Luis del Val: “No quiero pensar lo que haría Pedro Sánchez en un estado de enojo e inquietud”
Viendo lo que está haciendo Donald Trump, que "se creyó Superman o rey Midas y no reparó en la criptonita", señala el profesor
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Luis del Val pone el foco de la imagen del día en "Herrera en COPE" en la soberbia de Donald Trump:
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"Son muchas las personas que ante el éxito, en su fuero interno, creen que son Superman. Pero ninguna de esas personas, que están convencidas de que tienen también la virtud del rey Midas, y que todo lo que tocan lo convierten en oro, al asumir que vienen a ser una edición mejorada de Supermán, reparan en la criptonita. Y, cuando llega la criptonita, les visita esa perplejidad, esa sorpresa que los deja estupefactos, como a un boxeador sonado que tenga las neuronas como semillas de maracas, y que les impele a negar la realidad, primero, a indignarse, después, ante tamaña injusticia; en el tercer tiempo a asumir que hay una conjura universal, donde todos los habitantes del mundo, incluidos los niños de pecho, le presentan batalla, y, por fin, en una cuarta fase, está la huida, es decir, marcharse a jugar al golf, rumiando caminos imposibles de venganza. Y Donald Trump ha ido cumpliendo esas etapas con rigor casi clásico.
No hay que desasosegar a Pedro Sánchez
Otro de los aspectos que ignoran de esa facultad de convertir en oro todo lo que tocan, es que al rey Midas estuvo a punto de matarlo, porque iba a beber agua, y se convertía el vaso en oro, iba a tomar un trozo de pan, y el pan se endurecía y se doraba hasta lograr la consistencia y dureza del oro, y todos sabemos que el oro es difícil de masticar y, seguramente, resulta indigesto.
Aun existe otra característica, que no está relacionada con aspectos mágicos, sino con la lógica, y es que, cuando una persona llega a presidente de su país, el puesto siguiente que le espera es el de ex-presidente.
Esto último, por favor, procuren no decirlo si Pedro Sánchez está cerca y puede escucharlo, no sea que le desasosiegue, que si sosegado ya miente y mete la pata bastante, no quiero ni pensar lo que podría hacer en un estado de enojo e inquietud.
A Donald Trump ya sólo le falta asumir que, dentro de un par de meses, si convoca una rueda de prensa habrá un puñado desganado de corresponsales, y ya no le podrá volver a decir a aquél periodista del Washington Post que le refutó lo de la lejía: “Tu te callas, porque eres un periodista mentiroso, y yo soy el presidente de Estados Unidos”.