Ángel Maturino Reséndiz, el asesino de las vías del tren

Mató a 16 personas en Estados Unidos, principalmente en Texas, Illinois y Florida, entre los años 1986 y 1999.

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Se introducía en las casas de sus víctimas durante la noche para apuñalarlas o aporrearlas; sufría de delirios religiosos, por lo que según él mataba para purificar a sus víctimas. También se sospecha que cometió varios crímenes más en Ciudad Juárez en México.

Conocido como El asesino del ferrocarril», puesto que la mayoría de los asesinatos ocurrieron en localidades contiguas a las vías del tren, se sabe que transitaba con frecuencia de México a Estados Unidos y hasta Canadá, por lo que la cantidad de crímenes que cometiera no se sabe con exactitud. Aprovechaba la oscuridad de los vecindarios que estaban cerca de las vías del tren para entrar en la casa de cualquier persona a robar objetos de valor y dinero. Cuando el dueño llegaba, era brutalmente atacado hasta la muerte.

-Sus víctimas nunca tuvieron características específicas y algunas de ellas fueron violadas antes de ser asesinadas. Consumidor de alcohol y drogas como era, robaba para continuar con sus vicios y varias veces tomó los vehículos de las personas que asesinaba para transportarse.

En 1979 fue sentenciado a 20 años de prisión en Florida por robo y asalto, pero tras seis años fue liberado y deportado a México. En 1986 cumplió una pena de 18 meses por pretender poseer la ciudadanía estadounidense. En Nueva Orleans, en 1988, también fue encarcelado por posesión de arma de fuego, pero fue liberado al año.

El 29 agosto de 1997, Christopher Maier de 21 años fue atacado cuando caminaba con su novia junto a las vías del tren, ella también fue agredida y violada, pero sobrevivió para identificar a Reséndiz como el asesino. En octubre de 1998, Leafie Mason, de 87 años, es golpeada con un objeto contundente en la cabeza, el asesino había entrado por la ventana de su vivienda.

En diciembre de ese mismo año, Claudia Benton, de 39 años, al llegar a su casa es violada, apuñalada y golpeada hasta la muerte. Su hogar estaba cerca de líneas ferroviarias, al igual que la iglesia para la que servían Norman y Karen Sirnic, de 46 y 47 años, respectivamente, quienes también fueron golpeados hasta morir. El 4 de junio de 1999, Noemi Domínguez, de 26 años, maestra de escuela, es golpeada con un tubo hasta la muerte en su departamento junto a las vías y ese mismo día, Josephine Convicka, de 73 años, muere por heridas en la cabeza con una herramienta de jardín mientras dormía en su casa.

Días después, George Morber, de 80 años, muere por un disparo en la cabeza y momentos después la hija de este, Carolyn Frederick, de 52, es salvajemente golpeada en el rostro. Hay un par de crímenes que le son atribuidos en Ocala, Florida, los de Jesse Howell, de 19 años, y Wendy VonHuben, de 16 años, ambos asesinados a golpes y enterrados a ras de suelo.

El 13 de julio de 1999, Reséndiz se entregó a la policía. Se determinó que estaba en plena capacidad de sus funciones mentales, con lo que se rechazaron los alegatos de sus abogados, que afirmaban que el condenado estaba loco y convencido de que resucitará tres días después de la ejecución. Finalmente, fue ejecutado, a los 46 años de edad, con inyección letal en la cámara de la muerte del estado de Texas el 27 de junio del 2006.

“Dejé que el diablo manejara mi vida», dijo Maturino Reséndiz en lo que fueron sus últimas palabras antes de morir. Al cabo de una respiración profunda, el mexicano señaló con tranquilidad: «perdóname mi Dios. Diosito santo, aquí vengo mi diosito». Aprovechó sus momentos finales para dirigirse a sus víctimas y a sus deudos: «Solo quiero saber que existe en su corazón perdón para mí”.