La otra selectividad: así afrontan la EBAU los alumnos con discapacidad

Los estudiantes andan estos días totalmente inmersos en la EBAU, unos exámenes que determinarán su futuro ya que de la nota obtenida dependerá que puedan dedicarse en su vida laboral a lo que les gusta o no. Se la juega y lo saben, de ahí que los nervios estén a flor de piel.

Miles de alumnos se enfrenta a esta prueba, aunque no todos lo hacen en las mismas condiciones. Y es que hay un grupo reducido de estudiantes con los que se tiene alguna consideración. Son los discapacitados, aquellas personas con algún tipo de necesidad especial debido a una discapacidad física, motriz, trastornos del espectro autista, TDH o dificultades específicas del aprendizaje, es decir, la lectura y la escritura, "lo que ante conocíamos como dislexia y que últimamente estamos notando que se están incrementando entre los chavales", explica Sandra Soler, orientadora del IES 8 de Marzo de Alicante.

Para este reducido grupo la prueba es exactamente igual que para los demás, pero existen múltiples adaptaciones para este tipo de alumnado. No se trata de modificar el contenido ni su nivel, sino, por ejemplo, la presentación o el tiempo para que puedan completar los exámenes. Estos estudiantes van a un aula distinta al resto, específica, donde "se les da un 25 por ciento más de tiempo para realizar las pruebas ya que si tienen algún tipo de discapacidad les cuesta más", señala Soler. Y es que, por ejemplo, en el caso de una persona ciega con lectura en braille lee tres veces más despacio que una que lo hace con la vista, de ahí que los estudiantes ciegos dispongan de más tiempo para completar la prueba. También pueden salir del aula por una causa justificada y tienen un tribunal con un apoyo más personal.

A pesar de las dificultades estos alumnos, los estudiantes con discapacidad, obtienen resultados académicos similares a los del resto.