Jorge Bustos: "No se trata de sacar a los Mossos de la confrontación política, sino de la incompetencia"

El presentador de La Linterna analiza la visita del nuevo presidente catalán, Salvador Illa, al grupo policial tras la polémica por la huida de Puigdemont

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

5 min lectura

Si la mentira fuera deporte olímpico, no sabríamos a quién darle la medalla de oro: a Nicolás Maduro o a Vladimir Putin. Es verdad que estos dos sujetos son algo mucho peor que campeones mundiales de la trola, de hecho son dictadores sanguinarios, pero el mal siempre empieza a medirse por la distancia que aleja a una conciencia de la verdad. Por eso los antiguos moralistas definían al diablo como el príncipe de la mentira, y por eso Sócrates pensaba que la verdad es lo mismo que el bien. Perdóname esta pequeña digresión filosófica para incidir en los problemas que están atravesando los dos mayores diablos de nuestro tiempo.

El diablo venezolano ha robado unas elecciones para tratar de perpetuarse en el poder sobre una montaña de crueldad, represión y paranoia. Maduro ha perdido 70 a 30 según las actas electorales que conocemos, custodiadas y publicadas por la oposición. El tongo ha sido tan clamoroso que su pueblo se ha echado a la calle, en las barriadas más pobres y en las más ricas (si queda alguna rica), a riesgo de perder la libertad o la vida.

Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida de COPE (@cope_es)

Y la comunidad internacional presiona para facilitar la ansiada transición democrática en Venezuela. La ONU acaba de afirmar en un informe que la gestión chavista de los resultados, y cito, “no cumplió con las medidas básicas de transparencia e integridad que son esenciales para la realización de elecciones creíbles". La verdad es que no necesitábamos a la ONU para llegar a esta conclusión perogrullesca (no sé, es como sugerir que la gestión de Hitler no cumplía con los objetivos deseables de integración racial), pero en fin, bienvenido sea este informe de Naciones Unidas.

A Maduro le ha entrado el pánico a acabar como Mussolini, Saddam Hussein o Gadafi, o sea, linchado por su propio pueblo. Así que ha hecho lo que hacen todos los tiranos que atisban su fin: recrudecer la violencia y redoblar sus mentiras. Ha desatado una cruzada contra las redes sociales que no puede controlar. Ha llegado al delirio de proclamar que TikTok es la semilla del fascismo. Está tratando de instalar una jaula digital en los cráneos de los venezolanos.

Pero no está consiguiendo amedrentar a María Corina Machado ni a Edmundo González, que han convocado a sus compatriotas anhelantes de libertad a una gran marcha este sábado. Nuestro empuje moral y nuestra admiración cívica está con ellos este fin de semana en Caracas. Sobre todo porque a la policía chavista se le da bastante mejor capturar opositores en mítines que a los Mossos de Esquadra detener a Puigdemont.

En cuanto al diablo ruso, Vladimiro Putín como dice Herrera, lleva dos años sosteniendo la gran mentira de llamar “operación especial” a la invasión criminal de la nación vecina, por la única razón de que estaba prendiendo entre los ucranianos el deseo de ser una democracia europea plena, y no una región títere del autócrata ruso. Pero los de Zelenski, con la ayuda vital de Estados Unidos y de la Unión Europea, resistieron la violación de su país mejor de lo que esperaba Putin. Y ahora han contraatacado en Kursk, conquistando un pedazo de mapa ruso de 1.000 kilómetros cuadrados. Los rusos infectados por la propaganda del Kremlin no entienden nada. ¿Pero desde cuándo estamos en guerra?, se estarán preguntando. ¿No se trataba de una operación quirúrgica para extirpar nazis del gobierno ucraniano? Aquí podríamos citar una vez más a Ortega y Gasset cuando advirtió que toda realidad ignorada prepara su venganza. Y ojalá que los ucranianos sigan recibiendo el apoyo del mundo democrático para aguantar y forzar una negociación justa que permita a Ucrania ser libre e independiente. Lo tendrán muy difícil si gana Trump, que ya ha dicho que Putin no le parece tan mal chico.

Algún oyente se estará preguntando por qué no incluyo a Sánchez en el podio global de los troleros. Sencillo: porque está de vacaciones. Mientras Sánchez está de vacaciones no miente. En cuanto reaparezca y hable, volverá con fuerza a la competición, directo a la Champions League de la superchería.

El delegado de Sánchez en Cataluña, que se llama Salvador Illa, ha inaugurado su mandato visitando la sede de los Mossos de Esquadra acompañado de la nueva consejera de Interior, Núria Parlón. Un malpensado podría interpretar el gesto como una visita de consuelo, tras el histórico ridículo que hizo la policía catalana con la segunda huida de Puigdemont. Ha dicho Illa que quiere sacar a los Mossos de la “confrontación política”

No se trata de sacar a los Mossos de la confrontación política, don Salvador: se trata de sacarlos de la incompetencia y del sectarismo. Se trata de que cumplan con diligencia las órdenes de jueces como Pablo Llarena. Porque quienes metieron a ese cuerpo en la confrontación política, quienes lo politizaron hasta el punto de inhibirse en aquel fatídico 1 de octubre, son los mismos que lo acaban de investir a usted, don Salvador: Esquerra Republicana de Catalunya.

En un intento de desenmascarar a los mentirosos, el Partido Popular ha anunciado que presentará mociones contra el privilegio fiscal catalán en todas las administraciones: municipios, diputaciones, parlamentos autonómicos. Es una medida bienintencionada para que los socialistas se retraten, en especial el asturiano Barbón y el manchego Page. Pero no sería la primera vez que después de mucho gimoteo en las redes y mucho aspaviento en la televisión, a la hora de votar hasta el último socialista acaba votando lo que diga Pedro. O sea, lo que diga el independentismo.

Y es que al final la batalla por la igualdad de los españoles se va a librar en el Congreso de los Diputados, pero sobre todo en los tribunales. Por eso Óscar Puente sigue arremetiendo contra los jueces. No vaya a ser que alguien le pida cuentas por los trenes que siguen descarrilando o por ese subsecretario de Estado, número tres de su ministerio, que está imputado en el caso Koldo. Puente miente muy mal. Y ya se sabe que cuando no sabes mentir, lo mejor es desviar la atención.

Pero si hablamos de desviar la atención, para ese propósito no hay nadie en el mundo mejor que Kylian Mbappé. Que por fin debuta hoy con el club de sus sueños: el Real Madrid.

Temas relacionados