La decisión de Hitler en la noche de los cuchillos largos que avala la teoría de su suicidio en el búnker de Berlín
Es una de las razones por las que la historiadora Ana Velasco dice que "es posible que realmente se suicidara y no viviera una segunda vida en Argentina, Brasil o Colombia"

La historiadora Ana Velasco le cuenta a Alberto Herrera curiosidades de la historia detrás de la noche de los cuchillos largos
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El 30 de junio de 1934, Adolf Hitler ejecutó una de las decisiones más determinantes de su ascenso al poder: ordenó la ejecución sin juicio del líder de las SA, Ernst Röhm, y de decenas de miembros de ese cuerpo paramilitar. Este episodio, conocido como la Noche de los Cuchillos Largos, marcó un antes y un después en la consolidación del régimen nazi y, según la historiadora Ana Velasco, permite entender por qué es “posible que realmente se suicidara y no viviera una segunda vida en Argentina, Brasil o Colombia”.
Más curiosidades de la historia
En una conversación con Alberto Herrera en COPE, Velasco explicó cómo este episodio, a menudo eclipsado por otras fechas más conocidas como la Noche de los Cristales Rotos, supuso el verdadero punto de inflexión para el dominio absoluto de Hitler en Alemania. “Lo que hace es asesinar al principal líder de las camisas pardas, Ernst Röhm, que reunía a tres millones de personas, veinte veces más que el ejército alemán”, explicó la historiadora. Röhm, además de ser un veterano de la Primera Guerra Mundial, era un compañero de Hitler durante los primeros años del partido nacionalsocialista y representaba el ala socialista del movimiento nazi.
El problema para Hitler era que Röhm, fiel a su ideario revolucionario, pretendía una segunda revolución tras la toma del poder en 1933. Aquello suponía una amenaza directa a su liderazgo. Así, en la madrugada del 30 de junio al 1 de julio, Röhm fue detenido junto a otros dirigentes de las SA. “Se llevó más de diez años guardando venganza, y aprovecha este momento no solo para hacer la purga de las SA, pero la purga de las SA es lo fundamental”, añade Velasco.
Del asesinato de Röhm al final en el búnker
Más allá de la represión interna, lo que resulta especialmente significativo es la escena final entre Hitler y Röhm. Según relató Velasco, Hitler acudió a verle en prisión al día siguiente. “Le ofrece una salida ‘digna’: una pistola cargada para suicidarse. Röhm dice que ni de broma”, relató. La negativa acabó con una ejecución inmediata tras un juicio de apenas un minuto. Röhm, consciente del final, “se abre la camisa y se muestra con el pecho descubierto diciendo: ‘Venid a por mí’”.

La Noche de los Cuchillos Largos. Una patrulla de la Reichswehr en las calles de Berlín, 30 de junio de 1934, Alemania. Imagen tomada en junio de 1934.
Es este gesto de “muerte con dignidad” el que lleva a la historiadora a trazar un paralelismo con el presunto suicidio de Hitler en el búnker de Berlín en 1945, cuando la derrota era inminente. “Para él, una derrota honrosa es acabar por su propia mano”, asegura. De ahí que considere razonable la hipótesis del suicidio, a pesar de las múltiples teorías que lo sitúan en Sudamérica tras la guerra, apoyadas en testimonios de supuestos testigos y hasta informes de la CIA.
Durante la entrevista, Velasco también explicó las diferencias clave entre las SA y las SS. Las primeras, fundadas en la República de Weimar, eran “una fuerza paramilitar vinculada a excombatientes”, mientras que las SS, bajo el mando de Heinrich Himmler, nacieron como un cuerpo totalmente afín a Hitler, encargado del control de los campos de concentración y posteriormente del exterminio sistemático. “Eran como sus guardaespaldas”, explicó, con sus característicos uniformes negros, runas nórdicas y calaveras.
Una purga clave para su poder absoluto
A pesar del terror que desató esta purga interna, la reacción internacional fue “muy tibia”. En palabras de Velasco, en 1934 la mayoría de los gobiernos europeos y Estados Unidos no vieron con alarma estos hechos, en parte porque “las reclamaciones de Hitler parecían racionales” tras el castigo impuesto a Alemania en el Tratado de Versalles. Como explica esta entrada de la Enciclopedia del Holocausto, la noche del 30 de junio consolidó el poder absoluto de Hitler ante la pasividad internacional.

Wilhelm Bruckner (sentado a la derecha) (1884-1954) fue el ayudante principal de Adolf Hitler hasta 1940. A la izquierda, de pie, Josef "Sepp" Dietrich (1892-1966), general de las Waffen-SS alemanas y miembro del Partido Nazi de la Alemania nazi. Antes de 1929, fue chófer y guardaespaldas de Adolf Hitler, pero ascendió rápidamente tras su participación en el asesinato de los opositores políticos de Hitler durante la Noche de los Cuchillos Largos.
“La expresión ‘Noche de los Cuchillos Largos’ viene de una tradición sajona medieval”, recordó Velasco, donde un rey mataba a sus rivales para proclamarse único soberano. Fue el propio Hitler quien utilizó esa fórmula en su discurso del 2 de julio, justificando las ejecuciones como un acto para garantizar la seguridad nacional.
Ese mismo verano, con la muerte del presidente Hindenburg el 2 de agosto, Hitler uniría los cargos de presidente y canciller, convirtiéndose oficialmente en Führer. El mundo, salvo algunas voces aisladas, miró hacia otro lado. Y Hitler siguió creciendo. Hasta que llegó el final, quizá también en forma de bala. Como Röhm. Como un ciclo que empezaba y terminaba con su propia lógica del poder absoluto.