El retrato de la esperanza a una persona sin hogar de Santiago: "Llevo 30 años fuera de la vida"

Alberto nació en Alemania, pero enseguida la vida lo llevó a Murcia y luego a Madrid. Acabó viviendo en la calle, en Santiago, donde una pintora lo encontró

Paula Pájaro Rives

Santiago - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

La vida de cualquier ciudad va a un ritmo frenético. Solo hay que detenerse un momento y observar alrededor: coches pitando, bicicletas pasando, personas jóvenes o mayores con bolsas, con prisas, hablando por teléfono…

Y entre todos esos sonidos, en esa jungla urbana, Alberto. Quien dice Alberto dice otro nombre, porque son muchos. Los que han hecho de la calle su casa, un hogar a cielo abierto. ¿Cómo llega alguien a esta situación? Pues la casuística es diversa. Tan distinta como personas y circunstancias hay en el mundo. Quien duerme en la calle tiene problemas, adicciones, enfermedades, depresión, falta de una red de apoyo… Es importante saber que cada una de esas personas que pernoctan en las ciudades son diferentes y pasan por distintas fases. Claro que hay instituciones que los ayudan e intentan ofrecerles una salida a su situación. Pero el trabajo de todas esas organizaciones se plantea a largo plazo y es complejo.

LA HISTORIA DE ALBERTO

Alberto me recibe sentado en un saliente de una fachada de la Plaza de Galicia, en pleno centro de Santiago. Es un hombre corpulento. Va con sandalias y vestido de negro y se ha quitado la gorra para pedir “la voluntad”. En los minutos que me detengo a observar, algún saludo, pero nadie se detiene. Cuando me presento, se pone la gorra en su cabeza y me sonríe ligeramente.

A su lado hay un cartón de zumo y una maleta. La que lleva a todas partes.

Me cuenta que ha nacido en Alemania, pero que desde pequeño se fue a Murcia. “El acento te delata. No eres gallego”. Le digo. Me responde que tiene más acento de Madrid que de Murcia porque allí lleva muchos años. Hasta que “me agobié y me vine”.

¿Qué lo ha traído a la capital de Galicia? Pues la esperanza. Me confiesa que le gusta comer bien y claro, Galicia de eso… sabe. Pero también que aquí llegan peregrinos y turistas, gente nueva cada día, con lo que cree que puede tener más oportunidades de conseguir más recursos para subsistir.

Me fijo en que en su gorra se ve la cruz de Santiago: “Es el patrón de España”. Alberto me comenta que le encantaría tener una cama y un lugar donde asearse. Aquí duerme en el albergue, a veces, y otras, unos soportales de una entidad financiera se han convertido en su hogar.

Habla inglés. De hecho, a veces da indicaciones a los turistas de Santiago. Les da información de los horarios de los autobuses.

Según nos explica, cobra una pensión de algo más de 500 euros y es usuario de la cocina económica. Pero, esos ingresos, no le dan para poder alquilar nada en la capital gallega. También reconoce que hay entidades que le están ayudando mucho y que gente particular le echa una mano.

EL ENCUENTRO CON MARÍA

En esa relación con las personas que pasan por la Plaza de Galicia, ahí Alberto encontró a María o al revés. María lo encontró a él.

María Meijide es una artista plástica compostelana que vive a unos metros de donde Alberto pasa sus horas. En su ir y venir se saludan, a veces charlan brevemente. Hasta que un día esta santiaguesa se detuvo a escucharlo más en detalle y sintió que podía hacerle un retrato y poner el foco en esta realidad de la sociedad que a veces es invisible a ojos del resto. Un retrato rápido y un texto precioso fue el detonante en redes sociales a que más personas tomasen conciencia.

Bromeamos con María y Alberto con que María es casi su madrina, “madrina artística, al menos”. Le decimos. Alberto nos contesta que es de las pocas que se ha interesado por él.

Alberto tiene 53 años y aunque cree que ya no podrá trabajar por varias limitaciones, “Quién me va a contratar a esta edad…”, me explica. Sí, tiene la esperanza de poder vivir de otra manera. En el camino de Alberto quedarán muchas etapas. Buen camino.

Temas relacionados