“Nos quedaremos hasta que tengamos energía para ello”: Ayuda a la Iglesia Necesitada sigue asistiendo en Siria

La población cristiana ha disminuido desde el comienzo de la guerra de 1.500.000 a apenas 400.000, pero los que siguen en el país reciben ayuda de la Iglesia para seguir adelante

Redacción La Linterna

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Desde hace 11 años, Siria está sufriendo las consecuencias de una guerra atroz. Un conflicto armado que, por desgracia, ha caído en el olvido. Los datos, sin embargo, son terribles: 600.000 muertos, 6 millones y medio de refugiados, otros tantos desplazados internos y el 90% de la población viviendo en la pobreza.

Detrás de estas cifras siempre hay nombres, como el de Daila. Hace 8 años, cuando comenzó la guerra en Homs, el miedo a perder a sus hijos le hizo marcharse de la ciudad para ponerse a salvo. “Vi mucha sangre, en mi propio barrio, por eso decidí coger a mi familia e irnos”.

Madja, de 60 años, aún lleva el luto por su hijo, un joven al que un francotirador le reventó la cabeza. “Estábamos sentados en casa, jugando al backgammon, y le dieron un disparo en la cabeza”, cuenta. “Fuimos al hospital, estuvo 48 horas ingresado, pero finalmente murió”.

Desde el comienzo de la guerra en Siria, Ayuda a la Iglesia Necesitada trabaja dando asistencia a los cristianos que allí viven y reconstruyendo edificios, iglesias y las vidas de estos refugiados. Gracias a ellos, Ángel Expósito y el equipo de 'La Linterna' pudieron entrar en el país y vivir de primera mano lo que están viviendo aquellos que intentan rehacer sus vidas.

La labor esencial de dos hermanos en el Valle de los Cristianos

Una de las paradas principales de ese viaje fue el Valle de Marmarita, conocido también como el Valle de los Cristianos. Allí se instalaron los cristianos que huyeron de Homs, esos desplazados internos de los que nadie habla, pero que existen. En Marmarita, Ayuda a la Iglesia Necesitada tiene un centro que gestionan dos hermanos, Illie, de 30 años, y Maya, de 29. “Damos todo tipo de ayudas, como bolsas de comida, ayudamos también a pagar los alojamientos de las familias y los medicamentos”, comenta Illie.

El joven cuenta que al principio vivían en Homs, pero al estallar la guerra se fueron a Damasco, donde estuvieron año y medio, hasta que los bombardeos también empezaron allí y terminaron en el Valle de los Cristianos. Sus padres viven en Estados Unidos con su hermana mayor y tienen otro hermano que reside en Kuwait. Entonces, ¿por qué no se van de Siria? “Año tras año vemos que la ayuda es necesaria”, indica Maya. “Nos quedaremos hasta que tengamos energía para ello”.

Antes de la guerra ambos estudiaban y su idea era irse a Estados Unidos con sus padres para seguir allí estudiando y trabajando. Maya incluso llegó a graduarse en Odontología justo cuando comenzó todo el conflicto. “No creo que pueda olvidar el sonido de las bombas, es algo que te marca para toda la vida”, narra la joven, que apunta que no tiene grandes expectativas de cara al futuro. “Espero que poco a poco las familias puedan volver a sus casas y la situación política y social mejore en Siria”.

Los dos hermanos coinciden en que la ayuda está cambiando la vida de mucha gente: “no solo ayuda material o económica, hay mucha gente que se está preocupando por nosotros, nos está ayudando y está rezando por nosotros”, algo que agradecen enormemente.

Los largos años de guerra, el aislamiento regional, la destrucción de las infraestructuras, la hiperinflación de precios y las sanciones internacionales hacen que hoy en el país sea imposible sostenerse. La población cristiana ha disminuido drásticamente, de 1.500.000 a apenas 400.000. Son muchos los que han decidido huir del país con el riesgo de que el cristianismo desaparezca o se quede a mínimos en esta tierra donde se originó la fe cristiana.

Cada gota de leche cuenta

En la ciudad de Alepo toda la generación de niños cristianos nacidos desde la guerra han podido crecer gracias a la leche donada por los benefactores de Ayuda a la Iglesia Necesitada. Cada mes 3.000 niños, incluídos 300 lactantes, reciben de la Iglesia la leche para su alimentación básica.

El coste de la leche es inasumible para las familias cristianas, que viven con un presupuesto de menos de 30 euros cada mes para sobrevivir todos sus miembros. Es el caso, por ejemplo, de Rana, que una vez al mes acude para recoger la cantidad de leche infantil necesaria para su hijo. “Es un proyecto muy importante y agradecemos mucho el dinero recibido porque la leche es muy necesaria para los niños, pero muy cara en el mercado”, indica Rana.

Sigamos siendo generosos con los cristianos de Siria, y que no les falte la leche a tantos niños que viven allí. Enciende tu luz por Siria con Ayuda a la Iglesia Necesitada, llamando al 91 725 92 12 o en la web ayudaalaiglesianecesitada.es