Así es la dura experiencia de dos cántabros que cayeron en el alcoholismo: "Lo iba a perder todo"

Alrededor de 100 a 120 personas asisten regularmente a las reuniones de Alcohólicos Anónimos (AA), una asociación que ha estado operando en Cantabria durante más de 50 años

Alex García

Publicado el - Actualizado

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En la ciudad de Santander, en la Calle Cuesta número 4, un edificio alberga una esperanza renovada para aquellos atrapados en las garras del alcoholismo. Alrededor de 100 a 120 personas asisten regularmente a las reuniones de Alcohólicos Anónimos (AA), una asociación que ha estado operando en Cantabria durante más de 50 años. Para muchos, esta organización ha sido un salvavidas, un faro en la tormenta que los ha guiado de vuelta a la sobriedad y a la vida.

Hoy en día el acceso al alcohol es muy sencillo

Hoy en día el acceso al alcohol es muy sencillo

Jesús, uno de los miembros veteranos de la asociación, comparte su historia con una mezcla de nostalgia y gratitud. "Mi mujer me dio un ultimátum: si no dejaba de beber, me echaría de casa," recuerda. Desesperado y con miedo de perder a su familia, decidió acudir a Alcohólicos Anónimos hace más de 30 años. Al principio, Jesús no comprendía completamente lo que le esperaba. "Pensé que iba a estar tan solo unos días y que me iban a enseñar a beber," confiesa. Sin embargo, la realidad fue muy diferente. "Me dijeron que tenía que dejar de beber, y no lo he vuelto a probar en más de 30 años." Hoy, Jesús ve ese ultimátum no como una amenaza, sino como el impulso necesario que lo salvó de una vida de autodestrucción.

Carlos, otro miembro de Alcohólicos Anónimos, tiene una historia distinta pero igualmente conmovedora. A diferencia de Jesús, Carlos no empezó a beber como una necesidad emocional, sino como una práctica social. "Empecé muy de niño, con apenas 12 años," dice. Con el tiempo, su consumo de alcohol fue aumentando, pasando de beber ocasionalmente a consumir cubalibres y otros licores más fuertes. "La ingesta de alcohol cada vez era mayor. Te sumas a la práctica de tomar algo después de trabajar." Lo que comenzó como una actividad social se convirtió en una dependencia peligrosa. "Llegué a beber a escondidas", admite Carlos, "mi mujer ha sido siempre mi principal soporte."

La situación llegó a un punto crítico cuando su familia decidió intervenir. "Llega un momento en el que mi familia se cansa y consideraban que lo mejor era tomar medidas como acudir a Alcohólicos Anónimos." Para Carlos, la asociación fue presentada como la última alternativa, una última esperanza antes de perderlo todo. Hoy, cuatro años después de unirse a la asociación, Carlos ha recuperado no solo su sobriedad, sino también la confianza y el amor de su familia.

Las consecuencias del alcoholismo son terribles para el bebedor y su entorno

Las consecuencias del alcoholismo son terribles para el bebedor y su entorno

Para ambos, Jesús y Carlos, Alcohólicos Anónimos ha sido más que una simple reunión de apoyo; ha sido una segunda oportunidad en la vida. "Hemos recuperado a nuestra familia, y lo he encontrado todo," dice Jesús, subrayando el impacto positivo que la asociación ha tenido en su vida personal y familiar.

Alcohólicos Anónimos no es solo un lugar donde las personas aprenden a dejar de beber; es un espacio donde encuentran comprensión, apoyo y la fuerza para reconstruir sus vidas. La dirección en la Calle Cuesta número 4 no es solo una ubicación, sino un punto de referencia para aquellos que buscan cambiar su destino.

Un Recurso Invaluable en Santander

La existencia de Alcohólicos Anónimos en Santander es un recurso invaluable para la comunidad. Proporciona no solo una red de apoyo, sino también las herramientas necesarias para que las personas puedan dar el paso definitivo de dejar el alcohol. En un mundo donde el consumo de alcohol está a menudo normalizado, encontrar un lugar donde se pueda hablar abiertamente de las luchas y recibir apoyo sin juicio es crucial.

AA es la asociación que puede ayudar a dejar de beber

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En Cantabria, Alcohólicos Anónimos continúa siendo una piedra angular para aquellos que buscan la sobriedad, demostrando que, con el apoyo adecuado, es posible salir de la oscuridad del alcoholismo y encontrar una vida llena de esperanza y renovación.

Al final, las historias de Jesús y Carlos no son solo testimonios de recuperación; son un recordatorio de que, incluso en los momentos más oscuros, siempre hay una luz al final del túnel, y que esa luz, para muchos en Cantabria, se encuentra en la Calle Cuesta número 4.

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