Del Val: "La igualdad por decreto garantizará el éxito en la escuela, pero no librará del fracaso en la vida"

Ya puedes escuchar la 'Imagen' de Luis del Val en 'Herrera en COPE' de este miércoles 17 de noviembre de 2011

Luis del Val

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Cuentan que, en una pequeña dictadura, el tirano se quejaba de la alta tasa de analfabetismo. Uno de sus esbirros se ofreció para arreglar el problema, y el tirano aceptó, y dijo que se encargara del asunto. Pasados unos meses, el tirano preguntó al esbirro cómo iba el problema del analfabetismo, y el esbirro le informó de que ya no quedaba un analfabeto en todo el territorio. “¿Cómo lo ha conseguido, en tan poco tiempo?”, le preguntó el dictador. Y el esbirro contesto: “Muy sencillo: hemos fusilado a todos los analfabetos”.

LA VIDA, UN EXAMEN PERMANENTE

El Gobierno de Pedro I, El Mentiroso, va a terminar con el fracaso escolar a través de un procedimiento mucho menos cruel, merced a la instauración del aprobado general, y el destierro de los exámenes. Gracias a ello, no habrá fracaso escolar, porque el fracaso les aguardará en la vida, donde no se han suprimido las exigencias en ningún espacio social, familiar o laboral. Te examinan en la entrevista de trabajo; te examinan cada día, si te lo conceden; te examina tu pareja, y tú le examinas a ella; te examinan en la vida social y, a raíz de los resultados, te invitarán o no te invitarán a las fiestas de cumpleaños, buscarán tu compañía o la eludirán.

La vida es un examen permanente, y te examinarán los hijos, cuando crezcan. La vida es una carrera a un circuito y, a cada vuelta, eliminan al último, y el primero no desacelera para que llegue el que menos corre, porque si lo hace, llegará otro primero. Gracias a esta competencia funciona el ascensor social, y los menos competentes descienden y los más trabajadores o los más inteligentes ascienden.

La igualdad por decreto garantizará el éxito en la escuela, pero no librará del fracaso en la vida,

La igualdad por decreto garantizará el éxito en la escuela, pero no librará del fracaso en la vida, donde funcionan otras reglas, que son las mismas en todo el mundo. Esta es una medida que favorece a los ricos, a los que irán a colegios privados más exigentes e incluso los que, llegado un momento en que hasta las licenciaturas universitarias estén devaluadas, podrán pagarse másters en universidades caras y de prestigio.

Esto machaca el clavo de la desigualdad y condena a los hijos de familias más modestas, que sólo podrán aspirar a un trabajo de escaso prestigio social y económico. La aparente igualdad les condenará a la desigualdad. Porque en la vida no hay aprobados generales.