Así se mueve este sacerdote de Miranda de Ebro para estar cerca de su gente

Jesús María Calvo, párroco del Buen Pastor, en Miranda de Ebro, dedica más de cinco horas diarias a llamar por teléfono a sus feligreses

Así se mueve este sacerdote de Miranda de Ebro para estar cerca de su gente

Redacción Religión

Publicado el - Actualizado

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Desde que el coronavirus hizo su dramática aparición y se impuso el confinamiento, Jesús María Calvo, párroco del Buen Pastor, en Miranda de Ebro, dedica más de cinco horas diarias a llamar por teléfono a sus feligreses. Se interesa por sus necesidades, les consuela y les ofrece motivos para la esperanza. De este modo intenta ser fiel a su vocación sacerdotal e intenta mantener el pulso de su comunidad.

Comenzó llamando a los enfermos de su lista de contactos pero después el círculo se fue ampliando a los miembros de distintos grupos de la parroquia, a los matrimonios a los y grupos de jóvenes, con los que también intercambia mensajes de WhatsApp. Como él mismo dice, “ya es vox populi que el cura está colgado al teléfono” y muchas las personas se ponen en contacto con él por propia iniciativa.

Aunque no lleva la cuenta, calcula que habrá atendido a un centenar de personas, con las que mantiene no menos de veinte minutos de conversación. “Casi todos se han visto desnudos e inseguros, muchos también ven el futuro incierto y les preocupa saber si perderán el trabajo, y al final, en la charla siempre brotan las cuestiones clave acerca de la vida: ellos se desahogan y yo procuro darles un motivo de esperanza”.

Jesús María dice que esta tarea empieza a dar sus frutos, y observa que es también un modo de hacer parroquia. La frenética actividad pastoral de otros días, ahora llega más a lo esencial. Se ha dado cuenta de que el motor de todo el cambio pastoral es la oración y esa es ahora una prioridad para él. De hecho, la actividad pastoral de la parroquia de El Buen Pastor tiene su centro en la eucaristía. Cada tarde retransmiten a través de las redes sociales la celebración de la misa y la gente envía sus propias intenciones. Cuando llega la noche, este párroco burgalés agradece a Dios que le haya regalado el tiempo y el sacerdocio, y poder aprovechar de esta manera, con mucha paz, sosiego y satisfacción.