Álvaro Sáez: ''Es momento de tener coraje y dar testimonio, pero más aún para hacerlo con humildad''

El presentador de La Linterna de la Iglesia reflexiona sobre la defensa de los non-natos ante la ley que permite abortar a menores de 16 y 17 años sin permiso de los padres

Álvaro Sáez

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¿Cuándo empieza la vida si no es desde la concepción? Esta es una pregunta que le he hecho en alguna ocasión a algún amigo o amiga que no comparten mi misma opinión sobre el aborto. Y lo cierto es que nunca he encontrado una respuesta satisfactoria por su parte.

Por supuesto, con una sola pregunta se rompe cualquier lógica que tuviera la ley de plazos. Pero sobre todo ese mismo razonamiento es capaz de llevarte a un supuesto aborto post parto.

Esta semana el Tribunal Constitucional ha avalado la reforma legal que el año pasado se aprobó y que permite una auténtica barbaridad: que las menores de 16 y 17 años aborten sin permiso de sus padres.

Seguimos normalizando acabar con una vida

Estos días hemos escuchado una misma crítica a eta cuestión. “¿Cómo es posible que una niña de 16 años necesite permiso de sus padres para irse de excursión, pero pueda ir a una clínica abortista a acabar con una vida?”

Sí, es cierto, es una paradoja, pero que la anécdota no nos haga huir de la cuestión real de fondo sobre este asunto. Seguimos normalizando acabar con una vida. No nos engañemos, ahora hay una aceptación mayoritaria de la cultura de la muerte frente a la vida.

Tenemos que hablar de vencedores y vencidos

Y ante esto, ¿qué debemos hacer? He leído en alguna que otra columna que toca recuperar “la batalla cultural”. En eso prácticamente coincidimos todos los que vemos en este tipo de leyes un ataque directo a nuestro modo de entender la vida y la defensa de la dignidad del ser humano por encima de cualquier cosa.

Ahora bien, quizá, donde hay mayor discordancia, donde el consenso se empieza a quebrar, es en el cómo. ¿Cómo se articula la batalla cultural? Ciertamente, si hablamos de batalla, tenemos que hablar de combate. De vencedores y de vencidos.

Y ciertamente también, este es un término que desde hace tiempo, no nos engañemos, se lleva oyendo hablar mucho, se lleva incluso practicando, pero con resultados nulos.

Dios no nos dijo, id a todo al mundo y decidles que no llevan razón y que la vida no funciona así

Y, aquí es donde viene mi opinión: ¿nos hemos dejado de lado la misión cristiana por el camino? Esuchaba a mi amigo Julio Llorente esta semana, hablando precisamente de la batalla cultural, que aquí no solo hay un enemigo al que vencer, sino un prójimo al que amar.

Nos mandó a dar testimonio del evangelio, de la buena noticia del camino, de la verdad y la vida que es Jesús.

Por tanto es tiempo de testimonio, del que nos pone felices, pero también del que nos pone un nudo en el estómago. Es momento de tener coraje para dar ese testimonio en la plaza pública, sí, pero más coraje aún para hacer humildad. Y desde luego con esperanza sabiendo que no hay batalla perdida si Dios está de nuestro lado.