente. El Tenerife de junio de 2024 no transmite buenas sensaciones.

Muy al contrario, nos deja un máximo accionista que actúa por impulsos y no reconoce errores. Un consejo de cartón piedra si del área deportiva hablamos, unos accionistas de referencia que critican en privado y apoyan en público, que hablan pero no actúan, un entrenador que viene de descender a Segunda B y una plantilla que ahora nos parece bastante peor que hace un año.

Todo ello sazonado con una ampliación de capital que debía servir para incrementar el potencial deportivo del equipo y que se ha quedado, ante la ausencia de traspasos, en mantener el tope salarial al mismo nivel que en temporadas anteriores. Por no hablar de los manejos en redes sociales, donde lo mismo te aparece una cuenta presuntamente del sobrino de Garrido llamando indígenas a los aficionados que otra con información directa de lo que sucede en el mercado de fichajes.

Un cuadro, vamos. Pocos creen ahora en este Tenerife de Garrido y Paulino. Y mucho van a tener que trabajar para que eso cambie. El crédito se pierde fácil, pero cuesta ganarlo. Y sí, los resultados pueden tapar el desaguisado. Igual, ojalá, a mitad de septiembre estamos con 15.000 abonados de nuevo y el equipo disparo después de unas primeras jornadas convincentes en juego y resultados.

Seguramente entonces pasarían a un segundo plano la situación judicial del máximo accionista, la falta de entendimiento en el sindicado, las críticas políticas o la división interna en materia deportiva. Pero insisto en que pasarían a un segundo plano. No desaparecerían. Y ahí está la raíz del problema precisamente. Lo que está mal suele acabar mal.

Ojalá el barco, que ahora da sensación de ir a la deriva, recupere pronto el rumbo. Es lo que deseamos todos.

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