"¿Quiénes seremos si lo perdemos todo?"

El Real Club Náutico de Palma, Náutico de Ibiza y Marítimo de Mahón están en peligro como tantas otras cosas.La reflexión de Jordi Jiménez

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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¿Qué será de nosotros si no sabemos quiénes somos? si lo perdemos todo, si lo vendemos todo. Nadie se imaginaría la monstruosidad de la catedral de Palma sometida a subasta al mejor postor, nadie vería bien que edificios históricos que constituyen las señas de identidad de Balears, como la Lonja, el castillo de Bellver en Palma, Dalt Vila con su catedral de Eivissa y su muralla, el fuerte de la Mola de Maó o la catedral de Ciutadella fueran vendidos.

Si este patrimonio histórico permanece protegido e inabordable no ocurre lo mismo en la vida de los baleares, donde todo parece abordable, todo parece susceptible de cambiar y comprable si es por un buen precio. Alguien dirá que el cambio forma parte de la vida y que no hay lugar que no haya cambiado.

Sí, el cambio forma parte de la vida, es necesario y enriquecedor pero si cambias tanto que dejas de ser tú, ¿quién eres? No es tan solo que algunos barrios que no se parezcan en nada a lo que fueron (el fenómeno del movimiento de personas es complejo y no siempre fácil, no siempre positivo cuando es masivo, desordenado o poco integrado), es que todo parece en peligro.

Nadie quiere unas islas artificiales como las construidas por el dinero en otros lugares del mundo. En un lugar en el que cada vez es más caro vivir, con vivienda inaccesible, en el que faltan médicos, en el que los funcionarios policiales que deben reforzar la seguridad no encuentran vivienda; en unas islas en las que cada semana cierran pequeños comercios; en unas islas en las que se amenaza al campo y la ganadería, en las que hasta una entidad ecologista dice tirar la toalla porque el gobierno más ecologista y más progresista del mundo mundial les ignora y está dispuesto a atentar contra el medio ambiente con el objetivo de protegerlo (¿a que es macanudo?); merece la pena luchar por lo nuestro, porque lo nuestro es el pan y lo nuestro es saber quiénes somos.

Si hemos perdido algunas cosas lo que no podemos perder es aquellos lugares que forman parte de nuestro adn, que han permitido a miles de personas formarse, hacer un deporte sano y tener acceso al mar, a la naturaleza. Durante un siglo el Club Náutico de Ibiza y algo menos el Marítimo de Mahón y el Real Club Náutico de Palma, han estado ahí. Han pasado mil cosas, mil dificultades, pero ahí siguen, como puerta accesible al mar, para aficionados a la náutica; clubes de vida en Palma, Ibiza y Mahón, lugares por los que pasaba la vida, lugares de reunión, lugares de familias, lugares de deporte, de formación.

Ahí llevan toda la vida, y ahora les dicen que no tienen asegurdado continuar ahí. ¿Cómo es posible? no me hablen de cosas administrativas, de cosa jurídica, no me hablen de concursos. ¿Concursos de qué? Deberían ser un bien protegido como dice el director del RCNP, Manu Fraga.

Los clubes llevan ahí toda la vida, se les tendrá que controlar como a cualquier entidad para que cumplan la ley, pero no nos cuenten milongas, déjense de tecnicismos. Todo el mundo sabe que salir a concurso de lugares tan absolutamente cotizados pueden significar su muerte, su final de lo que conocíamos como clubes náuticos, se convertirán otra cosa, en otras marinas impersonales de lujo para ricos. Un desastre.

Lo que no lograron las bombas de la guerra civil en el Náutico de Ibiza lo podrían lograr unos burócratas quién sabe por qué, destrozar un lugar de encuentro, de náutica y sobre todo de deporte. Aquellas bombas cayeron muy cerca del Náutico de Ibiza en plena guerra civil, aquel náutico en el que mientras todos corrían despavoridos a buscar refugio para su vida, un niño, el pintor Adrián Rosa permanecía junto a su padre, quien sin moverse de allí con su café esperó a que pasara todo. Allí no caerían, y no cayeron. Aquellas bombas cayeron muy cerca, pero no pudieron con el Náutico de Ibiza. Qué frivolidad insoportable que lo que no destrozaron las bombas puedan cargárselo burócratas. Dios sabe con qué intereses detrás. No lo podemos permitir.

Si el Náutico de Ibiza continúa dando alguna personalidad a un puerto casi perdido en Ibiza, convertido en un parque temático de yates de lujo (para que los admiren los paseantes de fuera pensando cómo sería tener algo así), el Marítimo de Mahón es el animador deportivo y social de la primera línea de la ciudad y el Real Club Náutico Palma es centro neurálgico del deporte náutico de Palma. Miles de niños se han formado en el club, sus regatas son las más importantes del Mediterráneo, epicentro del verano mallorquín, la casa náutica del Rey y de los regatistas más importantes del mundo. Estas entidades son también nuestras islas, nadie se plantearía que el RCD Mallorca se fuera de Mallorca. El club no puede irse, sus propietarios serán de fuera pero nadie ha cambiado ni podrá ni sus colores ni lo que significa, no dejará de ser lo que es.

No ocurre lo mismo con los clubes náuticos, si se abre un concurso nadie puede garantizar que sigan siendo lo que son, de hecho lo que dicen en el Náutico de Palma es que dejarán de ser lo que conocemos y que desaparecerán las regatas más prestigiosas, fuente además de ingresos millonarios para Mallorca, pero sobre todo, lugar de deportivo y social.

¿Si lo perdemos todo, quiénes seremos?