La mirada económica de Gay de Liébana: “Deseando…”

Nuestro Gobierno está deseando fervientemente que la economía española y nuestras empresas recobren su pleno vigor, aunque lo disimule amenazando, con subidas de impuestos

Gay de Liébana

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El profesor José María Gay de Liébana analiza en ‘Herrera en COPE’ las claves económicas del día.

Nuestro Gobierno está deseando ferviente y entusiastamente que la economía española y nuestras empresas recobren su pleno vigor, aunque lo disimule amenazando, so pretexto de reconstruir económicamente España, con subidas de impuestos a los despectivamente tildados como ricos, apelando a una mal entendida solidaridad. La solidaridad, Don Carlos, hay maneras de practicarla sin necesidad de confiscar patrimonios privados ganados a pulso, con sudor y esfuerzo, trabajando – no politiqueando - creando riqueza para España y muchos miles de empleos. Por ejemplo, esa solidaridad patriótica se ejerce costeando compras de material sanitario, que nuestro Gobierno no hace, y fletando aviones desde China. Quizá esos, con desdén, tildados de ricos sean quienes donan cientos de millones para que nuestros hospitales públicos dispongan de maquinaria para combatir el cáncer, que el Estado no paga pese a elevar el gasto público.

La reconstrucción económica no pasa por succionar recursos privados para llevarlos a las cañerías del gasto público profuso, confuso y difuso. Verbigracia: las cuentas del Estado de 2018 están en duda. El Tribunal de Cuentas formula salvedades que suman 9.000 millones de euros, resultado hinchado y concluye que la Seguridad Social está en quiebra al ser su patrimonio neto negativo. Nuestro Gobierno está deseando con ardor y sensibilidad en la desescalada, el impulso de nuestra economía. De no ser así, se estaría gestando la nacionalización de nuestras empresas y del empleo; ergo, la intervención de nuestra economía, confluyendo en una economía sovietizada, paradójicamente dentro de la Unión Europea, y, es de suponer, que con ciertos políticos presidiendo compañías del Ibex 35, que, desde luego, imprimirían un toque progresista de enorme calado, Don Carlos…