La persona que frenó la adicción de Daniel a la pornografía: "Empecé cuando tenía solo ocho años"
En 'La Linterna' de COPE conocemos dos testimonios que son un reflejo de lo que sufren cada día miles de jóvenes en nuestro país por el consumo de pornografía
Madrid - Publicado el - Actualizado
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España es uno de los países del mundo con mayor porcentaje de consumo de pornografía. La edad de iniciación es cada vez más temprana y 7 de cada 10 jóvenes recurren a ella de forma habitual. De todos ellos, el 8 % genera una adicción de la que es difícil salir. Es un proceso silencioso que puede llevar años.
En ‘La Linterna’ de COPE hemos conocido dos testimonios que realmente son un reflejo de lo que sufren cada día miles de jóvenes en nuestro país. El primero de los protagonistas es Javier, un nombre ficticio porque no quiere revelar su verdadera identidad. Hace unos años, cuando estaba a punto de cumplir la mayoría de edad, se dio cuenta de que tenía mucha necesidad de consumir pornografía: “Lo fui integrando a mi rutina con 17 años y veía uno al día”.
La facilidad que tenía para poder acceder a ese contenido, gracias a la tecnología, provocó que no tuviera tiempo para nada más, hasta que fue consciente de que suponía un gran problema: “Estaba bastante enganchado. El tratamiento comenzó al darme cuenta de que no era bueno. Me ayudó mucho leer sobre ello y entender los efectos que podía tener a nivel psicológico y personal”.
Las consecuencias físicas y psicológicas del consumo de pornografía
El segundo protagonista es Daniel. Tiene 33 años y vive una vida normal, pero si mira al pasado se da cuenta de que ha tenido que recorrer un camino bastante complicado. Todo comienza cuando él tenía tan solo ocho años: “Empezó más joven de lo que puedo recordar con alguna revista que trajo algún amigo a clase. Algo que ningún niño tendría que tener entre manos y todos empezamos consumiendo de manera curiosa y sin darle la importancia que luego iba a tener en mi vida”.
A partir de ese momento los estudios empezaron a ir mal y en su día a día la pornografía empezaba a adquirir gran importancia. Horas y horas consumiendo a través del móvil o del ordenador le aislaban de la vida que tenía a su alrededor: “Todo se nos dio más fácil con la posibilidad de entrar en internet. Mis padres pusieron un ordenador en casa, en el ático, donde nadie me veía. El consumo empezó a crecer y a ser más intenso”.
Cuando llegaba a casa no hacía deberes ni tampoco ninguna de las tareas que debía. Tan solo dedicaba su tiempo al consumo de la pornografía, adentrándose lentamente en un mundo oscuro en el que cada vez le costaba más salir. Le comenzó a afectar físicamente y su cabeza le demandaba ver este tipo de contenidos sexuales: “En nuestro cerebro hay muchas cosas que empiezan a funcionar como no deben, pero también físicamente. Tiene muchas consecuencias físicas por la falta de sueño, no me alimentaba bien y empecé a adelgazar y a tener muchas ojeras”.
"No lo ocultes y pide ayuda porque se puede salir"
Pasaron los años y el problema empezó a crecer. Pero él continuaba con su vida, como si realmente lo que estaba viviendo fuera algo normal y cotidiano. A los 21 años, Dani se casó, pero el paso del tiempo hizo que su problema pasara factura a su relación. Él seguía aislándose del mundo para consumir porno, dejando a un lado su familia, su trabajo y su mujer, que estuvo a punto de terminar con tres años de matrimonio debido a su adicción: “Fue algo que casi destruye el matrimonio por completo. No lo decía, lo mantenía oculto, pero mi mujer a veces me pillaba. Finalmente, me dio un ultimátum: o lo dejaba o no podíamos seguir juntos”.
Dani se encontró entre la espada y la pared, por lo que decidió dar un paso al frente y afrontar su problema. Junto a su familia y a su mujer pidió ayuda a un especialista. Fue el momento en el que iniciaba su camino para poder ser feliz: “Con la droga ves físicamente lo que te ocurre, pero con la pornografía no lo llegas a ver hasta que pasa tiempo”. Tras varios meses en un centro de rehabilitación, Dani superó su enfermedad. Ahora ha descubierto lo que es ser feliz sin necesidad de ver pornografía. Y esa felicidad lo ha completado con algo tan bonito como ser padre: “Mi mujer ha sido mi guía, ha sido la que me esperó mientras estaba en el centro de rehabilitación, la que me dijo que podía salir de esto. A nuestro hijo le llamamos “El arcoíris”, que tiene el significado de que no volverás a pasar por lo mismo”.
Consciente de que cada vez es más fácil acceder a este tipo de contenidos sexuales, Dani sabe que muchos chavales pueden pasar por lo mismo que él. Por eso manda este mensaje: “De esto se sale, pero no lo intentes solo. La pornografía es más fuerte que una persona, pero no más fuerte que un equipo. No lo ocultes y pide ayuda porque se puede salir”.