Las medidas de higiene y seguridad frente al COVID-19 chocan con la realidad de las aulas

Los centros educativos advierten de la dificultad para mantener la distancia física o el lavado frecuente de manos y las familias urgen medidas para favorecer la conciliación

Niños en un centro escolar de Valladolid

Javier Luna

Publicado el - Actualizado

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"Llevo soñando desde aquel 13 de marzo con el momento en que vuelva a estar en mi clase, esperándoles por la mañana y recibiéndoles con una sonrisa". Ese pensamiento se repite a diario en la cabeza de Irene Alonso, coordinadora de Educación Infantil en el Colegio Agustinas Valladolid, desde que la Junta de Castilla y León decidiera suspender las clases y pedir la declaración del Estado de Alarma. Ahora, con el temor de que en ese reencuentro deba hacer a un lado dos de los pilares en los que se basa su tarea como maestra: "el cariño" y "la cercanía".

Reconoce Alonso que le preocupa "mucho" cómo respetar la distancia física, una de las medidas de seguridad que ha impuesto la crisis sanitaria del COVID-19. Asume que deberá reprimirse en múltiples circunstancias, pero advierte que "no puedes controlar que un niño se lance a darte un abrazo". "¿Cómo le frenas?", se pregunta. Sobre todo, en el regreso a las aulas. Al tiempo que avisa del "shock emocional" que puede puede producirle al alumno "que una persona de referencia le corte un gesto de cariño".

Su rutina diaria incluye ayudar a los pequeños, de entre tres y seis años de edad, a quitarse y ponerse el abrigo, a abrirles el almuerzo o acompañarles al ir al baño. "No podemos evitar el contacto", afirma. Lo que le hace plantearse dudas acerca de cómo deberá actuar en caso de que un niño se caiga al suelo. "¿Cómo los consolamos si no nos podemos acercar a ellos?", se pregunta. Especialmente, en el denominado período de adaptación, especialmente en el caso de aquellos que acuden por primera vez al colegio, y en el que "la separación de los padres supone un momento de tensión". Con "gritos" y "llantos", incluidos.

Hasta el lavado de manos se le antoja "complicado". Y es que, pese a haberse trabajado con anterioridad a la suspensión de las clases, en este proceso considera que es "indispensable" la vigilancia de un adulto, en tanto que "requiere de una precisión" de la que "no siempre son capaces".

La infraestructura y disposición actual de la mayoría de los centros educativos tampoco ayuda al mantenimiento de la distancia de seguridad. Y es que pese a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, que ha establecido una separación de un metro entre pupitres, en Educación Infantil, por ejemplo, se trabaja en asambleas o mesas grupales. Tampoco es una opción en centros como el CEIP Miguel Delibes, donde, reconoce su directora, Marta Castaño, sería "inviable" llevar a término esta medida en tanto que tienen clases "completas" de 25 alumnos y el espacio disponible "es ya reducido de por sí".

Eso, al margen de las zonas comunes, donde, a juicio del director del Colegio Jesús y María, Domingo Cano, la situación sería controlable con los alumnos de más edad. "Pero con los pequeños", sostiene, "imposible".

A la espera de un protocolo

La Consejería de Educación de la Junta de Castilla y León ha celebrado que el Ministerio se haya comprometido en una nueva reunión con las comunidades autónomas, tras las desavenencias en anteriores conferencias sectoriales, a elaborar un protocolo de seguridad para los centros docentes a fin de garantizar unos criterios homogéneos en toda España.

La comunidad educativa reconoce asistir con "inquietud" a una posible reapertura de los colegios. Centros como el Colegio Jesús y María se están adelantando, ante una posible reapertura contemplada para la Fase 2 del plan de desescalada, tomando "nuestras medidas". Lo que implica higienización del centro y equipos de protección individual, tales como mascarillas y guantes. Para "al menos, a nivel sanitario", explica Cano, estar "cubiertos".

Con todo, Cano confía en que se acometa una política "clara" y alejada del "globo sonda", como califica las sucesivas declaraciones de la ministra Isabel Celaá. "Necesitamos una respuesta ya", afirma Alonso. "También para transmitir tranquilidad a las familias", añade.

Sensación de abandono

Castilla y León tiene claro que la vuelta al 'cole' en el presente curso "no parece asumible". Lo que ahonda el problema de conciliación al que se enfrentan las familias "desde el primer momento" y que, apunta David Moya, presidente de la Confederación de Federaciones de Asociaciones de Madre y Padres de Alumnado de Centros Públicos de Castilla y León (Confapacal), vienen sorteando gracias a la "buena voluntad" de las empresas. "A las familias nos tienen abandonadas", sentencia.

Y "mucho nos tememos que cada vez va a ser más complicado", confiesa. La "incertidumbre" es "total", tras escuchar la propuesta más reciente de Celaá de cara al próximo curso, que conllevaría la limitación del aforo en los colegios al 50 por ciento. Lo que a su juicio conllevaría acometer la conciliación "a la ligera" y de espaldas a las necesidades "reales" de las familias.

En este punto reconoce que el anunciado refuerzo educativo le parece "imposible", atendiendo a la velocidad en que se está aliviando el confinamiento. Y asume que los alumnos irán avanzando "como puedan".

"La conciliación no es real más que para unos pocos", denuncia Ángela Melero, presidenta de la Federación Católica de Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos de Valladolid. Y la enseñanza en grupos reducidos, a días u horarios alternos o, incluso, a tiempos presencial y telemática, posibilidades estas últimas que están también sobre la mesa, "trastocaría totalmente" la vida de las familias. "Sobre todo", añade, "aquellas en las que trabajan los dos progenitores". Es por ello que apela a los políticos a "mirar otras soluciones".