Pepa Muñoz, la cocinera que ha dado de comer a todos los presidentes del Gobierno: "La comida une"
Pepa Muñoz, cocinera de El Qüenco de Pepa, restaurante madrileño, se ha pasado por los micrófonos de 'Herrera en COPE' para hablar acerca de su último libro y su carrera en cocina
Madrid - Publicado el - Actualizado
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La trayectoria laboral de Pepa Muñoz se empezó a forjar desde bien pequeña, empezó a ayudar en el bar de su familia junto a sus padres y sus cinco hermanos. Se limpiaba en una tarde unos 25 kilogramos de calamares sin ningún problema. A Pepa Muñoz nadie le preguntó nunca si quería ser cocinera, simplemente había que apoyar a la familia. Hoy en 'Herrera en COPE´ hemos podido charlar con ella.
También, junto a su padre, empezaron otra aventura, la de dar de comer a los equipos de rodaje de muchas de las películas clásicas españolas, pero no era un catering. Era lo que se conocía por aquel entonces como cocina de exteriores. Una tarea difícil y en la que había que apañarse mucho. Años más tarde, Pepa decide embarcarse en su propia aventura, una muy difícil, la empresarial. En el año 2003 nace El Qüenco de Pepa, el restaurante que le ha traído desde entonces la fama, pero por supuesto, también la felicidad.
"Todo son una consecución de aventuras bonitas. Líos buenos, hay otros peores", comienza diciendo Pepa. Desde niña, Pepa aprendió a desollar conejos y jabalíes. Con unos once o doce años. "Era más una tradición familiar. Te lo trasmitían más si descendías de pueblo, tu abuelo o abuela. En toda la familia siempre había un cazador, era tradición. Eso no se aprendía. Había muy pocas escuelas de cocina en España en aquellos años, muy poquitas", incide Pepa.
En clave alimentación y comida, el olor a canela, limón y naranja, a Pepa le recuerda a su abuela Aurora. "Ella hacía el arroz con leche. A mí me alimentaba todo, no solamente el estómago. El alma, el corazón... hay muchas maneras de alimentarse". "Mi abuela y mi padre eran los que más cocinaban. Mi padre fue quien enseñó a mi madre a cocinar". El tomillo y el ajo recuerda a Pepa a la carne de venado y la caza que "por mis raíces en la sierra de Sevilla y Córdoba, se cocinaba mucho la carne de venado y del cochino" incide Pepa.
"Un puchero de verdades" es el título del libro de Pepa, donde refleja todas estas historias. Habla mucho acerca de la figura de su padre y el restaurante La Casa de Córdoba en Madrid. "Mis hermanos han estado mucho en la barra y en las salas. Pero es verdad que en la cocina me metí mucho más yo", cree Muñoz.
Pepa empezó en este mundo muy pequeño, cuando apenas era una niña. "No lo piensas. Tampoco me dieron opción a pensarlo ni a elegir, pero había que ayudar en casa y era lo que había que hacer. Nunca pensé en estar donde iba a estar hoy", afirmada asombrada la cocinera.
En ese restaurante de La Casa de Córdoba "había mucho torero y periodista. Figuras como Paco de Lucía o Camarón también. Comen lo mismo que nosotros. He tenido más gente anónima que me acuerde, yo de cosas más raras que me hayan pedido que precisamente de gente conocida. Mojan pan y se chupan los dedos igual que nosotros. Comer es una maravilla", cree Pepa.
La Casa de Córdoba se cierra y Pepa y su padre comienzan a llevar comida a los rodajes, lo que se conoce como comida de exteriores. Niceto Alcalá Zamora decide vender el palacete. "Mi padre compró un camión-cocina enorme y empezamos la andadura de los rodajes", recuerda.
Pepa ha dado de comer a todos los presidentes del Gobierno de España. "Los presidentes se cuidan muchísimo todos en general. No saben ellos todo lo común que tienen en la mesa. La comida une", habla sobre los dirigentes españoles.
Un arranque difícil
"Los inicios del negocio fueron difíciles. La economía fue muy dura y muy difícil. Nos arruinamos, volvimos a empezar y existir. No hay que tirar la toalla", reflexiona acerca de su difícil arranque. "Cuando uno no confía en sí mismo, por mucho de que haya gente alrededor es muy complicado. La fuerza la tiene que sacar uno de su interior", dice Muñoz sobre la autoestima y la confianza. "Es un ingrediente más para tu vida", subraya también.
"El restaurante sigue teniendo esa alma que le hace ser diferente. La gente se siente de una manera especial. La gente lleva conmigo mucho tiempo, un equipo de casi 50 personas y rotación cero", dice sobre sus empleados y compañeros.
Cuando alguien no tiene claro lo que quiere comer, para Pepa es todo un reto: "A mí me gusta que me lo propongan porque ahí está la profesional". "Es un lienzo en blanco y tienes tú que pintarlo. Por regla general sale bien", considera.
Con World Central Kitchen y el chef José Andrés realizan una labor silenciosa para ayudar a los más necesitados. "Empecé a tener relación con él durante la pandemia" habla sobre su relación con José Andrés. Un total de 4.000 comidas diarias se realizaban. "Hay que hacerlo por la gente que lo necesita, como no les vas a dar un plato de comida", subraya. "Cuando hay que ayudar antepongo la emergencia a mi negocio", concluye Pepa Muñoz.