Día Mundial del Ictus: se espera un aumento de casos del 35 % para 2035, pero “se puede salir y recuperarse”

Inés, vecina de San Lorenzo, sufrió un ictus que la dejó sin habla y del que sigue recuperándose. Es una de las 120,000 personas afectadas cada año por esta enfermedad

Inés sufrió un ictus que la dejó sin habla y del que sigue recuperándose

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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El ictus es una enfermedad de altísima prevalencia pero poca visibilidad. En España cada año se contabilizan 120.000 nuevos afectados y se espera un aumento de casos del 35 % para 2035, según datos de la Conferencia de la Organización Europea de Accidentes Cerebrovasculares (ESOC) 2021.

Inés, tiene cincuenta y pico y vive en San Lorenzo de El Escorial. Es una de esas 120.000 personas al año que sufren ictus en nuestro país. Su historia es también otro ejemplo de superación, como la de tantos afectados.

Un día suena el despertador e Inés se despierta sin habla. “Me desperté y no podía decirles lo que me pasaba, no podía hablar, no podía escribir...”. Ahora avanza, aunque con ciertas dificultades todavía, especialmente en el habla, pero sin perder la esperanza: “Se puede salir y recuperarse”, añade Inés.

Me desperté y no podía decirles lo que me pasaba, no podía hablar, no podía escribir...

En el Día Mundial del Ictus, el presidente de la Fundación Freno al Ictus, Julio Agredano, subraya la alta mortalidad que provoca esta enfermedad cerebrovascular, que en España es la primera causa de muerte en mujeres, con 16.000 víctimas al año, cifra que triplica los fallecimientos causados por el cáncer de mama, una patología sin embargo mucho más visible.

Agredano justifica este previsible aumento del ictus en el envejecimiento de la población y en la adopción de estilos de vida poco saludables.

Por ello desde la Fundación Freno al Ictus y desde la Sociedad Española de Neurología (SEN) reclaman visibilidad porque el 90 % de los casos de ictus pueden prevenirse con una vida saludable y controlando la tensión arterial, el peso, los niveles de azúcar y el colesterol.

Según Agredano, hay que informar a la población de que una dieta sana y variada, una actividad física que huya del sedentarismo, revisiones médicas periódicas y una mejor gestión del estrés puede mejorar estas cifras y sacar al ictus del top de enfermedades con más mortalidad.

Agredano comenta que se está disparando la hipertensión arterial en adultos menores de 45 años y el 50 % de quienes han sufrido un ictus son hipertensos. Y está demostrado, dice, que la tensión arterial alta entre los adultos jóvenes tiene que ver con el estrés.

El presidente de esta Fundación quiere desterrar la idea de que el ictus sea una enfermedad en exclusiva de gente mayor y asegura que uno de cada tres casos se producen en edad laboral, es decir, personas menores de 65 años.

Además, se registran más casos de ictus en hombres que en mujeres aunque ellas tienen más mortalidad y peor pronóstico a nivel de secuelas.

LAS SECUELAS: PRIMERA CAUSA DE DISCAPACIDAD EN ADULTOS

Y es que, según Agredano, se trata de una enfermedad que si no te mata, te incapacita y deja graves secuelas que convierten al afectado en dependiente: "No es exclusiva de quien la sufre, es una enfermedad que afecta a todo el entorno".

El ictus es la primera causa de discapacidad adquirida en adultos en el mundo y la segunda de demencia, después del alzhéimer. Y no se trata solo de discapacidades físicas, también cognitivas (de memoria, lógica y razonamiento), visuales (dejas de ver o ves doble) y afasia, incapacidad de hablar o dificultad de comunicarse.

Agredano subraya el impacto brutal de la enfermedad y admite que recuperarse es muy complicado. De hecho, más de la mitad no se recobra nunca.

Según la Sociedad Española de Neurología (SEN), la pérdida de fuerza o de sensibilidad en mitad del cuerpo es uno de los principales síntomas, así como la dificultad de comprensión y el habla.

También la aparición de latidos irregulares es un síntoma de alerta, esta arritmia cardíaca se denomina fibrilacion auricular y es la más común, pudiendo provocar un infarto cerebral. De hecho, una de cada cuatro personas de más de 40 años desarrollará una fibrilación auricular a lo largo de su vida.

Además de la arritmia, la diabetes es responsable del 20 % de los ictus y multiplica por dos el riesgo de sufrirlo. Y dos de cada tres personas con diabetes fallece de enfermedad cardiovascular.

Por ello, desde la SEN defienden la importancia de reconocer las señales de alarma, ya que actuar de manera rápida incrementa las posibilidades de supervivencia y minimiza las secuelas.

Otros síntomas que pueden dar la voz de alerta son la sensación de vértigo, un dolor de cabeza intenso que se inicia bruscamente, la pérdida total o parcial de visión y hormigueo en un lado de la cara, brazo o pierna.

Y es que, según la Fundación Freno al Ictus, se trata de una enfermedad "tiempo dependiente", "con una ventana de tiempo muy corta desde que se detectan los síntomas hasta que se tratan en un hospital y el problema es mayor en las mujeres que ante una señala de alerta tienden a no actuar, por lo que reciben atención más tarde que los hombres".

EL ALTA HOSPITALARIA

La vuelta a casa después de un ictus es complicada. Desde Escuela de Ictus, una iniciativa para pacientes y cuidadores, organizada por los hospitales Quirónsalud integrados en la red pública de Madrid, se promueve la continuidad del tratamiento, con material didáctico y ejercicios, acompañando al paciente hasta que pueda desarrollar una actividad personal y social satisfactoria.

También inciden en la prevención del inmovilismo, la adaptación de la vivienda para minimizar el riesgo de caídas, la teleasistencia, la logopedia y mantener una relación estrecha con el trabajador social del centro de salud y el médico de familia.