Las increíbles historias de los españoles en bandos opuestos durante el desembarco de Normandía el Día D
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Decenas de miles de soldados cruzaban el Canal de la Mancha en lanchas de desembarco. Desde la isla de Wright, al sur de Inglaterra, punto de encuentro de la operación, hasta 5 playas de la costa norte francesa. Mareados y revueltos. En parte por el estado del mar, y en parte por la copiosa cena a base de hamburguesas y salchicas que habían recibido la noche anterior. Entre ellos había un español. Un gallego, de la Sierra de Outes: Manuel Otero, que había llegado al ejército norteamericano por una serie de carambolas.
A Manuel le pilló el alzamiento nacional en Santander. Como la provincia se mantuvo bajo control republicano, Manuel tuvo que unirse a las fuezas leales a la República. Tras luchar durante años en batallas como la del Ebro, fue hecho preso y enviado a Barcelona. Su familia logró sacarle de allí, no sin dificultades. El problema para Manuel era que estaba marcado. Para su pueblo era "el rojo". Así que decidió buscar una vida mejor, y como tantos gallegos, emigró a Estados Unidos. Y en un principio no le fue mal. Montó un taller de mecánica en Nueva York que le daba para subsistir. Pero había un problema: No tenía los papeles, y la forma más rápida de conseguirlos era haciendo el servicio militar durante 6 meses. Quiso la mala fortuna que en el transcurso de esos meses, Estados Unidos entrase en guerra, y Manuel fue enviado a Gran Bretaña para participar en el desembarco más importante de la historia.
Al otro lado del canal, defendiendo la costa francesa para el ejército alemán, había otro español. Alberto Winterhalder. Nacido en Lérida, de padre alemán y madre española. Había sido reclutado porque el ejército alemán estaba sufriendo tantas bajas en el frente oriental que tenían que buscar hombres entre hijos de alemanes para reforzar sus divisiones.
Alberto tuvo una guerra "plácida". Destinado en la Isla de Ré, un paraje natural en la costa atlántica francesa, no entró en combate hasta 1944. Tan tranquila fue su estancia en la isla que hasta entabló amistad con un grupo de prisioneros españoles republicanos, que se habían unido a la resistencia francesa, a espaldas de sus superiores. Con ellos hacía trueques. Cambiaba conejos que los prisioneros cazaban con hurones, por botellas de vino a las que tenía acceso. Lo que no suponía era que todo iba a cambiar el 6 de junio de 1944: los aliados habían desembarcado en Normandía, y él tenía que cortarles el paso.
Descubre con Ángel Correas y Álvaro Echeverría la historia de estos dos españoles que lucharon en Francia en Junio de 1944. Un mes que marcó el destino de una guerra. Una guerra que marcó el destino de Europa tal y como la conocemos.