ESPECIAL SEMANA SANTA 2022

La Semana Santa de 2022: marcados por el COVID-19

La pandemia ha impactado negativamente en la viabilidad económica y las cifras de afiliación a las cofradías, que han redoblado esfuerzos en sus acciones de caridad

Javier Luna

Publicado el - Actualizado

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La del año 2022 será la primera Semana Santa en dos años con desfiles procesionales.

La primera gran reforma en 100 años de la Semana Santa de Valladolid había suscitado grandes y renovadas expectativas. Especialmente, entre las cofradías que en 2020 tendrían que haber estrenado nuevas procesiones, fruto de la disolución ‘ad experimentum’ de la Procesión de la Amargura de Cristo. Pero aún se desconoce el impacto que la pandemia pueda tener en los índices de participación.

En una de las cofradías que componen el Grupo I de la Comisión Permanente de la Junta de Cofradías, integrado por las cofradías de mayor antigüedad, ya hacen cábalas. Temen que, de no ser capaces de “recuperar las almas” en actividades previas a la celebración de la Semana Santa, se ponga en riesgo una tradición recuperada y en auge desde las décadas de los años 80 y 90 del siglo XX: portar a hombros los pasos procesionales. “Y no sé si estamos preparados para volver a ver los pasos sobre ruedas”, reconocen con visible preocupación.

El número de cofrades en Valladolid ha permanecido, prácticamente, inalterable en los últimos años. Las nuevas altas venían compensando las bajas. En 2015, según apuntó a El Norte de Castilla el entonces presidente de la Junta de Cofradías de Semana Santa, Felipe Esteban, el número de cofrades se situaba en el entorno de los 12.000. A cierre 2019, el censo de la propia Junta arroja una cifra de 11.912 cofrades. De los cuales, 10.115 son adultos y 1.797 pertenecen a las secciones infantiles.

Censo de las 20 cofradías a 31 de diciembre de 2019 (Fuente: Junta de Cofradías de Semana Santa de Valladolid)

Ese censo, sin embargo, está desactualizado. En 2020 y en 2021, años en los que no se han podido llevar a cabo desfiles procesionales, la Junta no ha pedido datos de filiación a las cofradías.

En 2020 el confinamiento domiciliario impidió a no pocas cofradías imponer sus medallas a los nuevos miembros. Algunas ya lo habían hecho. Otras, esperaron al otoño o, incuso, al año 2021. El número de nuevas altas, reconocen en algunas penitenciales, se ha frenado a la espera de que pudieran ser convocados nuevos desfiles procesionales. Y, como en cualquier otro movimiento asociativo, el COVID-19 ha originado bajas por fallecimiento que aún están por contabilizar.

Caridad todo el año, no solo en Semana Santa

“A ningún cofrade se le ha dado de baja por no poder pagar la cuota”, afirma con rotundidad Miguel Santos Romón, hermano ministro de la Cofradía de la Orden Franciscana Seglar La Santa Cruz Desnuda.

El COVID-19 ha generado, al igual que en otros sectores, una importante brecha en la viabilidad económica de las cofradías de Valladolid. Sobre todo, en las más modestas.

Ello no las ha impedido apoyar con varios miles de euros la lucha contra la pandemia, poniendo sus recursos a disposición de la Junta de Castilla y León para la adquisición de equipos de protección para los profesionales sanitarios. Tampoco han dejado atrás a los negocios que rodean a la Semana Santa, como las floristerías que encargadas de engalanar los pasos procesionales, solemnes besamanos y besapiés —por las circunstancias, limitados a una reverencia—, triduos y novenarios. Aún no habiendo actos programados, en la Semana Santa de 2021 abonaron importantes cuantías para sufragar sus encargos.

La caridad se práctica todo el año, no solo en Semana Santa. Es una misión intrínseca a las cofradías. Bien en forma de donativos a parroquias, órdenes religiosas, apoyando proyectos de distintas ONG o, incluso, con bolsas de empleo propias.

Sin embargo, apunta el presidente de la Cofradía El Descendimiento y Santo Cristo de la Buena Muerte, Francisco Javier Cascón, en algo “sí se ha notado” el COVID-19. Antes de su irrupción pensaban “que con lo que hacíamos era suficiente”. Ahora han caído en la cuenta “de que hay muchísimas más cosas que podíamos hacer”.