La mirada económica de Gay de Liébana: “De la falta de liquidez a la insolvencia”

De la crisis de liquidez a la crisis de solvencia con el balance descuadrando con patrimonio neto negativo y la cuenta de pérdidas y ganancias vomitando quebrantos, hay un paso

Gay de Liébana

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La plasmación práctica de la caída del PIB, por más finura que pongamos en los términos, Don Carlos, es la mengua de ingresos, la pérdida de facturación, en la actividad económica. Si un negocio, sea del tamaño que sea, no hace caja, no tiene ingresos, ergo no hay dinero para atender los pagos corrientes que son los gastos de personal y los de funcionamiento, como alquileres, suministros y un largo etcétera entre los cuales, cómo no, está el codiciado papel higiénico… Y muchos negocios tienen que pagar amortizaciones de deuda y los pertinentes intereses que todo endeudamiento devenga. Y si la liquidez, al mermar el flujo de cobros porque se desmorona la facturación, se encuentra en la cuerda floja, entonces, Don Carlos, hablamos de crisis de liquidez, más dañina en empresas pequeñas.

Pues bien, Don Carlos, de la crisis de liquidez – no tener dinero suficiente para atender pagos corrientes – a la crisis de solvencia – cuando el monto de las deudas sobrepasa a los activos -, con el balance descuadrando con patrimonio neto negativo y la cuenta de pérdidas y ganancias vomitando quebrantos, hay un paso. La crisis de solvencia irrumpe ante la imposibilidad de conseguir pasivos adicionales que tapen agujeros o por un endeudamiento disparatado que provoca la explosión de la deuda. La crisis de solvencia destruye el tejido empresarial de un país.

Tomemos nota, Don Carlos, para intentar impedir lo que puede ser un desastre otoñal en España, desencadenante de una crisis social de envergadura, que se palpa. Porque detrás de bancarrotas empresariales hay despidos y destrucción de empleo y un descontrolado efecto dominó de empresas condenadas al desastre: la caída de unas arrastra a otras azuzando desempleo

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