'Crónicas perplejas': “Vivimos tiempos tan extraños, que de la gente buena se dice que es tonta”

Habla Antonio Agredano de las cosas perdidas y de la gente que las devuelve si las encuentra, la gente buena

Antonio Agredano

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En esta sección de ‘Herrera en COPE’, Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus "Crónicas perplejas"

Vivimos tiempos extraños. Tan extraños, que de la gente buena se dice que es tonta. Tan extraños, que la generosidad es vista con recelo. Tan extraños, que damos lo perdido por perdido.

En el colegio nos enseñan otras cosas, pero luego la vida nos lleva por diferentes caminos. Por el de la competencia y por el del egoísmo. O como dice un amigo mío: “Todo el mundo va a lo suyo menos yo, que voy a lo mío”.

Todas las noches, cuando me lavo los dientes antes de irme a la cama, tengo un instante de soledad frente al espejo. Allí, con el ruido del cepillo eléctrico, con la camiseta raída de dormir, hago balance de mi día. De lo que dejé pendiente. De lo que tuve que decir y no dije. O de lo que dije, y hubiera sido mejor callarme. De los aciertos, de los errores, como en un viejo cuaderno de contabilidad escrito a mano.

Ya no tengo edad para la culpa. Ya no tengo edad para codazos o mentiras. Ya sólo vivo para la felicidad. La propia y la ajena. Ya sólo vivo para el encuentro, para la amabilidad, para las risas. Ya no tengo edad para retorcer los días.

Sólo quiero pasar por los años sin hacer daño a nadie, sin hacerme daño a mí mismo. Y recuperar lo que perdí, que no es otra cosa que el tiempo malgastado en lo pequeño, en las miserias cotidianas, en los chismes, en las maldades.

Yo ya sólo vivo para el abrazo, para los besos y para el buen vino. Y si es de tontos la bondad, llamadme tonto, porque me lo merezco.

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