Regreso de Nuestra Señora de la Fuencisla a su santuario

Los segovianos han dado muestra, una vez más, de que la devoción a la Fuencisla no se desvanece, aumenta más si cabe, con los obstáculos que se puedan presentar.

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La patrona de los segovianos, Nuestra Señora de la Fuencisla, se encuentra de nuevo en su santuario. Tras diez días de actos y celebraciones en torno a la Virgen, la imagen fue despedida y trasladada a las peñas grajeras el domingo 27, día de su fiesta grande.

Atrás quedan unos días en los que los fieles han acudido a los novenarios de la mañana y de la tarde, cumpliendo con ejemplaridad las medidas sanitarias y de distanciamiento marcadas por las autoridades frente a la Covid-19.

Una celebración que ha adquirido más solemnidad que nunca, puesto que la pandemia ha obligado a que todos los actos tuvieran que desarrollarse en el interior de la S.I. Catedral. No obstante, los segovianos han dado muestra, una vez más, de que la devoción a la Fuencisla no se desvanece, aumenta más si cabe, con los obstáculos que se puedan presentar.

Hasta el próximo mes de septiembre, los segovianos seguiremos visitando a nuestra patrona en su hogar, donde solemos acudir a susurrarle una oración o entonarle una alabanza para que nos guíe bajo el manto de su protección.

Si el día 27 celebrábamos la fiesta grande de la Fuencisla, unos días antes, el jueves 24, festejábamos otra advocación mariana, la de la Virgen de la Merced. Aunque muchos no lo saben, esta Virgen es la patrona de las personas privadas de libertad y de los trabajadores de los centros penitenciarios.

Tampoco muchos segovianos conocen de la existencia pasada del convento dedicado a la Merced. Fue en 1367 cuando se produjo la donación fundacional con monjes de Guadalajara, dedicados principalmente a la actividad docente. Este convento

desapareció tras la desamortización, en 1835. Hoy en día, el lugar de aquel convento lo ocupan unos jardines que configuran lo que conocemos como plaza de la Merced.

La Diócesis de Segovia cuenta con una Pastoral Penitenciaria, encargada de la atención a internos y trabajadores del centro penitenciario de Perogordo. Su capellán es don Jesús Cano, quien ejerce también como párroco de San Millán.

Aunque los ciudadanos saben que el centro penitenciario cuenta con su capellán, hay quien desconoce que existe esa Pastoral Penitenciaria que desarrolla una labor «bonita y necesaria», como asegura Jesús. En condiciones de normalidad, cada domingo acude a oficial misa al centro. Ahora, por la situación pandémica, cada domingo es el turno de un módulo distinto.

En esa labor de escucha con los diálogos y entrevistas que mantiene con los internos, D. Jesús cuenta con el apoyo de un matrimonio, una religiosa y tres voluntarios que se encargan de las labores litúrgicas, pero también de los dos cursos que se imparten: el de valores éticos y el de formación religiosa.

Aunque pensemos que el confinamiento ha supuesto para nosotros un duro mazazo y una forma de coartar nuestra libertad, D. Jesús subraya que el de los internos del centro ha sido doble, puesto que a la privación de libertad también se sumó la ausencia de visitas y contacto con familiares.

Los internos ven en los sacerdotes una figura a la que respetan, puesto que los escucha con el corazón y les respeta. Ellos hablan «a corazón abierto», puesto que ven en el cura a alguien que representa el amor de Dios sin juzgarlos.

«La fe hace maravillas», asegura don Jesús, quien añade que a pesar de que los internos hayan cometido delitos o errores, son grandes ejemplos de fe verdadera y auténtica. Al fin y al cabo, son

personas a las que se les estigmatiza sin entender el bagaje que tienen detrás.

Como experiencia personal, el capellán asegura que tras sus vivencias en el centro penitenciario es posible creer que el amor vence al odio y «es posible la reinserción del corazón de las personas».